Con el folclore como base, María Arnal i Marcel Bagés recrean sonidos populares con ritmos electrónicos. Es el resultado de la música hecha por una apasionada de la antropología a la que le gusta cantar y un experto en tecnología con genética musical.
Parten de experiencias distintas pero, en cambio, encajaron como dos piezas de un puzzle. ¿Cómo se logra eso?
El encaje entre los dos es difícil de explicar. A Marcel le gustaba cómo yo pensaba y cantaba y a mí, cómo él pensaba y tocaba.
¿Tradición y modernidad se dan de la mano en su música?
Pienso más en la intención y el proceso que en los resultados. Las recetas hay que tomárselas poco en serio. En nuestro proyecto, se experimenta con algunos sonidos que se alargan en el tiempo y también con otros usando tecnología. El resultado es dejar la criatura en manos del público.
¿Suena bien una jota electrónica?
No suena nunca de la misma manera. En una jota, puede haber muchas voces, tonos, maneras de colocar la voz... También es una puerta abierta.
¿Son unos revolucionarios del folclore?
Nuestra intención es jugar.
¿Investigarán sones gallegos?
Puede ser. En los archivos del musicólogo americano Alan Lomax, que vino a España en 1953, hay bastantes recogidas en Galicia muy interesantes.
