"En un laboratorio adecuado se detecta cualquier droga que se haya suministrado"

Manuel López-Rivadulla: "Los ansiolíticos se usan con frecuencia en estos casos"

El catedrático de Toxicología de la USC fue el primero en acuñar en España el término de sumisión química
Manuel López-Rivadulla, en el laboratorio.
photo_camera Manuel López-Rivadulla, en el laboratorio.

Define su posición como "ambivalente" en lo que se refiere a hablar de la sumisión química fuera del ámbito especializado: se ayuda a las víctimas, pero da información a los posibles agresores. En esta entrevista, anima a denunciar y a hacerlo cuanto antes ante una sospecha.

¿Qué drogas de sumisión química hay? ¿Son drogas específicas para ese fin o son otro tipo de drogas o medicamentos que se utilizan perversamente para eso?

Las dos cosas. Hay lo que se puede llamar la utilización de una sustancia química con el fin de incapacitar a una persona para abusar sexualmente de ella, para robarle... para que permanezca dormida y no dé la lata por decirlo de alguna manera. Son fármacos que están en el mercado, que se venden en las farmacias con receta médica, pero que hoy en día, a través de otros medios como internet se pueden conseguir fácilmente. Pero, además, en los casos de abusos sexuales, con las mujeres como principales víctimas, esa situación se produce en un contexto habitual en unas personas jóvenes: están en una discoteca, consumiendo alcohol voluntariamente y esa circunstancia es aprovechada.

Las drogas que consume voluntariamente la persona la incapacitan para tomar decisiones y los agresores se aprovechan de esa situación. Por tanto, no es solo suministrar una sustancia con esos fines, también aprovechar que una persona ha tomado alcohol o alguna droga. Una cosa se llamaría sumisión química proactiva y otra sería sumisión química indirecta.

¿La sumisión química es algo nuevo?

No, incluso hay muchas películas donde aparece. De Hitchcok, por ejemplo, donde se le da una sustancia a una persona para robarle. Los casos de sumisión son muy clásicos. Con abusos sexuales es un poco más reciente, puede datar de hace diez o quince años a lo sumo.

Se acusa a los medios de sobredimensionar el peligro de la burundanga cuando su uso para la sumisión química solo se ha podido probar en un caso...

Hay más casos. Este de Baleares al que se refiere ni siquiera es el primer caso en el que se detecta.

¿Se dan casos de sumisión química o se hace de una anécdota la regla?

Se dan, pero en el caso de la burundanga con una prevalencia muy pequeña. Sucede mucho más con otras sustancias, incluso a nivel europeo y mundial, que tiene mucha más prevalencia que la propia escopolamina [principio activo de la burundanga]. En España se habrán dado, como mucho, tres o cuatro casos en los últimos 15 años. Los primeros trabajos sobre sumisión química en España son nuestros, y antes del 2008 no había nada sobre el tema en español.

Hasta hace poco no se estableció un protocolo por parte del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses y los hospitales, que puede permitir sacar a la luz la presencia de una sustancia con determinadas intenciones. Lo más importante es que las víctimas denuncien cuanto antes, que no tarden en hacerlo, porque este tipo de sustancias pueden desaparecer del organismo y si se tarda 48 horas en denunciar un hecho —que a veces no se recuerda porque las propias sustancias pueden producir una alteración de la memoria sobre todo de la anterógrada, la inmediatamente anterior al hecho que ha sucedido— pueden desaparecer de la sangre y orina. Afortunadamente algunos laboratorios tenemos, y el nuestro de la USC lo tiene, un protocolo que permite detectar sustancias en muestras de cabello al cabo de un mes o de las cinco semanas de haberse producido el hecho.

La dificultad está en que la víctima sea reacia a denunciar porque no recuerda qué ocurrió.

Pero si se encuentra que no sabe explicarse las últimas doce horas, a lo mejor está en un lugar extraño, o en su propia habitación pero no sabe qué le ocurrió, tendrá que consultarlo. Si una persona está incapacitada puede no tener las clásicas heridas que puede presentar una víctima de abuso que no está incapacitada y se defiende.

El uso de escopolamina no es frecuente, pero ¿sí el de otras sustancias?

Por ejemplo, los ansiolíticos, las benzodiazepinas se dan con mucha frecuencia en estos casos. Combinadas con el alcohol potencian el efecto depresor.

¿Se suministran siempre por vía oral? ¿Qué hay de cierto en eso de que se podía administrar solo haciendo que la víctima tocara un folleto en la calle o soplándole la droga en la cara?

Eso no tiene ningún fundamento, ni el más mínimo. Tiene que ser por vía oral, te la mezclan en la bebida, son sustancias que no detectas porque apenas tienen sabor y se disuelven enseguida.

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