Más de 90 lucenses recibieron atención a lo largo de este año por grave riesgo de suicidio

La de Lugo es la segunda área sanitaria gallega en contar con una unidad de prevención específica, que se habilitó en diciembre de 2020 ▶ El 68,8% de usuarios son mujeres, el 8,8% tiene más de 65 años y el 11% entre 16 y 25 . El grupo es heterogéneo y no hay un perfil de paciente
Fernando Lamelo, Xemma Ares, Mar Valcárcel, Belén Grandío y Samuel VIllar. XESÚS PONTE
photo_camera Fernando Lamelo, Xemma Ares, Mar Valcárcel, Belén Grandío y Samuel VIllar. XESÚS PONTE

Un total de 93 lucenses, de 16 años en adelante, han recibido atención por riesgo grave de suicidio. Desde hace prácticamente un año cuando una persona es trasladada a Urgencias por una tentativa autolítica o expresa ideación suicida se le deriva a la unidad de prevención que tiene su sede en la Praza de Ferrol, si es que no estaba ya a seguimiento en salud mental.

Lugo se convirtió a finales de 2020 en la segunda área sanitaria gallega en contar con una unidad de estas características, ya que la estrategia del Sergas establece que haya una por área. La primera se puso en marcha hace doce años en Ourense. Año tras año, estas son las dos provincias que suelen disputarse el triste liderazgo de las más suicidas de la comunidad. Además, Galicia figura sistemáticamente en los primeros puestos españoles de muertes autolíticas. Aunque, obviamente, la prevención ya se hacía antes desde las unidades de salud mental, es evidente que existía la necesidad de una intervención más específica.

Eso es lo que ofrece la unidad a estos pacientes: tiempo, disponibilidad y atención integral y lo más personalizada posible. Cuenta con una psiquiatra, Belén Grandío Sanjuán; un psicólogo clínico, Samuel Villar Costas; una enfermera especialista en salud mental, Mar Valcárcel, y, ahora mismo, una residente de Enfermería, Xemma Ares. Depende de la dirección de procesos asistenciales del área, a cargo de Fernando Lamelo.

La primera consulta desde que se produce la derivación tiene lugar en menos de una semana, una demora reducida que resulta imprescindible para que el paciente perciba implicación y se adhiera al programa. Ese primer día, el paciente pasa una hora con Enfermería y otra con la psiquiatra y se va con la cita para una segunda consulta y un teléfono al que llamar ante cualquier problema y que se le anima a usar.

Cada paciente tiene unas circunstancias y la unidad ajusta la atención a ellas. "Algunos vienen cada quince días, otros cada semana y otros casi cada día, tres o cuatro veces por semana", explican estos profesionales. "Lo que más valoran los pacientes es que se les preste atención con tiempo por delante, sin mirar el reloj", añaden. Puede que esa sea una de las principales diferencias de la atención que ofrece la unidad, dentro del programa de intervención intensiva que aplican, con respecto a las de la unidad de salud mental donde se veían antes a esos pacientes: agendas menos saturadas que les permiten incrementar la periodicidad de las consultas si se considera preciso.

SIN PERFIL. El perfil de usuario de la unidad no existe, en realidad. Hay más mujeres que hombres —un 68,8% frente a un 31,2%— que es algo que coincide con lo que dice la literatura médica: se dan más tentativas entre las mujeres y más suicidios consumados entre los hombres, muy probablemente porque ellos eligen métodos más letales y también porque quizás ellas hacen más uso de los recursos sociosanitarios. Los pacientes mayores de 65 años suponen un 8,8% del total; los jóvenes de entre 16 y 25 años, un 11%. El único usuario que acabó consumando el suicidio mientras estaba en el programa fue una mujer de 83 años. Entre las mujeres, hay un 25% de migrantes.

Algunos pacientes tienen biografías muy duras y escaso o nulo respaldo familiar. Otros, cuentan con una fuerte red de familia y amigos. Sus realidades son, por tanto, muy variopintas. Lo que tienen en común es "una situación vital actual complicada y de gran desesperanza por el futuro", apunta el grupo de profesionales de la unidad. Lejos de formar un grupo homogéneo o con muchas similitudes, en realidad, apuntan que "nadie está libre de encontrarse en un momento dado en una situación de desesperanza". Para muchos de los usuarios, de hecho, resulta llamativo encontrarse en ese punto. "Algunos nos reconocen que nunca se hubieran imaginado verse en una unidad de prevención del suicidio", explican.

El personal de la unidad se muestra satisfecho, no solo de que se destinen más recursos a la salud mental, sino también de que esté en la agenda social, que sea algo de lo que se hable y haya más sensibilización en el debate público sobre ella.

A lo largo de este primer año, un total de 20 pacientes han completado el programa de intervención intensiva y recibido el alta. Con todos se mantiene un seguimiento regular, pero más espaciado que hasta entonces, en las unidades de salud mental o a través de su médico de cabecera. Igualmente, siguen contando con el teléfono de la unidad de prevención del suicidio que pueden utilizar cuando lo necesitan. Según los profesionales, inicialmente los pacientes son reacios a llamar pero con el paso del tiempo usan más ese recurso.

En estos momentos, son 69 los pacientes que siguen activamente el programa. El área sanitaria registró en el año 2020 un total de 82 ingresos por riesgo de suicidio en la unidad de agudos de Psiquiatría. Este año, hasta el 1 de noviembre, fueron 76. Por ese mismo motivo pasaron por los servicios de Urgencias 125 personas el año pasado y 106 hasta noviembre del actual ejercicio.

Las muertes autoinfligidas bajaron en meses con más restricciones anticovid

También en Lugo se percibe ese cambio de patrón, que observan forenses en toda España desde el año pasado

Los efectos de la pandemia siguen dejándose notar en multitud de aspectos, también en los suicidios. Forenses de toda España observan desde el año pasado un cambio en el patrón de este tipo de muertes: bajaron durante el confinamiento o en los meses en los que hubo más restricciones de movimiento a causa de las medidas preventivas anticovid, subieron cuando la situacion epidemiológica mejoró y estas se relajaron.

El jefe del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en Lugo, José Luis Cascallana, asegura que en la provincia se reproduce ese mismo comportamiento que perciben sus colegas de otras provincias. Por ejemplo, si se observan las muertes autoinfligidas que se registraron este año, se ve ese patrón, con una concentración en las temporadas de menos limitaciones, como los meses de verano.

En 2021, se contabilizaron, según datos del Imelga hasta el pasado día 24 de este mes, un total de 40 suicidios. La mayoría se produjeron a partir del mes de mayo, con un notable incremento en julio, mientras que en los primeros meses del año fueron inusualmente escasos, en comparación con lo habitual otros años.

En enero ocurrieron dos; al igual que en febrero, marzo y abril. Es decir, fue un cuatrimestre con un total de seis. En el segundo cuatrimestre, sin embargo, se produjeron 22: cinco en mayo, cinco en junio, ocho en julio y cuatro en agosto. A partir de septiembre y hasta ahora se registraron diez en total: cuatro en septiembre, tres en octubre y tres en lo que va de noviembre.

El año pasado ocurrió lo mismo. En marzo, hubo seis suicidios, todos antes de que se decretara el confinamiento; en mayo, uno. El doctor Cascallana cree que esta modificación en el patrón puede deberse a la mayor sensación de acompañamiento familiar al ver reducida la movilidad.

Lugo presenta una peculiaridad con respecto al resto de España. Ni en 2020 aumentaron los sucidios, como sí ocurrió en el resto del país, ni parece que lo vaya a hacer este año a tenor de los datos disponibles hasta ahora. En otras zonas han crecido de forma importante y, en algunos grupos de edad concretos, se han multiplicado.

En el conjunto de España crecieron entre 2019 y 2020 un 7,4%, con el mayor incremento en el grupo de entre 55 y 64 años. En el caso de Lugo, en 2019 se produjeron 58 suicidios y en 2020, dos menos, 56. A falta de poco más de un mes para que acabe el año, se han contabilizado 40.

En este 2021, como también ocurrió otros años, la mayoría de lucenses que se quitaron la vida fueron hombres (28, frente a 12 mujeres) y de más de sesenta años. La horquilla de edades de personas que se suicidaron durante este ejercicio en la provincia está entre los 25 años y los 93, pero la inmensa mayoría de muertes autolíticas fueron de personas que se encontraban en la sesentena.

La salud mental de los mayores se resintió a causa de la pandemia

Los pacientes de más edad son los que tienen un mayor peligro de consumar el suicidio

Las consecuencias de la pandemia pueden verse, de forma especial, en los pacientes mayores. Junto al deterioro cognitivo y físico que puede promover el aislamiento, este también tiene efectos en la salud mental que ya están percibiendo los profesionales.

El personal de la unidad de prevención del suicidio admite que se observan las secuelas negativas no solo del confinamiento estricto sino también de las restricciones posteriores. Para una persona mayor, especialmente si vive sola, no salir de casa aunque sea para encuentros breves como echar la partida, dar paseos o ir a misa supone eliminar por completo sus posibilidades de socialización. Primero ocurrió con el confinamiento, pero después, para prevenir los contagios, muchos dejaron de visitar a sus familiares mayores.

Los usuarios de mayor edad son los que tienen un riesgo mayor de consumar el suicidio, ya que eligen métodos más letales.