"La magia no es el truco, es sobre todo ilusión"

Entrevista con Lore Lavand, maga
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photo_camera Lore Lavand. XESÚS PONTE

Prefiere presentarse como ilusionista y no como maga porque cree más en la ilusión que en la magia. Lore Lavand es una de las pocas mujeres que se atreven a adentrarse en una de las profesiones más masculinizadas.

Sabemos que se llama Lorena Lavandera. ¿Por qué eligió acortar el nombre y el apellido?
Mi padre fue un ilusionista de fama mundial, René Lavandera o René Lavand, y, por eso mismo, me costó hacerle el corte al apellido pero pensé: "Si todo el mundo puede apropiarse de trucos que él hizo, ¿por qué yo no voy a utilizar su apellido que, además, es el que tengo?".

‘De casta le viene al galgo’, ¿heredó los genes de maga de su padre?
Heredé su filosofía. Mi padre era un experto en cartas, cartomagia, y yo no hago nada de eso. En cambio, recuerdo cuando, de niña, me llevaba a caminar por la finca y me decía: "Escucha lo que hay alrededor. Eso es magia también". Por eso, a mí me gusta  más la palabra ilusionista porque la magia es ilusión, es todo lo que la gente puede sentir al vernos actuar, no es solo dar con el truco.

¿Qué hace una maga en una profesión muy masculinizada?
Durante muchos años, fue un mundo de hombres. La mujer era la ayudante, la cara bonita, el cuerpo. Nosotras no tenemos referentes en esta profesión pero es una ventaja para crear estilo.

¿Notó que alguna vez desconfiase el público de que una mujer hiciese también magia?
¡Habrá de todo como el público que va solo a descubrir el truco mientras que otros van a soñar! A mí me tiene pasado de preguntarme: "¿Pero el mago dónde está?". Hay cierto recelo a que sea una mujer, pero siempre fui bien recibida por todos.

Recayó en Lugo por casualidad y le cambió la vida. ¿Qué tal se adaptó una argentina aquí?
Bien, porque vengo de Tandil, una ciudad de 130.000 habitantes. Me sentí como en mi casa porque es un sitio donde conoces a con quien te cruzas en la calle y es una ciudad de tanta belleza que te atrapa su embrujo.

Sorprende al abrir su página web una pregunta: "¿Para qué buscar los hilos de la marioneta?". ¿Nos puede explicar qué quiere decir?
Era una frase que utilizaba mi padre. Cuando vas a ver un espectáculo de magia si te dedicas a buscar el secreto, no disfrutas, pero si vas a ilusionarte, sí. Es como los títeres: si vas a ver los hilos de la marioneta no tiene gracia pero si ves la vida de esos muñecos, sí.

¿Cuántas veces le gustaría tener a mano una varita mágica?
Muchas. ¡Ojalá no existiese el truco y pudiésemos hacer algo como acabar con las guerras y el hambre en el mundo!

Tuvo dos buenos maestros: su padre y su pareja, el Mago Rafa. Le sería fácil aprender…
Me costó lanzarme en esto aunque toda la vida estuve rodeada por el ilusionismo. También me costó por el peso del apellido. Hice teatro aficionado de joven pero ahora me planteé, con 43 años: "¿Por qué sigo mirando para un sueño?". Mi padre decía que "no hay artista sin estilo" y yo busqué mi propio estilo.

Dadas las circunstancias, ¿en su casa hablan mucho de magia?
No hacemos mucha magia pero sí hablamos sobre lo que queremos despertar en el público. Yo intento emocionar.