M-Clan le quitó la ‘saia’ a Carolina con sus guitarras rockeras y sureñas

Cientos de personas corearon los temas del grupo murciano, liderado por Tarque y Ruipérez. La Horta do Seminario casi se llenó para celebrar los veinte años de esta banda rockera

A la Carolina gallega de la ‘saia’ con el lagarto pintado, le salió una dura competidora: la de la otra Carolina que hicieron famosa, con sus guitarras rockeras, los integrantes del grupo murciano M-Clan. O, más en concreto, los fundadores de esta banda, Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez, el cantante y el guitarrista que, en marzo de 1993, decidieron unirse para formar un grupo por el que, hasta ahora, pasaron casi una decena de músicos.

Pese a todo, la banda sobrevivió y grabó ocho discos en veinte años. Justo los que ahora celebran los murcianos en una gira acústica que está a punto de terminar y que, después de tocar el viernes  en Lugo, en una Horta do Seminario casi a tope, continuarán por Zaragoza, Atarfe (Granada) y Roquetas de Mar (Almería), para después volar a Estados Unidos, a Nashville, donde grabarán un noveno trabajo.

Los M-Clan saben conectar con el público. Interactúan con su gente, entre canción y canción, y logran arrancar los aplausos y las palmas y meneos de sus admiradores con un sonido compacto, acústico, rockero y, por veces, rocanrolero como hay pocos ahora en España y en el que sobran muestras de un excelente talento en los rasgueos de guitarra de Ricardo Ruipérez y de Prisco, junto con el colchón rítmico que aportan Coki Jiménez y Chapo y un Lucas Albadalejo, la última incorporación a los teclados, que también hizo gala de su virtuosismo en temas como el veterano ‘Perdido en la ciudad’.

Rock sureño, hard-rock de los 70 y rhythm & blues completan la descripción de la música de M-Clan, que también recreó versiones de temas de Rod Stewart y de The Rolling Stones. Llegaron también las referencias a las noticias de los telediarios de las que Carlos Tarque dijo que le daban "ganas de vomitar" justo antes de la presentación de otra de sus canciones, ‘Las calles están ardiendo’.

Viéndolos había un público que no podía ser más variopinto -como sucede, por otra parte, en muchos de los conciertos del San Froilán-. Junto a las decenas y hasta centenas de veinteañeros y, sobre todo, veinteañeras que había en primera fila, también se podían ver parejas de mayores que sobrepasaban los 60 años y familias con niños.

"¡Se está bien arriba!", decía el cantante, Carlos Tarque, con el chaleco negro -al igual que otros músicos de la banda- que, junto a la barba, le daban un aire hipster.

Los M-Clan hicieron dos bises y recordaron muchas de sus viejas canciones incorporando, en ocasiones, instrumentos poco rockeros como la pandereta, de la que echó mano Tarque en una ocasión. La conexión Lugo-M-Clan se hizo realidad en muchos momentos del concierto, en los que el público, manos arriba, cantaba al unísono varios de sus temas más conocidos. No caía en saco roto. Ellos respondían, también en clave lucense, con un "graciñas" con acento murciano. Los protagonistas de la última campaña publicitaria de Mahou, en la que interpretaron una versión de ‘Maneras de vivir’, de Leño, fueron generosos en el escenario y tocaron veinte minutos más de lo estipulado, sin mirar el reloj y haciendo gala de que, para resistir veinte años encima de un escenario, se ha de sentir la música hasta en los genes.

Buen sabor de boca y despedida por todo lo alto de este grupo, que logró superar a Kiko Veneno en afluencia de público, mientras varios de los presentes aplaudían las canciones de M-Clan haciendo equilibrios con la bolsa del botellón que también ayer, viernes, se esperaba en el parque Rosalía de Castro. Mientras tanto, un senegalés -solo uno- recorría el concierto trazando su propia ruta entre los entresijos del público cargado con lo que, otros años, portaría su manta. Este hombre ‘percha’ colgaba en su cabeza, hombros y brazos sombreros, pulseras y adornos fluorescentes, intentando ganarse la vida entre canción y canción de los M-Clan, con otro de los estribillos más conocidos por los lucenses: el de "barato, barato".

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