Uno de los retos que el Concello tiene por delante es la instalación del contenedor marrón, al que solo podrá ir la basura orgánica, para cumplir con la obligación que ha establecido la UE para antes de enero de 2024. Los recipientes comenzarán a colocarse durante los próximos meses, una vez acabe la sustitución de los restantes, y, para dar salida a esa basura, en un primer momento lo más probable es que el Concello recurra a una empresa autorizada en la gestión de biorresiduos, pero más adelante el gobierno de Lara Méndez no descarta montar un sistema de tratamiento propio.
El concejal de Medio Ambiente, Miguel Fernández, avanzó que su departamento está estudiando esa posibilidad tanto desde la perspectiva económica como desde el punto de vista técnico, ya que cree que para la administración puede ser una opción no solo viable sino incluso ventajosa. Sería así porque el sistema poco tendría que ver con el que se planteó hace veinte años, durante el primer gobierno PSOE-BNG en el Concello.
En ese momento, se llegó a adjudicar a Urbaser la construcción de una planta de compostaje en O Ceao, pero el proyecto no fue adelante por el recurso de una empresa competidora y porque entonces el PSOE no hizo una apuesta decidida por un proyecto que llevaba la firma del BNG, que tampoco tenía apoyo de la oposición, que provocaba contestación vecinal por las supuestas molestias que ocasionaría la instalación y porque generaba dudas desde la perspectiva económica. Sus detractores argumentaban que los números no salían por el coste que tendría dar salida a los impropios —se llegó a hablar de habilitar un vertedero en Labio, cerca de donde años antes se había clausurado otro— y también al propio compost.
Las variables que ahora hacen volver a pensar en un sistema de tratamiento propio son varias. Por un lado, los medios técnicos han evolucionado y hoy en día existen instalaciones compactas compostadoras, algunas de ellas modulares —por si existen variaciones en la producción— que no necesitan de mucha obra ni de mucho o incluso de ningún personal a tiempo completo.
La otra gran diferencia sería que los que llegará a esas instalaciones serán residuos orgánicos a priori bien depositados, sin mezcla de otro tipo de basura, ya que los contenedores que se van a instalar para la fracción orgánica funcionarán con llave electrónica. Solo abrirán con la tarjeta ciudadana, por lo que se presupone que quien se tome la molestia de usarlos estará concienciado sobre la importancia de hacer una buena separación de los residuos en casa. La necesidad de separar y tratar impropios sería mínima, lo que a su vez derivaría en biorresiduos de una calidad aceptable, lo que haría más fácil su salida, bien para uso propio del Concello, para comercializar o para regalar a los ciudadanos que lo deseen como forma de cerrar el círculo y de compensar su compromiso con el medio ambiente.
Esos restos de residuos no orgánicos serían enviados a Sogama, como se hace ahora con el resto de la basura. Serían los equivalentes a la actual fracción resto (la del contenedor verde), pero en mucha menos cantidad, y serían incinerados en Cerceda. Hay que tener en cuenta que buena parte del contenido de la basura que va al contenedor verde es agua, con lo que en realidad el Concello está pagando a Sogama por tratar agua. Esta se evapora en el proceso de compostaje, con lo que lo que la cantidad de compost que resulta tampoco es tan grande como de puede parecer de primeras.
La empresa de recogida de la basura, EcoLugo, comenzó a sustituir los contenedores de envases, papel y fracción resto y cuando termine iniciará la instalación del recipiente para residuos orgánicos
La idea del gobierno local no sería, por tanto, montar una planta de las dimensiones y las características como las planteadas en el pasado, sino unas instalaciones más sencillas de construir y de mantener. Con todo, Fernández recalca que es una opción más de las que su departamento tiene sobre la mesa y la que más tiempo necesitaría para materializarse, por lo que, como la idea es poner en marcha cuanto antes la recogida selectiva de la basura orgánica, en un primer momento se optará por contratar el servicio con Sogama o con algún gestor privado.
La empresa de recogida de la basura, EcoLugo, comenzó a sustituir los contenedores de envases, papel y fracción resto y cuando termine iniciará la instalación del recipiente para residuos orgánicos.
Sogama todavía no tiene adaptada su planta de transferencia de O Ceao para recibir la basura del llamado contenedor marrón, por lo que es probable que, mientras tanto, el Concello de Lugo contrate los servicios de otra empresa autorizada para el tratamiento de ese tipo de residuos. En la provincia hay dos, en Castro de Rei y en Cospeito. Estos dos gestores privados, Agroamb y Gestión de Residuos Biocompost, no están especializados en basura doméstica pero pueden tratarla.
En la provincia, el contenedor marrón ya ha llegado a algunos concellos, como Outeiro de Rei y Antas de Ulla, y la capital prevé sumarse en los próximos meses. Para tratar este tipo de residuos, Sogama está construyendo una red de plantas complementarias a la que tiene en el complejo ambiental de Cerceda (A Coruña), con el objetivo de que los concellos tengan un lugar a donde llevar estos residuos a menos de 50 kilómetros de distancia.
En la provincia, Sogama construye instalaciones con este fin en Cervo, con un coste de 6,3 millones de euros.
El compostaje funciona con éxito desde hace años en algunas poblaciones de menor tamaño, como Allariz, a través de los llamados composteros comunitarios, que también habrá en Lugo, y con dificultades en otros lugares, como A Coruña. La ciudad herculina creó su propio sistema de tratamiento de residuos hace años, a raíz del accidente del vertedero de Bens. Sirve también a concellos limítrofes y en este momento afronta el reto de modernizar sus instalaciones y de revisar su modelo por el coste y por los problemas para dar salida a un compost de poca calidad.