Lugo cumple con responsabilidad aunque con excepciones

Varios lucenses llamaron a la Policía para denunciar a comercios que abrieron al público y los agentes acudieron por la tarde a disolver una fiesta en As Saamasas
La Praza do Campo. AÍDA SOENGAS
photo_camera La Praza do Campo vacía este sábado. AÍDA SOENGAS

Un sol de justicia brilló este sábado en la capital lucense para iluminar a los pocos ciudadanos que salieron a calle para dar un paseo, una de las pocas actividades posibles en una urbe con la mayor parte de los negocios abanderados por el cartel de cerrado. Aun así, algunos empresarios se resistieron a bajar la verja y abrieron sus puertas al público, pero la racionalidad se impuso y muchos ciudadanos llamaron a la Policía Local para denunciarlo.

Los agentes acudieron a varias tiendas del casco histórico y ordenaron el cierre, bien acatado por los responsables de los establecimientos, quienes alegaron que desconocían por completo la prohibición lanzada un día antes por el ejecutivo gallego. Y tampoco se dieron por aludidos muchos negocios ubicados en el polígono industrial de O Ceao, donde este sábado por la mañana seguían trabajando a pleno rendimiento algunas empresas de suministros o de muebles, entre otros sectores. Sin embargo, algunos de estos establecimientos ya adelantaron a sus empleados que cerrarán al público a partir del lunes.

Y en los negocios que tenían permiso para continuar con su actividad, como tiendas de alimentación y farmacias, también se fue imponiendo poco a poco la sensatez. La imagen de los ciudadanos agolpados frente a las estanterías de los supermercados fue dando paso a lo largo del día a una estampa mucho más sosegada, ya que muchos establecimientos limitaron el aforo y los clientes tenían que hacer cola en el exterior y esperar su turno para no concentrarse en el interior de las instalaciones.

Además, los empleados de los supermercados velaron por el cumplimiento de las recomendaciones generales para hacerle frente al coronavirus y le recriminaron a varios clientes que cogieran la fruta sin guantes, o que no se cubrieran la boca al estornudar, entre otras cosas. A la inversa, también hubo ciudadanos que le reprocharon a los responsables de algunas superficies comerciales que vendieran artículos no relacionados con la alimentación, como textiles o aparatos electrónicos, entre otros.

Las calles de la ciudad permanecieron vacías, pero muchos ciudadanos salieron a caminar por los paseos del Miño y del Rato

Los supermercados de la capital lucense se atestaron de gente durante toda la jornada —aunque sin tantas aglomeraciones como el día anterior— y las farmacias de guardia tampoco dejaron de atender a unos ciudadanos cada vez más concienciados con la situación de alerta por la que atraviesa el país.

Colas
Colas este domingo en una tienda de barrio de Montero Ríos. Los clientes han ido entrando de uno en uno para guardar la distancia de seguridad. EP
 

CALLES. Sin comercio ni hostelería, las calles de la ciudad ofrecían una estampa que nadie hubiera podido imaginar hace tan solo unos días. Terrazas vacías, tráfico escaso, parques cerrados, y un día primaveral que la mayoría de los vecinos tuvieron que disfrutar desde su ventana. Aun así, el vacío no fue total y algunas personas salieron a la calle para dar una vuelta o pasear al perro, sobre todo por las inmediaciones del Río Miño y del Rato. Y tampoco faltaron algunos turistas rodeando la catedral y subiendo a la muralla, a la que también acudieron varios lucenses a practicar deporte, actuaciones que desde mañana ya no se podrán llevar a cabo.

Los ciudadanos que se resistieron a quedarse en casa respetaron por lo general las recomendaciones de seguridad sanitaria que facilitó el Gobierno y evitaron juntarse y realizar actividades en grupo, aunque no todos. De hecho, varias patrullas de la Policía Nacional tuvieron que acudir este sábado por la tarde a disolver una fiesta en un inmueble de As Saamasas, que antiguamente albergaba un restaurante.

El incidente se produjo alrededor de las cinco de la tarde, cuando un grupo multitudinario de personas de etnia gitana —tanto adultos como niños— se dieron cita en ese lugar y montaron una animada fiesta en el exterior del local, con música incluida. Los agentes acudieron al inmueble tras recibir varias llamadas en la Sala del 091 y explicaron a los asistentes que no estaban permitidas las reuniones tan numerosas a raíz de la alerta sanitaria por la crisis del coronavirus. Finalmente, el grupo se disolvió.

Salvo este percance, la jornada transcurrió tranquila y sin incidentes en la capital lucense, a pesar de que el clima invitaba a todo menos a quedarse en casa. Para este domingo, sin embargo, las previsiones meteorológicas anuncian un día lluvioso y desapacible, lo que seguramente hará más llevadera otra jornada de retiro forzoso para prevenir la expansión de una epidemia contra la que parece que los lucenses no tienen pensado rendirse.