Historias de Lugo

Lugo recurrió al Ejército para cocer pan por la huelga de hace un siglo

Los panaderos secundaban el paro general y vinieron ocho soldados de A Coruña, a petición del Concello, para usar el horno municipal.

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photo_camera Estación de tren de Lugo, en 1906. EP

Que se destaque el Ejército para cocer pan puede parecer, a vista de hoy, algo surrealista pero hace un siglo no lo era. Ocho soldados de A Coruña vinieron expresamente a Lugo, hace ahora un siglo, para que la población tuviese pan ante la huelga general que amenazaba con dejar sin este alimento a los lucenses.

La noticia fue recogida por El Progreso el 6 de diciembre de 1918. Los soldados se pusieron manos a la obra en el horno municipal, atendido por un maestro hornero, que prestaba el servicio de cocer pan para toda la población. A esta decisión se llegó después de que el Ayuntamiento intentase convencer a los dueños de los distintos hornos que había en la ciudad para que se echasen atrás y no secundasen el paro, lo que resultó infructuoso.

El alcalde decidió dirigirse al gobernador militar para que el Ejército echase una mano a la ciudad y viniesen varios soldados a hacer el papel de panaderos.

La respuesta no se hizo esperar y a Lugo vinieron ocho soldados -de los cuales algunos eran panaderos y otros, maestros de pala y de masa- que, asesorados por el maestro del horno municipal, «realizaron las hornadas suficientes para abastecer el pueblo», afirmaba El Progreso.

La iniciativa no fue del gusto del Centro Obrero. De hecho, un grupo de representantes de esta institución se dirigió al alcalde para que no cociese el horno municipal. Petición que cayó en saco roto, dado que el regidor se empeñó en garantizar el pan para todos los lucenses aunque fuese recurriendo al Ejército, como así ocurrió, y anunciando, a su vez, «que sobraría pan en el pueblo, hecho por la panadería del Ayuntamiento y por los soldados de la Intendencia», refleja el periódico.

El trabajo salió adelante, el pan llegó para todos los lucenses que lo solicitaban y los soldados coruñeses fueron obsequiados y retribuidos por este trabajo por el Ayuntamiento.

En esta tarea, también hubo algunos lucenses que se ofrecieron voluntarios para ayudar, de los que El Progreso dijo que «se les admitió a trabajar y serán propuestos para recompensarles su voluntario y valioso auxilio».

Acaparadores

La huelga general convocada el 4 y el 5 de diciembre de 1918 por el Centro Obrero de Lugo tenía su razón de ser en la falta de alimentos derivada de su compra masiva por los acaparadores con el fin de exportarlos a los países participantes en la I Guerra Mundial, concluida un mes antes y que tenían carencia de productos básicos. El negocio de los acaparadores estaba abocando al hambre a la población lucense por la falta de alimentos o su precio excesivo.

La Cámara de Comercio acordó, el 2 de diciembre de 1918, una serie de medidas para abaratar el mercado y resolver la falta de subsistencias. La primera consistió en prohibir la exportación de patatas, castañas, huevos y tocino en Outeiro de Rei, Begonte, Trasparga, Viveiro, Cospeito, Castro de Rei, Pol, Castroverde, O Corgo, Láncara, O Páramo, Sarria, Portomarín, Guntín, Friol y Lugo. En el resto de la provincia, se debería entregar una parte de lo que se iba a exportar para el abastecimiento en Lugo.

También pidió que se eliminasen las tasas en los mercados para que pudiesen vender los agricultores y que se prohibiese a los acaparadores comprar artículos de primera necesidad en los mercados, calles, carreteras y caminos hacia Lugo antes de la una de la tarde.

El Ayuntamiento ofrecía castañas, patatas y huevos
El Concello vendía a cada lucense un ferrado de castañas y 70 kilos máximo de patatas. Los huevos se vendían a 2 pesetas en los puestos municipales de la Plaza pero la mayoría eran comprados por los acaparadores en A Ponte y Garabolos y se exportaban por tren facturados como loza.

 

A sablazos por un camión de lana
Un motín contra el comercio de José Delgado por la venta de un camión de lana para el Ejército a un fabricante de mantas de Palencia acabó con varios heridos tras correr los guardias a sablazos a los manifestantes en Santo Domingo.Los amotinados creían que Delgado exportaba castañas o zuecas y el enfado fue general.

 

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