Lugo pasa de contabilizar un suicidio semanal a uno al mes desde el inicio del confinamiento

Los forenses no tienen claras las razones de este fenómeno, que también se ha dado en otras zonas, donde ahora ya empiezan de nuevo a repuntar los casos. La menor oportunidad y un estado colectivo de contención podrían explicarlo
Una ambulancia llega con un enfermo a las urgencias del Hospital Lucus Augusti, en Lugo. EFE
photo_camera Una ambulancia llega con un enfermo a las urgencias del Hospital Lucus Augusti, en Lugo. EFE

Lugo resulta, año tras año, la provincia más suicida de España u ocupa uno de los puestos de salida de tan triste ránking. La media es de un caso a la semana; entre cuatro y cinco al mes. Así ocurrió, por ejemplo, entre el 14 de febrero y el 14 de marzo de este año cuando hubo cinco muertes autoinfligidas. Pero el confinamiento parece haberle dado la vuelta a esta tendencia y, entre el 14 de marzo y el 14 de abril solo se produjo una. Los datos del año pasad, con un total de 58 suicidios, poco más de uno semanal, confirman la tendencia habitual.

El súbito ‘parón’ del último mes no se comprende con facilidad. “No sabemos muy bien cómo explicarlo”, admite José Luis Cascallana, director del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en Lugo. Reconoce que, por conversaciones con forenses de otras zonas, sabe que este fenómeno se reproduce también en otras provincias. En todas parecieron detenerse las muertes autolíticas cuando se impuso el estado de alarma y la gente se vio obligada a permanecer en casas. Sin embargo, también puntualiza que, en otros lugares, la situación puede estar volviendo a cambiar. “Por ejemplo, me dijeron compañeros de A Coruña que tampoco habían visto suicidios hasta hace poco, pero que en la última semana ya tuvieron dos o tres casos”, apunta el doctor Cascallana.

El hecho de estar más acompañados de sus familias puede explicar la reducción de muertes autoinfligidas de mayores

El único caso que se dio en Lugo, además, no se incluye en el perfil habitual del suicida de la provincia. Se trató de una persona con numerosa patología psiquiátrica y que ya había intentado acabar con su vida en reiteradas ocasiones y lo que más frecuentemente se encuentran los forenses son hombres mayores con rasgos depresivos sin intentos previos.

Entre las posibles explicaciones al radical descenso de las muertes autoinfligidas está, por ejemplo, lo más evidente: la falta de oportunidad. “Puede que los mayores estén más acompañados, más arropados por sus familias. Y el acto suicida necesita un tiempo, una preparación. Antes a lo mejor podía ocurrir cuando la familia había salido, pero ahora esa circunstancia no se da”, explica el director del Imelga en Lugo.

También se plantea la posibilidad de que se deba a una percepción de que existe un objetivo común, superar esta etapa, que lleve a la persona a no entregarse a la ideación suicida.

TENTATIVAS. Aún con los datos por confirmar, la psicóloga clínica de la unidad de salud mental de Lugo Delia Guitián percibe también un descenso en los intentos de suicidio. “Ha habido casos, pero se nota una reducción”, admite.

“Como si nos quedáramos congeldos en el tiempo, hasta que más adelante se suelta todo”

Las características socio-demográficas de esta serie de pacientes son muy diferentes a las de las personas que llegan a consumar el suicidio, como si se tratara de dos grupos casi opuestos. Por ejemplo, está probado que más hombres se suicidan pero más mujeres lo intentan y así ocurre en Lugo, donde estas representan el 72% de las personas que llegan a los servicios de Urgencias por ese motivo.

Aunque el comportamiento de ambos grupos no coincida, sí se observa una tendencia a la baja ahora. A su vez, Guitián señala que, en los dos, la reducción puede deberse a que se entra en una temporada de contención colectiva, donde todo parece pararse. “Como si nos quedáramos congelados en el tiempo, hasta que más adelante se suelta todo”, apunta.

Entre los pacientes de Salud Mental y que siguen recibiendo consulta, percibe eso mismo muchas veces. Ellos mismos insisten en que lo suyo puede esperar, que ya se verá más adelante. En realidad, encuentra dos grupos diferenciados: los que se sentían abrumados por un mundo que iba demasiado rápido para ellos y los dejaba atrás y los que tendían a afrontar sus problemas haciendo y haciendo. Los primeros sienten cierto alivio y respaldo en un estado de parón que ahora atañe a todos, como de pertenencia al grupo. Los segundos, llevan mal la obligación de detenerse y verse cara a cara con sus problemas.

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