Lugo: orgías, coca, dinero y policías

La jueza retrata las relaciones entre agentes y proxenetas en un lugar peculiar "donde todo el mundo se conoce"
 
Instalaciones del Queens. XESÚS PONTE
photo_camera Instalaciones del Queens. XESÚS PONTE

El extenso auto dictado  por Pilar de Lara en esta pieza incluye las habituales descripciones de las penosas condiciones que reinan en el mundo de la prostitución, donde las mujeres solo son «mercancías». Pero también un sinfín de situaciones particulares que retratan un ecosistema en el que los policías ayudaban a los proxenetas a cambio de favores económicos y sexuales, agentes disfrutaban en los burdeles vestidos de uniforme o celebraban fiestas particulares en las que la cocaína y el sexo corrían por cuenta de los delincuentes. Todo ello, dice la magistrada, en un lugar con las « peculiaridades geográficas , demográficas y sociales de la localidad de Lugo, donde todo el mundo se conoce, lo que dificultó el control de las actividades de los investigados».

Premio del sorteo: una chica

Una de las testigos relata a la jueza cómo uno de los policías nacionales implicados andaba por el burdel como Pedro por su casa. Un día, le cuenta, «mantuvo relaciones sexuales gratuitas con él en el club Tara porque ese día, al ser el aniversario del local , se celebró un sorteo cuyo premio era la mencionada mujer , siendo el ganador el policía nacional».

"Mi pistola es más grande"

La mayor parte de las declaraciones giran en torno a los burdeles de José Manuel García Adán, el rey de la noche y el propietario del Queens y La Colina, donde la presencia de agentes nacionales, locales y de la Guardia Civil era habitual. Todos ellos sabían, relata una de las prostitutas, que Adán iba armado aunque carecía de permiso y algunos incluso le daban munición. No era difícil saberlo,porque el proxeneta no se cortaba a la hora de poner la pistola sobre la barra. En una ocasión, uno de policías «desenfundó su pistola reglamentaria y la colocó en el mostrador al lado del arma de Adán para comparar cual era más grande», declara una testigo.

De regalo, bragas

«Jose el Poli llegó en coche policial al Queens, con otro funcionario policial, también uniformado, marchándose ambos tras tomar una copa», escribe Pilar de Lara en otro momento. Ese policía entonces sin nombre ni apodo fue identificado por varias testigos porque se dedicaba a venderles ropa en el burdel. «Otra testigo manifiesta que le regalaba las bragas».

El poli novato y la estampida

El auto recoge un episodio que sacó de sus casillas a uno de los proxenetas. Al parecer, un policía novato había ido a tomar una copa la noche anterior por el burdel y, por hacerse valer con las chicas, había comentado algo acerca de una cercana redada de Extranjería en el local. Al día siguiente la mitad de las mujeres no se presentaron por miedo a ser deportadas. El proxeneta llamó a varios de los policías más cercanos y veteranos, para que le dieran «un toque» porque le había «espantado a las putas». Razón no le faltaba, porque al parecer estaba «harto de los policías, que aún encima de que les hacía fiestas, les dejaba follar y beber por la cara, le jodieran el negocio».

"La coca buena es la mía"

Y es que, al parecer, lo de las orgías con coca, alcohol y mujeres en casa privadas con agentes, subvencionadas por García Adán, eran bastante frecuentes. En ellas participaban incluso policías de uniforme. Un ejemplo recogido en el auto: "Era una despedida de soltero, a la que Adán llevó varias mujeres del Queens, comida, alcohol y sobre unos 30 gramos de cocaína. Refiere la testigo que  en un momento uno de los policías saco cocaína que llevaba él, la puso encima de la mesa en un plato parahacer unas rayas, y Adán se acercó y se la tiró al suelo diciendo: 'Eso no vale nada, la buena es la que traigo yo'. Luego sacó los veinte o treinta gramos e iban haciendo rayas en una bandeja que rotaba entre todos".

Tres salen, una se queda

La irregularidades de los agentes y funcionarios relacionados con los servicios de Inmigración y Extranjería a la hora de tramitar los expedientes de las mujeres no son menos llamativos. Hay que partir de que prácticamente todas ellas estaban en situación irregular o necesitaban renovar sus permisos. La investigación pudo constatar cómo en una redada de Extranjería en uno de los burdeles fueron localizadas cuatro chicas en situación irregular. Tres de ellas recibieron expedientes de expulsión del país; la cuarta, amiga especial de uno de los imputados, salvó su expediente con una multa de 300 euros.

"O me cobran o me follan"

Los contactos con los policías y funcionarios que controlaban los permisos de residencia eran muy cotizados entre las mujeres, que se intercambiaban nombres. Una de las llamadas recoge como una de ellas llama a otra, que le recomienda que pregunte por una persona determinada en las oficinas de Extranjería, que le podían arreglar lo suyo. "Yo quiero saber antes", le respondió, "si me va a cobrar o me va a follar".

"Ahí tenéis a mis vacas"

Es en estas circunstancias de impunidad y terror en las que las mujeres trabajaban en los burdeles. Tal era el sentimiento de impunidad de los proxenetas que una de ellas testifica sobre la escena que presenció un día, cuando,  con varios policías delante, García Adán les soltó: "Mira, ahí tenéis a mis vacas. Solo saben comer, beber y pacer, no hacen otra cosa, así están de gordas".

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