¿Y si Europa cierra el grifo?

Lugo se divirtió, pero le tocó pagar la fiesta

La provincia no supo aprovechar todo el potencial de unos fondos que aumentaron más la brecha con el eje atlántico ► El sector ganadero experimentó una enorme modernización, pero no acertó a apostar por la comercialización

La A-8, una de las grandes vías de comunicación ya construidas en Lugo. JOSE Mª ALVEZ
photo_camera La A-8, una de las grandes vías de comunicación ya construidas en Lugo. JOSE Mª ALVEZ

Galicia ha sido una fiesta de subvenciones durante las últimas tres décadas, en las que ha gozado de la mejor oportunidad de su historia reciente. Una gran fiesta pagada con los volquetes cargados de millones que llegaban de la Unión Europea, pero en la que Lugo y Ourense ejercían de anfitrionas, ya que era la situación de estas dos provincias la que permitió a la comunidad comer del trozo grande de la tarta de los fondos europeos. El problema viene a la hora de hacer balance, cuando se comprueba que los que más y mejor se han beneficiado de esos fondos han sido precisamente los dos invitados, las provincias atlánticas, que incluso han incrementado su brecha con respecto a Lugo y Ourense.

En esta situación, los agentes económicos coinciden en que para la provincia el balance no ha sido malo, pero sí claramente insuficiente. Bien en unos casos por una mala planificación de las inversiones, bien porque hubo decisiones políticas que no acompañaron o bien por falta de ambición, la sensación es que para Lugo ha sido «una oportunidad perdida», en palabras de Jaime López, secretario general de la Confederación de Empresarios de Lugo.

Infraestructuras insuficientes
No es fácil entrar en el detalle de un dinero que ha empapado todo el tejido económico y social, a veces con aluviones y la mayoría con goteos: ganadería, vino, montes, industria, autónomos, servicios sociales, comercio, industria, tecnologías de la información, turismo, asociacionismo... Prácticamente todo ha sido susceptible de disfrutar de unos fondos que se empezarán a valorar cuando falten, como pasó con los estructurales, los que permitían hacer grandes infraestructuras, que se terminaron en el 2014.

Lugo llegó a tiempo de finalizar la A-6 y la A-8, pero no a completar esta hasta Ferrol con la Carretera da Costa o ha terminar la autovía a Santiago. "Las infraestructuras realizadas», opina Jaime López, «eran necesarias en su práctica totalidad. Otra cosa es si se han planteado mal las cosas: a lo mejor lo que tenía que tener hoy Galicia es una red de cercanías que nos uniera a todos con la capital y de ahí poder salir a donde fuera, pero eso no se ha planteado".

Y no se ha hecho por falta de dinero, sino por decisiones políticas. Por ejemplo, el AVE, que recibe esos fondos pero se decide invertirlos en que entre por Ourense en lugar de que entre por Monforte y desde ahí se construya una Y hacia Vigo y A Coruña, al estilo del Y vasca. "Se ha hecho mal para Lugo. A nivel gallego, o en Vigo o en A Coruña, igual no, pero aquí se ha hecho muy mal", insiste el representante de los empresarios. Tras acabarse los estructurales, en el periodo 2014-2020 quedaban fondos fundamentalmente orientados a innovación, crecimiento inteligente e integrador. Era la última oportunidad para provincias como Lugo y esa oportunidad está a punto de agotarse. López lamenta que "no se haya aprovechado para crear industria en Lugo", aunque destaca la apuesta por el polo aeronáutico de Rozas y los drones, que debería llegar acompañado de planes de formación académica y laboral específica.

Industria y población
Otra de las críticas que el empresariado lucense tiene que ver con que no se han tomado medidas para frenar la dispersión poblacional y el envejecimiento. "Poco se puede hacer sin dedicar fondos y sin tener claro que al final la despoblación de Lugo y Ourense es mala para Galicia, porque al final lo que tú vendes fuera es esa materia prima tuya de calidad, lo que sale del medio rural", lamenta el secretario general de la CEL. "Se ha hecho la gestión más fácil", asegura, "se ha actuado donde estaban ya los mayores grupos de población y económicos. Generar proyectos aquí es más difícil. Vigo y A Coruña se han expandido y Lugo y Ourense siguen casi igual".

Los reproches se extienden a la gestión del empuje al sector turístico, a los fondos de formación para desempleados o las ayudas a empresarios y autónomos, para concluir que los fondos europeos han sido hasta ahora para Lugo "una oportunidad perdida. Es un balance aceptable, pero ha faltado ambición a la hora de planificarlos". En este punto, recuerda López, "nuestra única fortaleza sigue siendo la riqueza rural, ganadera, agraria, forestal".

El rural resiste
Respecto a esta fortaleza, que depende de otro programa europeo, la PAC, las noticias no parecen tan malas como en el resto de sectores productivos. Javier Iglesias es el responsable de ganadería del sindicato Unións Agrarias: "Es cierto que una buena parte de los fondos no se utilizaron bien, por lo que perdimos oportunidades. Pero el balance es positivo. La agricultura y la ganadería en Galicia no sería lo que es hoy sin ese dinero".

Y ha sido mucho dinero, contando tanto el que ha ido directamente destinado a los agricultores como el relacionado con el medio rural. Solo en el periodo 2014-2020 serán 1.100 millones de euros. "La inmensa mayoría de los fondos se destinaron a proyectos de modernización y mejora de las explotaciones", explica Iglesias, lo que permitió a los ganaderos modernizarse, hacer instalaciones dimensionadas, mejores condiciones, tecnificarse... El resultado es que "cuando entramos en la Unión, Galicia era una de las regiones menos desarrolladas en el ámbito agrario y a día de hoy es una región puntera".

El error de la comercialización
Entre los errores, un montón de dinero que se destinó a inversiones escasamente productivas que de poco sirven si no se fija población. Y el más grave: "Uno de los grandes errores que cometimos, y nos incluyo a todos, es que pusimos demasiado énfasis en modernizar las explotaciones y nos olvidamos de la comercialización. Ese es nuestro gran déficit".

Como contrapunto, los proyectos desarrollados en el sector del vino o con productos como el queso, la inmensa mayoría fruto de la financiación europea y que tuvieron éxito porque "la gente vio mejor que tenía que llegar al consumidor de forma directa, pero en la ganadería no lo vimos".

Pese a todo, Iglesias es optimista: "Estoy convencido de que aún estamos a tiempo. Ahora sí se aprecian iniciativas que pueden dar un impulso al sector, al menos se ve intención de desarrollar ideas y proyectos, y aún quedan muchos millones para invertir".