Las segundas veces impresionan menos

La investidura de Méndez, en unas circunstancias políticas más normales que las de hace cuatro años, no generó tanta expectación ni fue tan intensa como entonces. Acudieron autoridades pero, sobre todo, familiares de los ediles

Asistentes a la toma de posesión de Lara Méndez en Lugo. XESÚS PONTE
photo_camera Asistentes a la toma de posesión de Lara Méndez en Lugo. XESÚS PONTE

Si hace cuatro años el salón de plenos del Concello de Lugo se quedó pequeño para vivir la investidura de la primera alcaldesa de la ciudad y recibir a nuevos grupos políticos que entraban en escena, y la ceremonia fue un sube y baja de emociones por la abrupta marcha de José López Orozco, la segunda toma de posesión de Lara Méndez generó mucha menos expectación. La coincidencia con el Arde Lucus tampoco se percibió apenas, salvo por los tambores que sonaban el exterior y el atuendo romano de Carmen Basadre, alma máter de la fiesta, como recuerda Méndez cada vez que tiene ocasión. Aunque desde el viernes ya no es concejala, estuvo pendiente de la fiesta todo el tiempo.

Entre los invitados había quien esperaba encontrarse a Méndez vestida poco menos que de emperatriz para recibir por segunda vez el bastón de mando de la ciudad, pero la socialista optó por un vestido negro con ribetes en crudo porque, al parecer, no todos los miembros de su nuevo equipo se sentían cómodos caracterizándose de época. Frente a la etiqueta que lucían la mayoría de los concejales contrastaba el look de quien será primer teniente de  alcalde y de algunos de sus compañeros. El nacionalista Rubén Arroxo no renunció a los tejanos, la camisa de cuadros y las deportivas.

Si alguna emoción se percibió en la sesión fue la de los concejales nuevos (17), mayor, como es lógico, entre quienes formarán parte del gobierno. Muchos estuvieron acompañados por padres, parejas e hijos, como los veinteañeros de la nacionalista Maite Ferreiro y la socialista Paula Alvarellos o el pequeño y risueño Darío, hijo de la portavoz de Cs, Olga Louzao.

La propia Méndez contó con la presencia de su marido, Ángel, y de su hija, Marcela, que a pesar de que lleva tiempo diciendo que quiere votar para que "mamá no sea alcaldesa", vivió con resignación y paciencia la monótona investidura, hasta que esta acabó y se colgó del cuello de su madre con la intención de retenerla el mayor tiempo posible. Hace cuatro años, la niña siguió el acto en brazos de su padre y este sábado, en una silla en sitio preferente, y solo cuando, al finalizar el discurso, su madre se refirió a ella para señalar que, a pesar de su corta edad, ya le ha enseñado que el esfuerzo, el tesón y la lucha siempre dan frutos, asomó emoción en su voz. Méndez también estuvo acompañada por sus suegros y sus padres, "contentos", "orgullosos" y confiados en que tenga cuatro años un poco más fáciles que los anteriores.

Basadre, Rosana Rielo y Ana Prieto, ya en calidad de diputada nacional, fueron los únicos exconcejales del gobierno que acudieron al acto, que contó con la presencia de la subdelegada del Gobierno, Isabel Rodríguez; el presidente en funciones de la Diputación, Darío Campos, que a mediodía tomó posesión como alcalde de A Pontenova, y los diputados autonómicos y exconcejales Concepción Burgo y Luis Álvarez. Los ediles del PP estuvieron acompañados por el delegado de la Xunta en Lugo, José Manuel Balseiro, y los nacionalistas, por la diputada autonómica Olalla Rodil, y por veteranos como Cosme Pombo, Suso Méndez y Antón Bao, que gobernó con Orozco y que este sábado reconocía que fue consultado por sus compañeros en las negociaciones con Méndez.

Como en todo acto político, hubo apartes, como el de Campos y el nuevo edil y secretario provincial del PSOE, Álvaro Santos, quien mostró mucha prisa por salir a tomar un café y tuvo que ser reclamado por sus compañeros para hacer la foto del nuevo grupo socialista.