Barajan irse de los pisos sociales de A Ponte tras quedarse sin luz

El prolongado corte del suministro eléctrico y los problemas de convivencia empiezan a desesperar a los residentes de la zona. Los afectados temen denunciar a las personas conflictivas, alguna de las cuales piratea energía con enganches ilegales en los contadores
Una vecina del inmueble muestra las consecuencias del corte del suministro de electricidad
photo_camera Una vecina del inmueble muestra las consecuencias del corte del suministro de electricidad

Algunos de los vecinos de los pisos sociales de A Ponte, que ya llevan dos semanas sin luz en la comunidad, comienzan a plantearse cambiar de residencia ante la situación. Dos de los bloques se encuentran sin ascensores y sin antena de televisión comunitaria y, sobre todo, sin luz en el portal, lo que dificulta la entrada por la noche y genera inseguridad.

La compañía eléctrica procedió a cortar el suministro de luz a causa de los impagos de algunas facturas y, según los vecinos, no hay solución a la vista. "Non é xusto que moitos sigamos pagando relixiosamente as facturas e que por culpa doutros non poidamos ter luz nin ascensores", denuncia una de las residentes.

La antena comunitaria de la televisión, una para los cuatro edificios, dejó de funcionar debido al corte de luz en dos de los cuatro inmuebles -los bloques 47 y 49- que, según dicen los afectados, son los únicos únicos que pagan sus cuotas comunitarias. "Precisamente a nosotros, que somos los que pagamos, somos los que nos quedamos sin electricidad en el bloque", denuncian.

Pero si hay un motivo que empuja a los vecinos a abandonar sus casas, son los problemas de convivencia que se producen desde la entrega pisos en 2012. Una de las residentes incluso ha tenido que contratar un sistema de seguridad ante el temor de que entre alguien, algo que, dicen, ya ha ocurrido en domicilios de la zona. "No aguanto más aquí. Por la noche tengo que entrar con una linterna, he puesto alarma en mi casa y tengo que estar pendiente cuando abro una ventana por miedo a que entre alguien. Ya estoy buscando otro sitio para irme a vivir", relata resignada una vecina.

La desesperación de algunos residentes, que no encuentran solución en ninguna instancia a pesar de haber presentado quejas en Vivenda, llega al punto de pedir, directamente, la expulsión de los vecinos conflictivos. "Queremos que se vayan ya. No hay derecho a que suframos todos por culpa de cuatro que no saben convivir", explica una vecina al mismo tiempo que otro muestra una fotografía de su contador de luz, pirateado con un cable que lleva hasta el de otro vecino.

MOBILIARIO DESTROZADO. Otro de los problemas es la falta de respeto a al mobiliario de los de los edificios. Las cámaras de seguridad rotas, los garajes llenos de basura y bombonas -prohibidas en el inmueble- y los patios con envases y cubiertos, entre otras cosas, son el paisaje habitual al que se enfrentan día tras día. Los vecinos procedieron a limpiar las zonas comunes para tener un mínimo de higiene, pero ante el frecuente incivismo, finalmente han desistido. "Ao principio limpábamos a suciedade que deixan algúns dos veciños, pero é que ao día seguinte volve a estar igual. Temos un servizo de limpeza que ven unha vez á semana, pero dá o mesmo", relata una de las vecinas que colaboran en la limpieza.

El importe de la polémica cuota de la comunidad son 30 euros para unos pisos que tienen una renta de 150 euros mensuales. La mayoría de los residentes viven de alquiler, motivo por lo que algunos tienen la posibilidad de marcharse. Pero otros, atados a una hipoteca, se resginan ante la situación actual y el miedo a denunciar por posibles represalias. Desde de Lugonovo, se reclamó la mediación del IGVS para solucionar el problema.

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