Casi 700 parejas pusieron fin a su relación en 2014 en Lugo

Los separados lucenses alcanzan un acuerdo con respecto a sus hijos solo en el 30% de los casos

La custodia de los niños suele ser el principal motivo de discrepancia tras la ruptura y pocas parejas optan por la mediación. Muchos progenitores quieren la custodia compartida y denuncian que los jueces de la provincia dictan "sentencias tipo"
Dos padres llevan de la mano a su hijo
photo_camera Dos padres llevan de la mano a su hijo

PONER FIN a una relación de pareja nunca es plato de buen gusto y la cosa se complica cuando hay hijos. De hecho, la custodia y todas las demás medidas que afectan a los niños -como puede ser la pensión de alimentos o la asignación de la vivienda familiar- suelen ser el principal motivo de discrepancia tras la ruptura.

Según los últimos datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial, los juzgados lucenses tramitaron el pasado año 367 casos de modificación de medidas y custodia de hijos (también de parejas no casadas), y únicamente en 97 de ellos -un porcentaje próximo al 30%- los padres alcanzaron un acuerdo. En los 270 restantes tuvo que ser el juez el que marcara las pautas.

Y según los afectados, las decisiones judiciales en la provincia de Lugo resultan previsibles, ya que los magistrados optan por "sentencias tipo" que no se adaptan a las circunstancias individuales de cada familia. Lois Toirán, delegado en Lugo de la Asociación Galega de Pais e Nais Separados, explica que, por regla general, el juez le da la custodia a la madre y permite al padre visitar a los niños alguna tarde a la semana y los fines de semana alternos. Además, le impone la obligación de pasarles una pensión. "É unha visión actualizada da prehistoria, cando o pai saía a cazar e a nai quedaba na casa cos fillos". En su opinión, esta organización resulta perjudicial para los menores, "xa que aprenden un rol desigualitario, no que o pai trae os cartos e a nai encárgase de todo".

Para muchos padres separados es necesario cambiar cuanto antes este tipo de mentalidad y optar por la custodia compartida como norma general, pero los jueces lucenses parecen reacios a imponerla y únicamente la conceden cuando los dos progenitores están de acuerdo, lo que tampoco resulta fácil. "Unha ruptura supón un cambio trascendental na vida dunha persoa, e normalmente é un cambio negativo. Ante unha dificultade así, a veces sae o mellor de cada un, pero outras veces aparecen todo tipo de miserias", comenta Toirán.

El lucense Javier Martínez sabe bien lo complicada que puede llegar a ser una ruptura de pareja cuando hay hijos. Hace tan solo unos meses, cuando su mujer puso fin a la relación, Javier contactó con la Asociación de Pais e Nais Separados, donde le explicaron detalladamente lo que iba a figurar en su sentencia de medidas provisionales. "Y no se equivocaron ni lo más mínimo", lamenta.

El juez le concedió a la madre la custodia de su hija de dos años y le permite a él visitarla dos tardes a la semana, de seis a ocho, y un fin de semana alterno de once de la mañana a ocho de la tarde. Ni tan siquiera puede llevársela a su casa a dormir, a pesar de que antes del divorcio él se encargaba de recoger a la niña de la guardería, bañarla y acostarla. "Soy maestro y pedagogo. Tengo tiempo libre para dedicarle a mi hija y quiero hacerlo, pero ahora de repente soy un extraño. A mi me castigan no dejándome ver a mi hija, pero lo peor es que también la perjudican a ella".

Esta situación obliga a Javier a aprovechar al máximo el tiempo que está con su niña. "En ese poco tiempo intento buscar experiencias vitales de calidad, hacer con ella cosas significativas, desde hacer la compra en el supermercado hasta llevarla al teatro, para que vea que participo de su vida. No quiero ser la persona que llega el fin de semana, le da un beso y se va", afirma.

Al igual que otros muchos padres que se encuentran en su mismo caso, Javier se siente "frustrado" e "impotente" ante una situación que no alcanza a comprender. "Parece que estamos en el siglo XIX, pero las relaciones de pareja han cambiado y la Justicia no se adapta a los cambios. Los jueces no analizan los expedientes. Mi sentencia es exactamente igual a la de otros muchos padres con circunstancias muy diferentes, tan sólo cambia el nombre. No imparten Justicia, reparten fotocopias".

Este padre considera que en casos como el suyo -cuando no hay nada que impida a uno de los dos progenitores encargarse del menor-, lo "lógico" sería la custodia compartida. "Yo quiero formar parte del proceso educativo y madurativo de mi hija, ya que es lo más importante de mi vida, pero es difícil hacerlo si solo puedo estar con ella cuatro horas a la semana".

María Díaz (nombre ficticio) comparte totalmente la opinión de Javier. En su caso, el juez le dio la custodia de los hijos -de diez y once años- a su exmarido, alegando que ella trabaja en Madrid. Sin embargo, aunque en teoría la custodia es del padre, en la práctica es una custodia compartida en toda regla. "Yo soy funcionaria. Me desplazo a Madrid a trabajar tres días y paso cinco en Lugo. Además, salvo dos al año, todos los meses estoy trece días seguidos en casa. Y todo el tiempo que estoy en Lugo", explica, "tengo yo a los niños las 24 horas del día".

María pasa más tiempo con los niños que su exmarido, pero como el juzgado no le concede la custodia compartida tiene que pasarle al padre todos meses una pensión alimenticia de 300 euros, a pesar de que ella corre con todos los gastos de los pequeños cuando están con ella. "Vale que el dinero no es lo más importante, pero yo quiero hacer cosas con mis hijos, como llevarlos de vacaciones a la playa, y con todos tantos gastos -ya que también afronta el pago de un alquiler-, resulta complicado".

Tanto María, como Javier y Lois consideran fundamental la creación de un juzgado de familia en Lugo y la mediación obligatoria para evitar este tipo de situaciones, realmente incoherentes. "Se necesitan jueces especializados que estudien detenidamente cada caso y que se preocupen por las necesidades de los niños", dicen.

Además, creen que existe una idea un poco equivocada sobre la custodia compartida. "Non se trata de estar quince días con cada un, senon de facer un plan individual para repartir o tempo en función das circunstancias e das necesidades de cada familia", comenta Toirán.

Xosé Miguel Fernández y su exmujer acudieron al servicio de mediación del Gabinete de Orientación Familiar de la Xunta y acabaron optando por la custodia compartida de su hija, que está punto de cumplir ocho años. "Ó principio, a nai quería ter a custodia, pero despois de pasar pola mediación deuse conta de que era mellor compartila. Alí non nos insistiron nesta opción, pero tivemos varias entrevistas e faláronse moitas cousas. Analizamos as rutinas de cada un, os horarios, os costumes, e vimos que apartar a nena de un dos pais era contraproducente", cuenta Xosé Miguel.

Actualmente, la niña pasa una semana con cada progenitor, pero no lo llevan a rajatabla y hacen los cambios necesarios en función de las circunstancias. Además, el que no la tiene en su casa habla con ella por teléfono a diario. De este modo, la menor tiene contacto con ambos todos los días. "A ela explicámoslle todo e adaptouse moi ben á nova situación. O seu día a día non cambiou porque segue estando cos dous e co resto da familia, exactamente igual que antes. O único novo é que agora ten dúas casas", detalla.

Según este padre, la custodia compartida permite que padre y madre se impliquen en la educación de los niños, algo muy complicado cuando los padres son únicamente visitadores de fin de semana. "A experiencia da mediación foi moi positiva. Hai que deixar de lado o resquemor, xa que o final pagan os fillos", concluye.

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