Las ratas invaden Ramón Ferreiro y calles cercanas

Las comunidades de propietarios afectadas han recurrido a empresas de control de plagas
El problema se localiza en edificios de Ramón Ferreiro y de las calles próximas
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"Non son ratiños que se poden atopar en sacos de patacas. Son ratas negras grandes", afirmaba este miércoles una técnica de control de plagas de una empresa de limpieza, cuyos servicios han sido requeridos en las últimas semanas por varias comunidades de propietarios de inmuebles de la zona sur de Lugo.

Las ratas están campando a sus anchas por la manzana de edificios que está delimitada por las avenidas Ramón Ferreiro y de Madrid y las calles Pintor Corredoira y Armórica. Desde principios de este año se está registrando una "inusual" actividad de estas roedoras. "Ratas sempre houbo, pero nos últimos meses o seu número está descontrolado", precisaba esta técnica de control de plagas de una empresa de limpieza.

Los vecinos de decenas de edificios se las han topado en zonas comunes, como garajes, sótanos o cuartos de calderas. Incluso dependientes de negocios las han visto merodear por los contenedores situados en la vía pública, cuando fueron a depositar la basura.

Una técnica de control de plagasa atribuye este problema "puntual" de salubridad a que el Concello de Lugo no está realizando adecuadamente los controles de desratización en la red de alcantarillado de esta zona. El clima o unas obras en las canalizaciones también podrían influir, pero no es el caso, según aclara esta experta.

A finales del año pasado ya se produjo un caso similar en el barrio del Sagrado Corazón.

RECLAMACIÓN. Un administrador de fincas, que gestiona las comunidades de propietarios de 16 bloques de edificios de la Avenida Ramón Ferreiro y su entorno que están afectados, ha presentado una reclamación en el Concello en la que solicita a esta institución que adopte medidas.

Las empresas que han sido contratadas por los afectados han instalado portacebos con raticida en esas zonas comunes en las que buscan cobijo las incómodas inquilinas.

Cuando prueban el veneno las ratas no caen muertas en la propia trampa, sino que, aturdidas, suelen tardar uno o dos días en fallecer y se refugian en su guarida.

Esas cajas están debidamente identificadas y no se corre el riesgo de que pueden acceder a ellas animales domésticos, ni niños, según explica esta técnica.

Suelen ser huidizas. Se les puede ver de noche, porque salen de sus escondites cuando hay poca luz y poco ruido y no se sienten amenazadas por la presencia humana.

El problema se agravará si no se pone coto ya debido a que las ratas, si tienen comida, calor y cobijo, se pueden reproducir cada mes y parir camadas de diez o doce crías, advierten.

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