Las nuevas casetas cumplen, pero los clientes optan por las tradicionales

Decenas de lucenses se acercaron al ferial para degustar el pulpo en el primer día de apertura ► El buen tiempo contribuyó a que se viviese una jornada animada en el recinto de las barracas
Interior de la caseta de Bruxa
photo_camera Interior de la caseta de Bruxa

Los más curiosos pudieron saciar este sábado su ansiedad sobre la gran incógnita que planeaba sobre las fiestas de San Froilán, cómo serían las dos casetas del pulpo que debutaban, las de la adjudicataria Bruxa Consulting. Y pasaron la prueba del algodón estética, pero se encontraron con que los comensales se decantaron en esta primera jornada por degustar la estrella gastronómica de las patronales lucenses en las otras dos, las de Torre de Núñez y Manolo de Marce. Se diluía de esta manera la incertidumbre vivida en las últimas semanas.

Los promotores de las infraestructuras que se estrenaban, bajo los nombres de O Muíño y Bruxa, de un color blanco nuclear, optaron por un aforo holgado. En cada caseta dispusieron, de idéntica forma, unas 39 mesas para acoger a 210 comensales -a razón de cuatro o seis clientes por cada una-. Al mediodía su personal todavía se afanaba por poner todo a punto. Esa capacidad contrastaba con la de las más experimentadas en San Froilán -en torno a un 50% más de aforo-, que ya aprovechan más el espacio de que disponen desde la jornada inaugural, incluso con una sucesión de largas mesas para una treintena de clientes.

MINIMALISMO. Mientras las casetas tradicionales emulan a restaurantes en su ornamentación (cuadros o murales fotográficos, cortinas, lámparas...), las nuevas apuestan por una decoración minimalista. En O Muíño sus largas paredes blancas solo se veían interrumpidas por el rojo de los extintores. Mientras en Bruxa había una decena de cuadros inspirados en labores agrícolas. Las barras de bar también son menos aparentes que las de sus vecinas.

Hay otra diferencia menos sutil. Las nuevas casetas no han pagado todavía el peaje de gamberros que las utilizan como murales para realizar sus pintadas.

Resuelta esa curiosidad -fue un goteo continuo de lucenses los que quisieron ver cómo eran por dentro las nuevas casetas-, el pulpo lució su poder de convocatoria. Pese a que era la primera de más de una treintena de jornadas en que se podrá degustar en el ferial, familias y pandillas de amigos no se quisieron perder ese estreno y cumplir con la tradición en esta jornada sabatina.

RECINTO FERIAL. En este fin de semana previo al comienzo oficial de las fiestas, las favorables condiciones meteorológicas animó a los lucenses a dar un paseo por el recinto ferial, en donde aún hay puestos que todavía están sin montar.

Los carruseles para los más pequeños y las mareantes atracciones para los ya adolescentes comenzaron ayer a hacer caja, tras la floja primera jornada del viernes. Este puede ser el preámbulo a una animada semana en la que se prevé que el tiempo sople a favor.

Aunque hay que esperar hasta el martes para que se produzca el chupinazo del San Froilán, los jóvenes aprovecharon anoche para hacer el primer botellón de las fiestas en el parque Rosalía de Castro, mientras que la zona de vinos lucía llena.

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