La quema de contenedores encabeza la problemática del vandalismo en Lugo

El pasado año ardieron 34 depósitos de basura, cuyo coste oscila entre 170 y 750 euros. El Concello contabilizó también nueve papeleras, dos bancos y seis columpios destrozados

Hacer el vándalo tiene un coste importante, y no solo para los gamberros pillados ‘in fraganti’, sino también para las arcas municipales. El año pasado, al igual que los anteriores, el gobierno local tuvo que tirar de presupuesto para subsanar principalmente los daños ocasionados a conciencia en el mobiliario urbano. Y de todas las gamberradas registradas en la capital lucense, la que mantiene en vilo a la administración es la actuación de los incendiarios. "La quema de contenedores de basura es lo más problemático. Y además, en ocasiones afecta a vehículos estacionados o a viviendas y locales comerciales", dicen.

De hecho, a lo largo de 2015 ardieron un total de 34 depósitos, "y las zonas más afectadas fueron el barrio Feijoo y Fingoi", pero también fueron pasto de las llamas algunos ubicados en Armando Durán, Carril dos Loureiros, Serra Gañidoira o Avenida da Coruña, entre otros.

A principios de año, concretamente en la noche del 9 al 10 de enero, ardieron casi al mismo tiempo una docena de colectores. El primer fuego se inició poco antes de las cinco de la madrugada y las llamadas vecinales a Emergencias se produjeron con una diferencia de unos quince minutos, lo que obligó a los bomberos a actuar con gran rapidez para sofocar todos los fuegos y evitar que se propagasen.

Los gamberros rompieron también a pedradas los cristales de la pajarera ubicada en el Parque de Rosalía de Castro


El 11 de marzo también fueron pasto de las llamas tres colectores en un corto intervalo de tiempo. Los demás incendios, según la información facilitada desde el Concello, se produjeron de forma aislada, la mayoría de ellos en el primer semestre del año.

En la mayor parte los casos, los contenedores quedaron totalmente destruidos y fue necesario reponerlos, lo que tuvo un coste considerable, ya que un colector de basura de carga trasera cuesta 170 euros, mientras que el precio de uno de carga lateral asciende a 750 euros.

Cuando el incendiario es localizado y condenado, tiene que asumir el coste de la reposición, pero los arrestos por vandalismo son escasos. El año pasado, en el mes de marzo, un hombre de 35 años de edad, natural de Friol, fue detenido como presunto autor de la quema de un depósito de basura en Tino Grandío.

En la localización de esta persona resultó determinante la ayuda de los vecinos, que dieron aviso de su actuación a la Policía y algunos incluso le reprocharon lo que estaba haciendo. Los investigadores le imputaron al hombre únicamente este fuego y no trascendieron más arrestos. 

MOBILIARIO. Otro de los objetivos de los vándalos en la capital lucense es el mobiliario urbano. El año pasado, los gamberros destrozaron nueve papeleras, dos bancos, seis columpios y una luna, concretamente de una pajarera del parque de Rosalía, que fue rota a pedradas.

Todos estos actos vandálicos tienen un coste considerable. Y es que, por ejemplo, instalar una papelera cuesta alrededor de cincuenta euros y reponer un banco puede alcanzar los 700. 

PINTADAS. Otro problema que afecta a la mayoría de las ciudades son las pintadas. Sin embargo, el gobierno municipal de Lugo asegura que no contabilizó ningún acto vandálico por pintadas en todo 2015. Aun así, caminar por la capital lucense hace pensar lo contrario, ya que resulta habitual ver graffitis en paredes de viviendas particulares, muros, o edificios oficiales, algunos con trasfondo artístico y otro político.

El año pasado, a principios de marzo, un vándalo llenó de pintadas ofensivas el salón de actos de la casa sindical. Según revelaron las primeras hipótesis, el responsable de esta gamberrada entró seguramente a última hora de la tarde, esperó a que el personal de limpieza le pasase la llave a la puerta de la calle, cometió su fechoría aprovechando que el salón de actos no tiene cerradura, y después huyó con la noche como cómplice.

 La mayoría de estos actos ocurren en horario nocturno y en las noches de los jueves, viernes y sábados


Y en lo que respecta a los actos vandálicos en monumentos, el adarve de la muralla en Porta Miñá sufrió una considerable agresión en el mes de julio, cuando unos gamberros utilizaron uno de los petriles para grabar -con la punta de un arma blanca o con un afilado objeto metálico- la celebración de unas fiestas patronales que se iban a celebrar en una parroquia de la comunidad gallega. 

PERFIL. Tal y como explican desde el gobierno municipal, la mayoría de este tipo de actos se produjeron "en horario nocturno" y, principalmente, "durante las noches de los jueves, viernes y sábados".

Además, dejando a un lado circunstancias excepcionales, la temporada estival suele ser la de mayor actividad vandálica, ya que el buen tiempo anima a los gamberros a realizar sus fechorías.

Otro dato en este sentido es que los vándalos suelen ir con el rostro parcialmente tapado, por lo que resulta muy complicado identificarlos, incluso cuando actúan en lugares donde hay cámaras de seguridad que captan sus movimientos, además de su total y absoluta falta de civismo.

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