La pseudociencia causa abandonos y retrasos en tratamientos médicos

Al menos un paciente de Lugo al año se plantea ignorar la prescripción del oncólogo. Dejar pasar el período en el que el fármaco es más efectivo es una de las consecuencias más graves
Unidad de radioterapia en el Hula.
photo_camera Unidad de radioterapia en el Hula

Una paciente joven con un cáncer metastásico de buen pronóstico que, después de escuchar cuál es el tratamiento que se le propone, pide una segunda opinión y vuelve a consulta convencida: renuncia a él, ha decidido ser atendida solo por un quiropráctico. Este es un caso real visto en el Hula, una rareza en un mar de enfermos aquiescentes, pero que existe. El choque entre la Medicina y las pseudociencias es ya viejo, pero no pierde vigencia. Es cierto que algunas especialidades apenas ven casos de enfermos que recurren a otras terapias a mayores o directamente renuncian al tratamiento prescrito por su médico para seguir otro no validado por método científico alguno, pero son pocas. Ocurre con poca frecuencia pero ocurre en la mayoría.

"Vemos uno al año", dice la oncóloga Begoña Campos. Los casos en los que la colisión con las pseudociencias son más claros son dos: el del paciente que ya se ha sometido a una cirugía y al que se le propone un tratamiento oncológico preventivo y el paciente que ya se ha tratado, no se ha curado, necesita continuar con la terapia pero teme la toxicidad.

"Por regla general, llegan a la consulta con la decisión ya tomada, es algo que piensan tras el diagnóstico y te escuchan a ver qué propones pero ya tienen claro que quieren hacer otra cosa", apunta. Esa otra cosa va desde la ozonoterapia hasta la magnetoterapia; tratamientos a los que se llega "fundamentalmente a través de internet". En la sala de espera, los enfermos comparten información sobre nutrición -y los que recurren a nutricionistas son legión- pero para seleccionar una terapia alternativa a la quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia, inmunoterapia o cualquiera de las que constituyen Medicina basada en la evidencia, la Red es la fuente principal.

Lo que les atrae es el porcentaje de curación que prometen -imposible de igualar por médico alguno porque, como recuerda la doctora Campos, "en Medicina dos más dos no siempre son cuatro"- y la ausencia de efectos secundarios como la toxicidad.

Negarse a recibir tratamiento es una posibilidad que tiene el paciente adulto y ante lo que el médico solo puede hacer una cosa: intentar persuadirle. "Intentamos hablar con ellos, verlos a la semana tres veces, convencerlos de que los tratamientos están probados, que funcionan... Contamos también con una psicóloga clínica", dice. La mayoría de las veces, lo consiguen; otras no, admite con dolor, aunque en esos casos también hay pacientes que prueban la alternativa y acaban volviendo al hospital. "Los que vuelven están entregados, dicen que harán lo que les pidas", dice la especialista.

En ocasiones en ese ínterin se ha perdido la posibilidad de curación. La doctora Campos recuerda el caso de una paciente con cáncer de mama que, tras la cirugía, no quiso recibir ni quimio ni hormonoterapia preventiva. Regresó medio año después con metástasis ósea y movilidad ya reducida y entonces sí se avino a recibir la quimio. En ese caso, no se trataba tanto del deseo de probar otra terapia como de negación, la imposibilidad de creer que algo así podía ocurrir.

Aunque a veces la inacción puede funcionar (también en Oncología, donde tal y como recuerda la especialista se ha dado algún caso puntual de remisiones de tumores imposibles de explicar más allá del hecho de que se reforzase el sistema inmunológico a base de creer en la posibilidad de la curación) y pese a entender perfectamente la vulnerabilidad tras recibir un diagnóstico de cáncer, la oncóloga recuerda que los tratamientos que prescriben los especialistas están probados. Que funcionen no es la excepción, es la regla.

REUMATOLOGÍA. "Existe lo que llamamos la ventana de oportunidad. En las enfermedades reumatológicas como la artritis, si se pasa ese periodo se desencadenan una serie de fenómenos que se materializa en una cascada inflamatoria que no hay quien la pare", señala la doctora Encarna Amigo sobre lo que más preocupa a los reumatólogos de los enfermos que eligen terapias alternativas.

Hace poco, uno de sus pacientes, un joven que renunció al tratamiento para probar con homeopatía, regresó con un problema ocular que antes no tenía. "Estas enfermedades no afectan solo a las articulaciones, también al corazón, a los ojos, al pulmón... a todos los órganos que tienen membrana", dice. La doctora Amigo cree que la empatía y el tiempo en consulta son las únicas armas de los facultativos contra "los desaprensivos que se aprovechan de las personas enfermas que están en una situación muy frágil". De sus pacientes, las afectadas por fibromialgia son las que más suelen decantarse por terapias alternativas, algo que la reumatóloga atribuye al hecho de que, a menudo, "se sienten incomprendidas".

Por su parte, el jefe de Pediatría, Roberto Pérez Pacín, explica que en su especialidad no es en la que más se percibe el recurso a la pseudociencia. "Es más habitual en el caso de enfermedades crónicas y las de los niños son agudas", apunta. Pese a todo, también ocurre porque, explica, "todo el mundo quiere meter la cabeza en la Medicina: desde el tratamiento del Trastorno del Déficit de Atención por Hiperactividad hasta el cólico del lactante".

En este último caso se ofrecen fundamentalmente masajes para un problema que "se soluciona solo cuando el niño llega a los tres meses". El malestar del bebé no es una enfermedad, explica el pediatra, porque "no hay enfermedad que se manifieste únicamente dos o tres horas al día" y cree que aquellos que ofrecen pseudoterapias para él se benefician de que esté acotado en el tiempo. "Se arregla, se haga algo o no se haga nada", recuerda.

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