La otra vida que asoma tras el velo

Ibtissam Mahjoubi rompe esquemas. Esta joven musulmana decidió hace dos quitarse el velo para poder encontrar trabajo. Su reto es estudiar y ser independiente. Por ahora, ejerce de intérprete de árabe en los juzgados

Ibtissam Mahjoubi. J.VÁZQUEZ
photo_camera Ibtissam Mahjoubi. J.VÁZQUEZ

"Nací en Marruecos. Tengo 24 años. Me vine a Lugo con 10 y sin saber nada de español. Aquí estaba mi padre, que había llegado un año antes. Conmigo, emigramos a Lugo mi madre y mis dos hermanos. Al principio, me resultaban difíciles los estudios porque no dominaba el idioma, pero en un año logré hablar muy bien el español. Ahora, me llaman de la Policía y de los juzgados para hacer de intérprete de árabe. Me gustaría estudiar lenguas o ser azafata de vuelo. Me puse dos años velo pero a los 19 lo quité. Con velo es difícil conseguir un trabajo en Lugo".

Habla Ibtissam Mahjoubi, una joven de 24 años que pisa fuerte. Ella, de origen marroquí y musulmana, tiene claro que le gustaría tener una vida propia, independiente, que la haga crecer como persona.

Criada entre la cultura mulsumana y la occidental, Ibtissam llegó a la adolescencia con velo. Y así iba a clase al Politécnico, donde hizo un ciclo medio de atención a dependientes. El velo no estaba reñido con el aula. Solo causaba curiosidad entre sus compañeras, que le preguntaban constantemente por qué se lo ponía. Nada más. Siempre se sintió respetada, independientemente de su cultura y de su religión. Por eso, lo siguió llevando, pero a la hora de buscar trabajo no resultó. El velo se convirtió en su barrera para ganarse la vida por sí misma. Y se lo quitó.

Ibtissam se convirtió así en la voz y los oídos de acusados de origen árabe juzgados en Viveiro, Lalín, Chantada, Mondoñedo, Lugo y Ourense

"Mis padres nunca me obligaron a llevarlo. Ellos me explicaron cómo es el Islam y yo rezo y sigo siendo musulmana. Ahora llevo años sin él. Quería sacarlo porque descubrí que era mejor para buscar un trabajo. Aquí, en Lugo, aún hay muchos prejuicios. En Berlín, Barcelona o Madrid se ven mujeres trabajando con velo y no pasa nada", cuenta.

Los ojos de Ibtissam revelan que, detrás de ese velo que no se ve, hay una joven con muchas inquietudes y que sabe de lo que habla, rompiendo estereotipos y prejuicios de la mujer musulmana. Por ejemplo, el ciclo de FP le brindó la oportunidad de irse de Erasmus a hacer prácticas en Italia y Alemania. Pensó que en casa no la dejarían, pero se encontró con unos padres abiertos, dispuestos a ofrecerle a su hija las oportunidades que él -albañil- y ella -cocinera- no tuvieron. Y la animaron para descubrir otras culturas.

Esta experiencia le abrió los ojos a otras culturas y lenguas. En Alemania, incluso, llegaron a ofrecerle un trabajo. Y ella -que se quiere comer el mundo- estuvo a un tris de seguir trabajando cuidando ancianos en aquella residencia privada, pero la burocracia se lo impidió. Todavía no tenía la nacionalidad española y ese fue el escollo.

Trabajar y aprender. Esas son las dos premisas de esta joven llena de inquietudes. Por el momento, se matriculó en Inglés en la Escola Oficial de Idiomas a la par que pretende terminar el Bachillerato. Le costó mucho dominar el español, pero lo logró en un año. En esto tuvo mucho que ver el empeño de aquella maestra del colegio Menéndez Pelayo que en quinto se ponía con ella en las horas de Gallego e Inglés para enseñarle vocabulario en español a través de un librito que llevaba a clase.

Ibtissam no echa la vista atrás. La vida la empuja a buscarse un lugar para hacerse a sí misma. Se sacó el carné de conducir y quiere trabajar. El modelo de mujer resignada al marido no va con ella. "Hay algunas mujeres musulmanas para las que el marido lo es todo, pero yo no opino así. La mayoría de los hombres musulmanes ya aceptan que las mujeres trabajen", explica.

Ahora mismo, Ibtissam ya hace algunos trabajos. Su condición de niña inmigrante le permite ahora dominar dos lenguas -el español y el árabe- y hacer de intérprete en juicios o en declaraciones policiales. Es de las pocas personas en Lugo que domina a la perfección ambos idiomas. Comenzó a hacerlo cuando acudía a Cruz Roja como voluntaria, a donde iba su madre a aprender español. Desde Cruz Roja vieron que tenía facultades para ejercer de intérprete y la propia ONG envió su currículo a empresas. SeproTec y Ofilingua la ficharon.

Ibtissam se convirtió así en la voz y los oídos de acusados de origen árabe juzgados en Viveiro, Lalín, Chantada, Mondoñedo, Lugo y Ourense. También es la voz y los oídos de los refugiados que llegan a Lugo a través de la ONG Accem, a quienes acompaña en sus trámites y actividades diarias. Su ilusión es poder estudiar lenguas y, quizá, ser azafata aunque tampoco le disgusta ser dependienta de una tienda. De hecho, hizo un curso de cajera de supermercado que acabó con unas prácticas en Carrefour. No le importa el trabajo, le importa trabajar. "Cuando fui al extranjero, mis padres no tenían dinero para pagar los billetes y me busqué la vida cuidando a un niño y ahorrando. Prefiero eso a salir de fiestas", manifiesta.

Amante de la moda y feminista
Una prenda.
Le apasiona seguir la moda, pero siente predilección por los vaqueros y los tenis.
Un regalo. 
Sus favoritos son una prenda de vestir o un móvil.
Una religión.
La musulmana.
Una oportunidad.
Está dispuesta a trabajar en lo que sea. Sabe venderse muy bien a sí misma. "Voy a dar lo mejor. Soy joven, con gran capacidad de aprendizaje y de adaptación a los cambios. Mi objetivo es encontrar una oportunidad laboral para demostrar más capacidades y superarme a mí misma", dice.
Una cultura.
La marroquí. No lo duda, pese a que ya lleva la mitad de su vida en Lugo.
Un derecho.
Todos los que permitan que las mujeres tengan una vida más digna, con menos desigualdades de género. Ibtissam cree que aún hay mucha discriminación. "Hay mucho machismo en esta sociedad", afirma. Otro asunto que la saca de sus casillas es la violencia de género contra las mujeres.