SE PRECIA DE haber sacado, durante toda su vida, más dinero de las truchas que de la pintura, profesión a la que se dedicó Manuel Darío Vázquez Pereiro, Morocho para los que lo conocen en su barrio de A Abella. Sin embargo, lo que este lucense pescó el pasado viernes quizás valga más que las truchas que él vendía y de las que, según cuenta, en sus buenos tiempos llegaba a sacar hasta 9.000 pesetas diarias.
Lo que Morocho pescó fue ni más ni menos que una lancha a motor que bajaba sin pasajeros desde el Club Fluvial hacia el Caneiro do Muíño. Y Morocho, que estaba allí pescando, pensó que lo más conveniente en aquel momento era echarle el lance con su sedal de 10 kilos e ir a por ella.
"O Caneiro do Muíño está todo roto e o primeiro que pensei foi: 'Vai dereitiña a lancha cara alí e vaise esfachar o motor... e se o motor rompe, custa uns 3.000 ou 4.000 euros poñerlle outro'. Así que, primeiro chamei á Policía Local e despois fixen o que só podía facer, que era lanzar a caña e pescar a lancha, como se fose unha troita e así foi", comenta este hombre, todavía sorprendido por lo sucedido a orillas del Miño.
La lancha mordió el anzuelo y pudo ser amarrada por el pescador hasta que cogió, de nuevo, el teléfono móvil y llamó al Club Fluvial, de donde sospechaba que se había soltado la embarcación. Unos piragüistas en una K-4 se lanzaron rápidamente a su rescate y, poco a poco, consiguieron remolcarla, río arriba, hacia el club. A esas alturas ya sobraba la Policía e incluso los bomberos, a quienes pensaba también llamar Morocho. Así que la segunda llamada al Concello fue para decirles que acababa de pescar la lancha y que el asunto se daba por zanjado.
"Collín un plomo grande e un anzol do número 2 e, con iso e o sedal de 10 quilos, conseguín pescar a barca e termar dela para que non se fose río abaixo levada pola corrente", explica Morocho.
Este pescador lleva la friolera de 65 años con la afición en el cuerpo y nunca le había sucedido nada así. Lo contó en casa y a sus amigos y no daban crédito. Como tampoco daba él cuando volvía a pensar, una y otra vez, en lo que le había pasado.
"Isto pasa por moi poucas veces na vida, é moi raro, pero o que aínda é máis raro é poder pescar a lancha así, á caña. Iso, que eu saiba, nunca tal se viu", insiste Morocho, contando su hazaña con orgullo.