Historias de Lugo

La batalla por ser una misma

En 1943, El Progreso anunciaba nuevas ayudas del Estado a la nupcialidad, una forma de indemnización por despido a las trabajadoras cuando se casaban. Con la democracia, las mujeres se equipararon en derechos con los hombres. Por una vez, comenzaban a ser ellas

Lucenses aprendiendo a coser a principios de los años 60. AEP
photo_camera Lucenses aprendiendo a coser a principios de los años 60. AEP

No fue fácil llegar hasta aquí. El último siglo fue para las mujeres un vaivén de adquisición y retirada de derechos por su equiparación legal con los hombres. Los primeros movimientos feministas dieron su fruto en la Segunda República con una primera iniciativa que equiparaba las mujeres a los hombres: el derecho a voto en 1931. Pese a ello, una de las primeras lucenses que votó, Carmen Rivas, de Antas de Ulla, reconocía hace años, en una entrevista, que "a alguna no la dejaban votar ni el marido ni la familia".

Sin embargo, la concesión de derechos a las mujeres del régimen republicano no se quedó ahí. Entre 1931 y 1936, se aprobó una ley del divorcio y se reformó el Código Civil de forma que la mujer casada podía conservar su nacionalidad, tendría personalidad jurídica completa, poseería idéntica autoridad sobre los hijos que el padre y la administración matrimonial sería llevada conjuntamente por ambos miembros del matrimonio. También se introdujeron leyes que protegían a las madres trabajadoras.

TRABAJO. Con la llegada de Franco al poder, tras la Guerra Civil, se suprimió toda la legislación de la República que concedía derechos a las mujeres. A finales de 1939, se prohibió a las mujeres inscribirse como obreras en las oficinas de colocación, salvo si estaban separadas, se hallaba incapacitado su marido o eran solteras. A lo largo de los años siguientes, la normativa laboral establecía que las mujeres dejasen el trabajo al casarse. Telefónica hacía constar en sus cláusulas esta normativa al contratar a mujeres. En caso de que, con el tiempo, hubiese una reincorporación estas tendrían que contar con la autorización del marido.

Algunos reglamentos del régimen interior de las empresas prohibían a las mujeres ejercer puestos de dirección

Tampoco se les dejaba ejercer como abogadas del Estado, notarias, diplomáticas, agentes de Cambio y Bolsa, médicas de prisiones, técnicas de aduanas, fiscales y juezas. La situación comenzó a cambiar en la década de los 60. En 1961, una ley recogió el principio de igualdad de derechos laborales de los trabajadores de ambos sexos y las ordenanzas laborales dejaron de contener cláusulas de despido por matrimonio. En 1966 se permitió a las mujeres poder ejercer como juezas y fiscales.

EDUCACIÓN. El régimen de Franco suprimió la educación mixta en las escuelas y diseñó una formación especial para convertir a las mujeres en buenas esposas y madres. Para llevar a cabo esta tarea se creó la Sección Femenina de la Falange, que enseñaba a las mujeres su papel en sus escuelas de hogar, que comprendían las materias de labores y economía doméstica, puericultura y cocina,además de Formación del Espíritu Nacional, gimnasia y música. Cursar estas materias era
obligatorio en el Bachillerato y en las Escuelas Normales femeninas. Las maestras estaban obligadas, antes de la oposición, a cursar durante un mes estas materias, en cursos que recibían en verano en albergues en calidad de internas.

Las solteras o viudas sin hijos menores de 35 años debían hacer el Servicio Social, de seis meses y que comprendía lecciones sobre nacionalsindicalismo y de tareas domésticas en una escuela del hogar
además de trabajos en instituciones


El servicio social era necesario para obtener el pasaporte y el carné de conducir o pertenecer a una asociación.

FAMILIA. Hasta 1973, las solteras no podían dejar el hogar familiar antes de los 23 años. Las casadas dependían del permiso del marido para firmar un contrato de trabajo, comprar o vender bienes, montar un negocio, abrir una cuenta bancaria o disfrutar de su sueldo. Se prohibió el matrimonio civil y, con ello, el divorcio. Las mujeres carecían de libertad sexual y capacidad de decisión sobre sus propios cuerpos.

Durante el franquismo, el Código Penal castigaba duramente a las adúlteras mientras que para los hombres  solo era delito si el marido convivía con su amante

El mismo texto legislativo condenaba el aborto, aunque se reducía la condena si se trataba de una madre soltera y había deshonra para la familia. La Ley prohibía también la venta o divulgación de cualquier método para evitar la procreación. En cambio, se estimulaba la procreación con premios a las familias numerosas y un subsidio familiar de 30 pesetas mensuales, en los años 40, a partir de dos hijos, con aumentos escalonados según el número de niños. Si las mujeres trabajaban, se les quitaba la ayuda.

Revolución: De no ser nadie atomar las riendas
El acceso a la educación y la conquista de derechos laborales se hizo patente con la democracia. La autorización marital para firmar un contrato laboral y ejercer el comercio fue abolida en 1975. Seis años después, las mujeres pudieron comenzar a administrar la sociedad de gananciales del matrimonio en igualdad con el marido.

CONQUISTAS. La patria potestad conjunta sobre los hijos, la mayoría de edad a los 21 años, el control de la natalidad y las leyes del aborto, matrimonio civil y divorcio revolucionaron la existencia de las mujeres de forma que —por primera vez en la historia— comenzaron a gestionar sus propias vidas.

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