Una sesión de tarot con la jueza: "La Justicia tampoco acierta mucho"

La magistrada María Jesús García se presenta como tarotista y vidente de "gran experiencia"

Cartel con el que la jueza se anuncia como tarotista.EP
photo_camera Cartel con el que la jueza se anuncia como tarotista.EP

"¿A QUIÉN le pago la sesión, a ti o a él?". "Como quieras, a mí misma vale". La jueza María Jesús García Pérez coge el dinero con soltura, en el vestíbulo del piso, de pie, junto al que llama su "asistente", tras media hora de adivinación con cartas de tarot en la habitación contigua.

La consulta tiene lugar en un piso de la avenida Ramón Ferreiro, justo al lado de la Praza Horta de Seminario, a escasos 300 metros de su despacho en el juzgado de Vigilancia Penitenciaria, en el edificio de la Audiencia Provincial. Los coches aparcados en toda esta céntrica zona de Lugo presentan octavillas (como la que ilustra esta información) colocados en los parabrisas. Ella misma  y su compañero los colocan, aunque no sería de extrañar que tuvieran alguna ayuda porque fueron vistos carteles en zonas muy dispares de la ciudad, desde Montirón hasta A Milagrosa. Los primeros días anunciaban la consulta a 15 euros, pero tras varias semanas subieron la cuota a 20, posiblemente debido a una buena aceptación del público. También incluían una página de internet a la que no se podía acceder y que borraron en la segunda edición de anuncios.

DISCRETO, PERO NO TANTO. La llamada para conseguir cita la atiende el compañero, que desgrana varias horas para la sesión, todas ellas al día siguiente. Muy profesional al otro lado del teléfono, solo pide el nombre de pila para reservar, en un gesto que da confianza y cierto halo de confidencialidad.

Él es también quien atiende al portero automático y se dirige al cliente por su nombre, acostumbrado a la atención al público. Tres pisos en ascensor y aparece la puerta cerrada, como si se tratara de un dispensario médico. Abre y saluda risueño, al igual que la jueza, a la que presenta como "María". En ese punto ya coge las riendas la tarotista y ofrece al cliente asiento en una vieja butaca de escay. Ella se coloca justo enfrente, en un sofá grande, con una mesa con mantel blanco de por medio. Al lado, su perro y el asistente, que si bien al principio parecía discreto no lo es tanto, pues presencia toda la sesión sin perder una sonrisa que a veces casi parece una carcajada.

"¿Qué quieres saber... amor, salud, dinero?", espeta con voz aguardentosa

La jueza viste normal, es decir, sin túnica u otra vestimenta de corte más esotérico. Lleva un traje negro muy ceñido, sin pulseras, anillos o collares. El pelo es rubio teñido, calculadamente despeinado, con los labios de rojo intenso. Se sienta sin cruzar las piernas y habla decidida, en una evidencia de que para ella echar las cartas a extraños es una práctica habitual.

La sala es el comedor del piso, un viejo inmueble que tendría cierto encanto si estuviera arreglado. Pero no lo está. Los muebles denotan haber pasado por un buen número de inquilinos. El salón está al lado de la puerta de entrada y el resto del piso no está a la vista, aunque parece dedicado a vivienda. Las cortinas son rojas, dejan pasar mucha luz y tienen alrededor una especie de neón tenue como único indicador de que no es la salita de un hogar normal.

María Jesús García, que presume en los carteles de tener "gran experiencia" como tarotista y vidente, desenfunda sus 22 cartas de "arcanos mayores". Se trata de una forma adivinatoria que va al grano, "a cuestiones vitales, de gran importancia, trascendentales y con larga duración en el tiempo", según las webs expertas en la materia. "¿Qué quieres saber... amor, salud, dinero?", espeta con voz aguardentosa.

"PONTE UNAS VELAS". Y así empieza una consulta en la que echa las cartas de arcanos y también las que llama "de los santos". Cuando extiende las cartas sobre la mesa guarda silencio por unos momentos, como calculando, y diferencia si caen al derecho o al revés. Al final ofrece su terapia especial para facilitar la solución de los problemas y receta el encendido de velas como si de supositorios se tratase: "Te colocas una ahora al llegar a casa y la enciendes con cerilla de madera, luego otra dentro de 15 días y una más el día que tengas el juicio".

Sí, el día del juicio. Porque la jueza responde al cliente sobre sus problemas judiciales, sin percatarse de que está adivinando sobre una historia falsa, inventada solo para la comprobación periodística de que ella es quien echa las cartas y no su asistente.

Durante la sesión de adivinación, María Jesús García pregunta el nombre del abogado, se interesa por lo que informa la Fiscalía y da su especial visión sobre el asunto: "Esto va a ser una fuente de follones y vamos a ver si la Justicia... Confío en la Justicia, creerás, pero luego leerás cualquier cosa en el periódico y dirás... pues la Justicia parece que tampoco acierta mucho".