La justicia se reúne para ofrecer un cálido adiós al juez Sergio Orduña

La comida reunió a funcionarios, jueces, fiscales y abogados, además de personas de otros ámbitos de la sociedad
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photo_camera Sergio Orduña con algunos de los asistentes. VICTORIA RODRÍGUEZ

Más de un centenar de personas se sumaron ayer a la despedida del juez Sergio Orduña, que deja la ciudad después de ocho años para trasladarse a un juzgado de León. La comida reunió a funcionarios, jueces, fiscales y abogados, además de personas de otros ámbitos de la sociedad con los que Sergio Orduña ha trabajado y colaborado en estos años, en los que se ha hecho un hueco en el aprecio de todos ellos.

Como detalle de su personalidad, hay que destacar que no quiso que se le diera ningún regalo y pidió que el dinero destinado a esos regalos fuera donado a la Asociación de Lucha Contra el Cáncer, como así se hizo. Orduña ha ocupado en Lugo uno de los juzgados de mayor enjundia, el de instrucción número 3 y violencia de género, en el que se ha convertido también en una referencia y una ayuda para las asociaciones de ayuda a las maltratadas y contra la violencia machista.

Decidió solicitar su traslado por motivo personales y familiares. En unos días pasará a ocupar un juzgado contencioso administrativo en León. El encuentro se prolongó hasta bien avanzada la tarde, lo que fue toda una evidencia del respeto y cariño del que se ha hecho acreedor el juez en su paso por la ciudad, en la que, más allá de su labor como juez, supo siempre implicarse en muchas causas.

Orduña, que se ha encargado de la instrucción de algunos casos más duros, confesó recientemente a El Progreso que Lugo le ha influido profundamente y reconoció que se ha convertido en un juez más paciente y que ha aprendido a escuchar.

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