La joven campeona ucraniana que Lugo puede perder por los reveses de la política

El Gobierno negó el asilo a una familia ucraniana, lo que amenaza el futuro de su hija de 15 años, campeona de España de Marcha. "No tenemos ningún sitio al que volver", dice la madre
Oleksandra, arropada por sus padres que protegen así su intimidad, con algunas de las medallas que ganó en Lugo. ADRA PALLÓN
photo_camera Oleksandra, arropada por sus padres que protegen así su intimidad, con algunas de las medallas que ganó en Lugo. ADRA PALLÓN

Oleksandra Kostenko es la campeona de España de Marcha. Conquistó esa última medalla el pasado día 12, pero el éxito deportivo no ha bastado para que la joven atleta pueda espantar la sombra de la expulsión del país.

Tiene quince años y lleva dos en Lugo. Está perfectamente integrada y no ha parado de acumular medallas, primero de campeonatos locales y gallegos y ahora también de pruebas nacionales. Pero la tragedia familiar la arrastra y el Gobierno ha decidido negarle, junto a sus padres, la condición de asilada política.

"¿Qué tipo de gente quiere este país?", se pregunta Olga, su madre, que no entiende que se pueda expulsar del país a su hija, que no ha hecho otra cosa desde que llegó que representar a Lugo y a Galicia, siempre ganando torneos, dice.

Oleksandra es ucraniana y esa condición ha marcado su aún corta vida, que se torció cuando Rusia invadió su país y su familia tuvo que acabar huyendo. Llegaron a Lugo bajo protección internacional, de la mano de Cruz Roja.

La integración fue bastante rápida, dice Olga, que cuenta que enseguida pudieron encontrar trabajo tanto ella como su marido. Mientras tuvieron el estatus de personas protegidas gozaban del derecho a trabajar en España, así que Olga encontró empleo dando clases de inglés y de ruso y su marido, Oleksandr, fue contratado como soldador en Lugo.

Todo se torció en agosto, cuando el Gobierno denegó la petición de asilo de todos los miembros de la familia. Con la amenaza de la expulsión del país llegó también la pérdida del derecho a trabajar.

La familia aún pelea por intentar quedarse, pero la madre no oculta el desaliento. Todo es lento, se lamenta. Y como prueba de esa lentitud cuenta que en dos años no ha logrado todavía el reconocimiento oficial de sus títulos de profesora de idiomas.

Salieron del país con la protección de Cruz Roja tras la invasión rusa de Ucrania y se integraron bien al llegar a Lugo

Y al dolor por la denegación del asilo se suma la incertidumbre sobre lo que puede ser de sus vidas. "No tenemos dónde volver", se duele Olga.

Con la invasión rusa perdieron todo lo que tenían, incluida la casa. Pero eso no dejan de ser posesiones materiales. Ellos perdieron algo más, porque la zona en la que residían sigue estando ocupada por los rusos y la situación está muy lejos de normalizarse, como evidencian las tensiones y advertencias que se cruzan de forma constante Rusia, la UE y Estados Unidos por la situación del país.

Y es de eso, en el fondo, de lo que habla Olga cuando dice que no tienen un lugar al que regresar. Su marido estaría, inevitablemente, amenazado y, con él, ellas dos. Ese peligro deriva de que Oleksandr se implicó en contra de la invasion rusa. Ese activismo le costó dos meses de cárcel, hasta que con la ayuda de Cruz Roja pudieron escapar del país.

Olga confiesa que viven una pesadilla y sostiene que es "injusto" que la denegación del asilo afecte también a su hija, una chica de quince años, que "se esfuerza en todo lo que hace, saca buenas notas y compite con éxito representando a Lugo".

Del esfuerzo de Oleksandra da fe Javier Piñeiro, Nani, de la Escuela Atlética Lucense, que la entrena desde que llegó a Lugo hace dos años. Es una chavala "muy seria, muy trabajadora", dice el preparador, que advierte que él es exigente. "Yo no le regalo nada a nadie, pero ella sabe lo que tiene que hacer y lo hace", recalca.

De hecho, tanto él como Olga cuentan que Oleksandra va todos los días a entrenar y se esfuerza al máximo. Y ello sin desatender los estudios. Solo lleva dos años en Lugo, pero su integración es tal que habla castellano sin que nadie pueda casi apreciar que es extranjera.

En clase, su objetivo es siempre el sobresaliente, dice su madre, mientras el entrenador cuenta que este curso, el segundo en Lugo, ha empezado también a estudiar gallego y está orgullosísima porque está logrando aprobar.

Y mantiene ese rendimiento pese a la incertidumbre que vive y que le hace temer incluso que le quiten los premios que ha ganado o el derecho a una medalla por los que pueda seguir conquistando.

De momento, dice Piñeiro, no se le impedirá competir ni se le negará una medalla que gane, pero admite que eso podría cambiar cuando alcance la categoría junior. Según se haga mayor, si no logra la residencia, no tienen que dejarla competir y no le darían la medalla, asume el entrenador, que cree que sería una pérdida llegar a esa situación.

De hecho, este preparador cree que Oleksandra podría ser internacional en tres años y perfectamente podría ser llamada a una concentración nacional dada su capacidad de trabajo.

La decisión viene de Madrid
La familia tramitó desde Lugo, ante la Policía Nacional, su solicitud de derecho de asilo, pero la decisión se toma en Madrid, en el ministerio, una instancia que les resulta demasiado lejana.

La familia está pendiente de los trámites iniciados por su abogado, porque les gustaría seguir en Lugo.

AGRADECIMIENTO. Viven en un momento de mucha incertidumbre, pero, pese a todo, Olga no para de recalcar que ellos están agradecidos de los dos años de vida tranquila y centrada en el trabajo que han tenido en Lugo.

Dice que la familia desearía poder seguir en el país y, de hecho, intentarán conseguir los permisos necesarios para quedarse. Se sienten protegidos aquí, pero Olga dice que ellos también quieren contribuir al futuro de Lugo.