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Isabel Pardo de Vera, la ingeniera lucense que no medía túneles

Probablemente uno de los problemas haya sido que la lucense entró en los despachos de la política sin dejar de ser una directora de obra. En las inauguraciones era casi la única autoridad que llevaba con naturalidad chaleco y casco
Isabel Pardo de Vera. SEBAS SENANDE
photo_camera Isabel Pardo de Vera. SEBAS SENANDE

Era una foto histórica. El rey, el presidente del Gobierno, la vicepresidenta segunda, la ministra de Transportes y el presidente de la Xunta posaban en el palco que se había montado aquel 20 de diciembre de 2021 en la estación de Ourense para celebrar el viaje inaugural del Ave a Galicia. La ministra buscó con la vista a una persona que se sentaba entre el público, en las primeras filas, y reclamó su presencia para la foto. Subió Isabel Pardo de Vera, probablemente la persona más feliz y orgullosa de todas las que estaban en la estación en aquel momento.

Isabel Pardo de Vera (Lugo, 1975) era ya secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, puesto al que llegó después de presidir Adif, desde donde había dado un impulso definitivo a la alta velocidad gallega y otro, si no definitivo sí cuando menos firme y notable, a la modernización de la conexión ferroviaria entre Lugo y Ourense. Las obras que siguen realizándose en ese trayecto todavía beben en su mayor parte de las adjudicaciones que ella ordenó. Su caída no puede contemplarse desde ninguna perspectiva como una buena noticia para Lugo, una provincia que disfrutó de su compromiso público y personal. Sacó del cajón, por ejemplo, el proyecto de la estación intermodal de la capital, que llevaba años olvidado.

Su carrera también fue de alta velocidad. Ingeniera de caminos, canales y puertos, trabajó en la empresa privada hasta que entró en Adif en 2007. Hasta 2015, desempeñó puestos sucesivos de dirección de obra, jefa de infraestructuras y gerente de área en la construcción de la línea de alta velocidad Madrid-Galicia. En 2016 se reincorporó al ente ferroviario como número dos de la entidad, compatibilizando el cargo de directora general de Explotación y Construcción de Adif con el de directora general de Adif Alta Velocidad, cargos que desempeñó hasta que en junio de 2018 fue nombrada presidenta de ambas entidades públicas, responsabilidad que desempeñó hasta su llegada a la Secretaría de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. En la alta gestión de infraestructuras coincidió con el también lucense Sergio Vázquez Torrón, otra notable pérdida para la provincia cuando dejó la Secretaría General de Infraestructuras.

Probablemente uno de los problemas haya sido que Pardo de Vera entró en los despachos de la política sin dejar de ser una ingeniera, una directora de obra. En las inauguraciones era casi la única autoridad que llevaba con naturalidad chaleco y casco.

Sus comparecencias y sus entrevistas eran mucho más técnicas que políticas y no medía demasiado las palabras cuando podía esgrimir datos. Atacaba los temas sin medias tintas. En un reciente acto en Asturias, recordó cómo fueron sus negociaciones con Álvarez Cascos a cuenta del tren por Pajares: "Yo iba con el conocimiento técnico, entendiendo que él era un ingeniero... Después de explicarle durante tres horas, me dijo lo entiendo perfectamente pero aquí se hace lo que me sale de los cojones porque el voto de Foro es fundamental para los Presupuestos Generales".

Demostró una vez más su determinación y fortaleza cuando tuvo que dejar momentáneamente su trabajo para tratarse un cáncer de mama y regresó al poco tiempo. Isabel Pardo de Vera concedió a El Progreso una entrevista en 2021, todavía como presidenta de Adif. El titular fue: "Cuando llegué no había nada sobre el tren Lugo-Ourense, no sabíamos ni cuánto medían los túneles". Quizás el titular sea un resumen perfecto de lo sucedido: Lugo pierde un valor en las áreas de decisión porque nadie se preocupa de medir túneles.

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