Indemnizan con 204.000 euros a un lucense al que le talaron 3.190 árboles de una finca

El maderero y su mujer han sido condenados a tres años de prisión por falsedad y hurto
Troncones, ramas y maleza que quedaron en la finca
photo_camera Troncones, ramas y maleza que quedaron en la finca. EP

Un juzgado ha reconocido el derecho de un lucense a recibir 204.000 euros de indemnización por parte de un maderero y su esposa, que figura como propietaria de la empresa familiar, que cortaron sin su permiso una finca con 3.190 eucaliptos de extraordinaria calidad y más de cincuenta años. Para ello, la pareja incluso llegó a falsificar la documentación sobre la propiedad de la finca y los permisos de tala, por lo que fueron condenados cada uno a tres años y tres meses de prisión, además de sendas multas.

La sentencia ha sido dictada por un juzgado de Gijón, ya que la finca se encontraba en un monte de la localidad asturiana de Colunga, en un caso defendido por el letrado lucense Cándido Álvarez. El afectado, según aseguró en su denuncia, había comprado la finca en 1996 y la visitaba cada uno o dos años para asegurarse de que sus árboles seguían en condiciones, ya que "la tenía reservada para cuando se jubilara ya que le va a quedar una pensión escasa". Su monte, de más de cuatro hectáreas, estaba delimitado, cuidado y con accesos limpios.

El maderero cambió de versión y dijo que creyó que la finca estaba abandonada y que los propietarios estaban en Argentina

En una de esas visitas, se encontró con que los árboles habían desaparecido. Todas las preguntas lo dirigieron hacia un maderero que había estado talando árboles en esa zona. Negociaba con la empresa a nombre de la mujer, que también trabajaba en la misma junto a la hija, como declararon sus propios empleados durante el juicio.

En un principio, el maderero reconoció que pudo haber cortado algún árbol de la finca, pero que es porque estaban trabajando en otras y no estaba bien delimitada; luego cambió de versión y dijo que creyó que la finca estaba abandonada y que los propietarios estaban en Argentina. Su esposa dijo que ella se dedica a su labores y no se enteró de nada.

Unas versiones difíciles de defender cuando en la solicitud de corta oficial figuraba el propio empresario como propietario y el de su mujer como compradora de la madera. Ambos trataron de desviar luego la responsabilidad hacia la administración que les concedió el permiso sin comprobar los datos. Tampoco les funcionó.

En la solicitud de corta oficial figuraba el propio empresario como propietario y el de su mujer como compradora de la madera

Pese a todo, todavía se libraron de un delito de daños, que la acusación solicitaba porque el trabajo en la finca había sido además un desastre, que el agente que actuó como perito judicial calificó de "chusco y chapucero". El juez, en consecuencia, entendió que esos desperfectos no habían sido causados de manera deliberada, sino por la forma de desarrollar la labor de tala de la plantación.

De este modo, la sentencia determina que el maderero y su mujer deben pagar al lucense propietario de la finca 204.000 euros por los árboles, además de las costas. De igual modo, condena a ambos a dos años de prisión por el delito de falsedad en documento oficial, más otro año y tres meses por un delito de hurto. Además, deberá pagar cado uno una multa de 2.160 euros.

Eucaliptos que no se abrazaban entre tres adultos
Los testigos y peritos que declararon en el juicio coincidieron en que los árboles de la finca saqueada era "algo excepcional". Con casi 50 años de crecimiento, algunos llegaban a alcanzar "un diámetro de 1,65 metros en su base, lo que supone un perímetro de 5,18 metros. Sería necesarios tres adultos para abrazarlo.

Por si fuera poco, el maderero realizó una tala tan chapucera que algunos árboles aparecían cortados a un metro del suelo y había dejado en la finca todos los troncones, de forma que "incluso ha quedado en la finca alguna troza de madera y ramas con diámetro suficiente para tener aprovechamiento comercial".

En la finca quedaron también la maleza y las ramas y toda ella, incluidos los accesos, destrozada por el paso de la maquinaria pesada, de tal manera que su propietario tuvo que emplear otros 45.000 euros para volver a acondicionarla.

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