"El Hula hace unas quinientas intervenciones de cadera al año"

Recién nombrado jefe de la sección de Cirugía Ortopédica del Hula, el doctor López Pardo coordina la unidad de infecciones del paciente quirúrgico. En colaboración con Medicina Interna, hace seguimiento a los afectados por un problema que va en aumento en hospitales de todo el mundo

Alejandro López Pardo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Alejandro López Pardo. VICTORIA RODRÍGUEZ

EJERCE EN EL HULA desde hace dieciocho años y la Traumatología desde casi treinta. En el hospital asume una jefatura de sección dentro de un servicio con una gran presión asistencial por parte del paciente anciano.

¿La unidad de infecciosas acoge a pacientes que tienen una infección y deben ser operados o que sufren una infección a consecuencia de una intervención?
Hay de todo. La mayor parte son pacientes que se infectan a raíz de una intervención quirúrgica.

¿De un implante?
Por ejemplo.

¿Es algo frecuente?
No es frecuente, pero sí sabemos que en todo el mundo la infección postquirúrgica está aumentando. Ocurre en todos los países desarrollados, no es específico de aquí.

¿Por qué?
Porque cada vez operamos a gente de más edad, más débil y hacemos cirugías más agresivas. Muchos de nuestros pacientes mayores tienen otras enfermedades que los hacen mucho más susceptibles de padecer una infección. Hay también mucha gente en la edad media de la vida que tiene enfermedades reumatológicas o diabetes, que los hace más susceptibles a padecer esas infecciones.

¿Es, entonces, porque el paciente es más proclive a padecerlas no porque haya más bacterias resistentes en los hospitales?
Evidentemente las hay, pero cada vez se toman más medidas para tratar de prevenir esas infecciones pese a lo cual sabemos que siguen aumentando. Desde luego que el uso generalizado de antibióticos también influye. Tenemos bacterias más resistentes, más difíciles de combatir.

¿Cuál es la intervención más frecuente del servicio en el Hula?
Las de cadera, sin duda. Por un lado, las prótesis por causa degenerativa; es decir, el paciente que tiene artrosis en la cadera y, por otro lado, como nosotros tenemos una población envejecida, también se dan muchas fracturas de cadera. El número uno, sin duda, es la prótesis de cadera. Entre ambas se hacen unas quinientas anuales, casi dos al día. El Hula recibe cerca de cuatrocientas fracturas de cadera del anciano al año. No todas son susceptibles de prótesis, pero este sí es un servicio con una gran presión asistencial por parte de la gente mayor.

¿Se infectan muchas?
La tasa publicada en los estudios ronda el 2%. Ocurre así en general y aquí está medido por el servicio de Infecciosas y cumple esa tasa. Me refiero a prótesis de cadera. Pero nosotros tenemos pacientes que también tienen otros dispositivos, como clavos, placas... La infección después de una osteosíntesis ronda el 10%. No todos los grupos de edad, ni todos los grupos de pacientes tienen las mismas tasa de infección.

A mayor presencia de implante, mayor tasa de infección...
No solo. En la infección hay varios agentes: el que te ataca, que en este caso es la bacteria; el número de soldados que te atacan y después están tus defensas. Todos aquellos pacientes que tienen una disminución de su capacidad de defensa son mucho más susceptibles a la infección. La gente muy mayor, lógicamente, tiene más problemas; algunos tienen bacterias más resistentes.

¿Y la siguiente más frecuente?
La osteosíntesis, es decir, la fijación de una rotura de cadera. El paciente que rompe la cadera puede romperla por dos lugares: por el cuello femoral, con lo cual se le coloca una prótesis, o un poco por debajo del cuello femoral, con lo cual se le coloca un clavo. La tercera es la prótesis total de rodilla.

Que también está relacionada con la edad...
Desde luego. Lo que ocurre es que la prótesis total de rodilla nunca o casi nunca se coloca cuando existe una fractura, siempre es de causa degenerativa. El paciente llega a ella a través de un desgaste. Es un procedimiento que tiene una tasa de infección ligeramente superior a la de la cadera.

¿Por qué?
En parte porque tiene peor cobertura muscular, con lo que los antibióticos llegan con más dificultad. Probablemente también porque la operamos más cerca de nosotros. Además, la irrigación de la rodilla es peor. Cuanto más te vas hacia abajo, especialmente en una persona mayor, peor llega la sangre y eso claramente influye.

Esas tres operaciones ocuparán el 75% del tiempo de quirófano de los traumatólogos...
robablemente. Son los tres procedimientos más frecuentes. No los más largos porque la cirugía de columna puede llegar a las 12 o 14 horas. Cuando una cirugía dura más, la herida está abierta más tiempo y tiene más probabilidad de infección.

¿Cuáles son los cambios de la Traumatología que le parezcan más reseñables?
Yo comencé la residencia hace 28 años y ha cambiado muchísimo, radicalmente. En muchas de nuestras cirugías, la reconstrucción de cadera, de rodilla, el hombro...se ha evolucionado de una manera vertiginosa. Estamos mejor entrenados para abordar esos procedimientos, se han establecido criterios claros acerca de cada uno y hay nuevos implantes que nos ayudan a hacer las cosas mejor; se ha corroborado la eficacia de nuevos implantes y la supervivencia de las intervenciones ha mejorado.

"Es inevitable que haya implantes que fracasen, eso es algo que va a seguir ocurriendo"

Hay mucha polémica en torno a los implantes porque no hay un organismo que, de forma homogénea, certifique la seguridad de determinados implantes...
Para tener un implante autorizado en España necesita lo que se llama el sello CE, que se puede obtener en cualquier país de la comunidad europea. Existen probablemente zonas de debilidad, países donde es más fácil obtener ese marcaje y, una vez que se tiene, las empresas pueden entrar en otros países.

O sea que las empresas entrarían en Europa a través de aquellos países con una legislación más laxa...
Es posible. A pesar de todo, en Estados Unidos, que es donde ha habido las grandes polémicas, el sistema de autorización, que es la FDA, es tremendamente rígido y ha tenido multitud de problemas. De alguna manera es inevitable que haya implantes que fracasen porque con algunos se puede hacer experimentación animal, pero con otros no es posible. El diseño de una prótesis de rodilla humana se tiene que hacer en un humano, no se puede hacer en un conejo. Creo que probablemente eso va a seguir existiendo. Lo bueno es que haya medidas de seguridad para que, una vez que se detecte un problema, se retire el implante, pero muchas veces de antemano no sabes qué va a pasar con un determinado implante.