Un hostelero acusado de acosar a una camarera alega que eran bromas habituales

La mujer asegura que los comentarios de carácter sexual y los roces injustificados eran constantes y grabó una conversación sobre el abuso
Edificio de los juzgados de Lugo, en la Praza de Avilés. SEBAS SENANDE
photo_camera Edificio de los juzgados de Lugo, en la Praza de Avilés. SEBAS SENANDE

Un hostelero de Lugo fue juzgado este martes como presunto autor de un delito de acoso y abuso sexual cometido contra una de sus camareras, que denunció constantes comentarios de carácter sexual, así como acercamientos físicos excesivos e innecesarios. Durante la vista, el hombre negó cualquier tipo de abuso o acoso y alegó que el ambiente en su local era tan bueno con los empleados que todos se hacían entre sí bromas de ese tipo de forma constante y habitual.

La denunciante, sin embargo, lo veía de manera muy diferente. La mujer, oculta tras un biombo para no tener que verse con el acusado, relató cómo después de unos meses de trabajo sin problemas, en los que incluso llegó al puesto de encargada, las cosas empeoraron, sobre todo después de que regresase de una baja. "Un día", relató, "estaba apoyada en el lavavajillas con una compañera y comentamos: "Oh, qué caliente está". Él nos respondió: "Yo sí que estoy caliente", y se puso detrás de nosotras".

Describió movimientos como rozarle los pechos con el codo a la vez que se reía, tocarle la pierna cuando iban a fumar y comentarios constantes de carácter sexual, como ofrecerse a acompañarla cuando ella decía que iba al baño. La situación se prolongó, dijo, hasta la misma tarde que decidió marcharse de la cervecería, cuando se produjo el episodio más grave de los denunciados.

La víctima explicó cómo, estando los dos solos en el bar, su jefe aprovechó para comenzar a acosarla en la cocina. En un momento que él salió, ella se escondió el móvil en el sujetador y comenzó a grabar la conversación, que fue aportada como una de las principales pruebas de la acusación. En ella se escucha al hombre decir cosas como "qué pena que sea tan tarde, no me da tiempo ni a meterte mano" o a ella pidiéndole que parase mientras, según aseguró, él le introducía la mano por los pantalones para tocarle su zona genital. Esa misma tarde de sábado se marchó y acudió a Comisaría a denunciar. El lunes fue despedida, un despido ya juzgado en el ámbito de lo Social y declarado improcedente.

La esposa del acusado llegó a hablar de "la típica retranca gallega" para definir el tono en que se hacían las bromas

TESTIGOS. Pese a todo, el acusado contó con el apoyo decidido de hasta cinco testigos, incluidos su mujer, otra camarera, la cocinera, un camarero y hasta una clienta habitual del local.

Todos ellos negaron haber presenciado cualquier tipo de comportamiento inapropiado o situación de acoso por parte del hostelero, y confirmaron, cada uno a su manera, que en la cervecería el ambiente era tan bueno y había tanta confianza entre todos que las bromas y el cachondeo eran constantes y entre todos. Oídos determinados comentarios desde fuera, aseguraron, podrían parecer groseros, pero en su ambiente eran lo habitual. La esposa del acusado llegó a hablar de "la típica retranca gallega" para definir el tono en que se hacían las bromas.

Finalmente, la vista quedó aplazada pendiente de la declaración de la principal testigo de la acusación, otra camarera que trabajó en el bar. Por estos hechos, el acusado se enfrenta a una petición de dos años y medio de cárcel.

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