Para hormigón, la muralla

Una investigación internacional concluye que el cemento romano era excepcional, algo que arqueólogos como Cao ya veían en Lugo
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photo_camera Celso Rodríguez Cao. PEPE TEJERO (AEP)

"Lo bueno del hormigón de la muralla es que al tener mucha cal hace un cemento que es como una roca", explica el arqueólogo Celso Rodríguez Cao, que detalla que en el gran monumento romano de Lugo se usó opus caementicium, material "con mucha cal y pizarra, que en combinación con el oxígeno hace un hormigón supercompactado".

El conocimiento y la experiencia del arqueólogo lucense no hacen más que confirmar las conclusiones de un estudio de un equipo de investigadores del Massachusetts Institute Of Tecchnology (MIT), la universidad de Harvard y varios laboratorios europeos, que han venido a constatar algo tan sabido y evidente como que las construcciones romanas utilizaban materiales desarrollados para ser muy resistentes, hasta el punto de aguantar el paso de los siglos y los efectos devastadores de grandes catástrofes naturales. La investigación fue un paso más allá al apuntar que ese hormigón romano no solo era muy sólido, sino que también tiene la capacidad de regenerarse.

El secreto de esa capacidad autorreparadora del hormigón romano, que para sí hubieran querido los constructores de los viaductos de la A-6, estaría en la cal, material cuya presencia en la muralla está sólidamente constatada. El resultado del material desarrollado por los romanos no solo era muy resistente, sino que tenía también el poder de expandirse cuando aparecían grietas, taponándolas y evitando que las construcciones sufrieran daños.

Pero en la muralla no solo se utilizó el mejor material, también se utilizaron estrategias constructivas muy inteligentes y, por ejemplo, las grietas funcionan como juntas estructurales y dan estabilidad a la construcción, detalla Rodríguez Cao, que defiende que la 'inteligencia' de la construcción romana es absoluta y no se apoya solo en los materiales.

"A lo mejor un profano ve unas grietas en la muralla y se inquieta, pero la realidad es que son grietas inteligentes, intencionadas", explica. En realidad sirven para dar estabilidad al monumento.

El arqueólogo, que ha dirigido distintas obras de rehabilitación del monumento, lo que le ha permitido conocer muy bien las entrañas de la muralla, detalla que esta está organizada por líneas radiales y perpendiculares, lo que hace de ella una "roca tremenda" y no solo por el material.

Pero además ese sólido hormigón romano es fácilmente localizable en la muralla y, de hecho, algunos de los problemas del monumento derivan del hecho de que ese macizado se rompió en su día para meter por la muralla las primeras canalizaciones eléctricas de la ciudad. Eso provocó filtraciones de agua que acabaron causando problemas al monumento, recuerda Cao.

A lo mejor un profano ve unas grietas en la muralla y se inquieta, pero la realidad es que son grietas inteligentes, intencionadas"

El arqueólogo remarca también que la solidez del monumento no deriva solo de la calidad de los materiales empleados, sino también de una técnica matemática perfecta y de un estudio del terreno que no pasaba nada por alto, desde la topografía o la geología a la hidrología, detalla Rodríguez Cao.

Apunta que ese afán perfeccionista no es exclusivo de la muralla. Otro ejemplo se puede encontrar en el puente romano. Se hacían cálculos previos para ver hasta dónde podían llegar las crecidas del caudal y, a partir de ahí, se diseñaban los viaductos, estableciendo algún arco adicional para hacer frente a los momentos de riadas, recuerda el arqueólogo. En el puente de Lugo no solo se siguió esa norma, sino que se realizó "un tipo de cosido de sillares muy estudiado", que garantizó su estabilidad centenaria, detalla.

La matemática, en general, era perfecta en todas las construcciones y se aprecia igualmente en el Mitreo, apunta Rodríguez Cao, que explica que las grandes construcciones romanas de la ciudad de Lugo permiten constatar ese rigor matemático y exhiben que tratados sobre la materia como el de Vitruvio se seguían de forma escrupulosa.

La cal era clave para la elaboración de ese hormigón que ha hecho historia, pero también para los revestimientos

La cal era clave para la elaboración de ese hormigón que ha hecho historia, pero también para los revestimientos, importantes por ejemplo para evitar las humedades, remarca Rodríguez Cao, que recuerda que la muralla en origen no estaba en piedra, como la vemos hoy, sino revestida.

Y los secretos de aquellos revestimientos se conocen. Por ejemplo, en el edificio del Vicerrectorado, donde está el Mitreo que Cao sacó a la luz, el arqueólogo detalla que están muy bien conservados y se han podido estudiar las distintas técnicas de elaboración de los rebocos, que se ajustaban a cada zona del terreno.

Seguimiento en un laboratorio coruñés

La investigación sobre el hormigón romano realizado por el MIT y Harvard ha tenido una gran repercusión,  pero es algo que los arqueólogos ya sabían y analizaban y Cao recuerda que los materiales de la muralla se someten a estudio en el laboratorio del Instituto Universitario de Geología de la Universidad de A Coruña.

No hay ninguna dificultad en Lugo para encontrar materiales originales romanos para analizar, indica Rodríguez Cao. Por un lado, el programa de mantenimiento de la Xunta supone obras regulares en la muralla donde se hallan materiales que investigar.

Y fue muy fácil encontrar esos materiales en el paramento interior de la muralla en la zona del Vicerrectorado, donde todo el material es original porque estuvo enterrado.

"Se hizo una ciudad nueva con un gran conocimiento de todo el entorno"

En Lugo, "los romanos hicieron una ciudad nueva con un gran conocimiento de todo lo que había en el entorno", dice Celso Rodríguez Cao.

Detalla, a modo de ejemplo, que "la muralla precisaba muchos metros cúbicos de cal" y sabían dónde encontrarlos. En las zonas de O Incio, Sarria o Castroverde había depósitos importantes de ese material, detalla.

Pero no solo era la cal. Hay otros muchos materiales que eran necesarios y que se trajeron del entorno cuando los que había junto a la ciudad no respondían a la calidad requerida. Es el caso de la pizarra, muy usada también en la muralla y en otras obras romanas de Lugo.

El Miño divide la zona pizarrosa de la granítica y eso los romanos lo conocían y lo controlaban perfectamente"

Rodríguez Cao explica que los perfiles pizarrosos que aparecen en Lugo no son los mejores, pero los romanos ya sabían que "si vas a Buratai vas a encontrar una pizarra mucho más dura".

"El Miño divide la zona pizarrosa de la granítica y eso los romanos lo conocían y lo controlaban perfectamente", dice Rodríguez Cao, que recuerda que hay zonas en las que todavía se puede ver claramente cómo extraían materiales para las obras. Es el caso de la antigua cantera, que hoy sirve de aparcamiento, en la zona de Carrefour, donde se ve cómo se hacían los cortes para sacar sillares, indica.

Ese conocimiento se mantuvo en el tiempo y en los archivos de la catedral se conservan documentos sobre dónde se encontraban los mejores materiales.
 

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