El hambre que trajo el coronavirus

El coronavirus y los Ertes están vaciando los bolsillos y las despensas de muchos lucenses. Organizaciones e instituciones como el Banco de Alimentos, Aviva, Cáritas, Cruz Roja y el Concello no dan abasto a la alta demanda de cada vez más familias con un sueldo muy justo que se quedaron sin trabajo y sin cobrar y no tienen ni para comer
Cola en la nave de O Ceao del Banco de Alimentos de Lugo. XESÚS PONTE
photo_camera Cola en la nave de O Ceao del Banco de Alimentos de Lugo. XESÚS PONTE

Podría ser este un titular sensacionalista pero, desafortunadamente, no lo es. Para muchos lucenses, la comida no se adquiere ya en el supermercado o en la tienda de barrio. Se va por ella al Banco de Alimentos, a la asociación Aviva, al Fogar do Transeúnte, al comedor San Froilán y a Cáritas, Cruz Roja y los servicios sociales del Concello donde les facilitan también vales canjeables por alimentos en supermercados.

Los nuevos usuarios de las ayudas de emergencia social hace poco más de un mes formaban parte de la masa social de la clase media. Con sueldos bajos y empleos precarios en su mayoría, pero lo que ganaban les llegaba justo para pagar el alquiler y los recibos y, sobre todo, para poder pagarse la comida.

Nave del Banco de Alimentos en O Ceao. XESÚS PONTE

Ahora esto ya no es así. Este martes por la tarde, uno de los dos días del reparto semanal en el Banco de Alimentos, centenares de personas hacían colas en la nave que tiene esta organización en O Ceao, donde también la asociación Aviva entregaba la ayuda trimestral de emergencia social de alimentos procedentes del Fondo Europeo de Garantía Agraria.

Muchos de los que allí estaban lo hacían por primera vez. Porque no les quedó más remedio que acudir a este tipo de ayudas para poder llenar sus despensas dado que todavía no cobraron el paro que les correspondería tras ser objeto de un Erte en sus empresas. “Estamos entregando alimentos a gente que no tiene nada, que viene aquí porque no tiene con qué comprar la comida. Hay muchos usuarios nuevos que nunca habían venido, que no lo habían necesitado”, afirmaba este martes Ana Pérez Lozano, presidenta de la asociación Aviva, que acaba de superar el coronavirus con éxito.

Dos hombres llevan un carro en la nave del Banco de Alimentos de O Ceao. XESÚS PONTE

En el Banco de Alimentos, la situación es similar. Desde que se inició el estado de alarma, el número de usuarios que recurre a esta organización no deja de sumar de día en día, alcanzando incluso cifras que superan ya la de los años más duros de la pasada crisis económica generada hace ya una década. La razón es obvia: en aquel entonces, hubo despidos y empresas que tuvieron que echar el cierre pero todavía había nichos de empleo, aunque fuese en el mercado negro. Ahora eso ni siquiera es así: hay gente que se queda sin empleo y sin paro — empleadas de hogar o cuidadoras, especialmente—, otra acogida a un Erte con derecho a paro que todavía no cobró y no ingresó nada desde hace mes y medio y pequeños empresarios que tampoco obtienen ingresos y encaran gastos al ver cerrados sus negocios. Todos ellos no tienen más alternativas que la ayuda social.

“Aquí, no Banco de Alimentos, entraron este mes 180 familias máis que nunca necesitaron vir aquí e que veñen agora porque están sen cobrar e non teñen para comprar comida ata maio, cando esperan cobrar o paro. Agora mesmo debe haber 2.000 familias atendidas por nós en toda a provincia. A situación é moito peor que cando había a crise porque daquela a xente que quedaba no paro podía saír da casa e facer algún apaño. Ademais, botábante e cobrabas ao mes seguinte xa o paro. Agora non está a ser así e non hai saída. Incluso, hai moitos ambulantes, que iban ás feiras e aos mercadillos, e agora veñen aquí porque non poden vender. Mulleres que estaban coidando maiores e que se quedaron sen traballo e non cobran paro... a situación é moi dura e máis que aínda pode chegar a ser”, explica. Amadora Núñez, presidenta del Banco de Alimentos de Lugo.

CONCELLO. Los servicios sociales municipales también están detectando esta situación hasta el punto de que las ayudas por emergencia social crecieron un 50 por ciento este último mes. La mitad de estas solicitudes son de familias que nunca pidieron ayuda.

Una mujer sale con bolsas de la nave del Banco de Alimentos. XESÚS PONTE

"A demanda que está a haber de alimentos é brutal. No Fogar do Transeúnte, estanse preparando media ducia de cestas diarias con comida para familias novas e houbo días en que se entregaron 12 e nunha semana, 70. Todo isto a maiores dos vales que dan as traballadoras sociais de 60 euros para emerxencia social", dice la edil de bienestar, Olga López.

Entre los nuevos beneficiarios de estas ayudas, hay —además de vendedores ambulantes, empleadas de hogar y trabajadores sujetos a Erte— solicitantes de asilo político que no pueden acceder a otras ayudas por no estar siquiera empadronados y que, incluso, están quedándose a dormir en el Pabellón Municipal. "No pavillón, temos agora a 36 persoas, 20 das cales eran usuarios do Fogar de Transeúnte xa de antes. Cando fixemos o traslado, viñeron 22. O número foi aumentando. Tamén veu xente de Ourense e mesmo de Madrid", indica Olga López.

El Ayuntamiento también amplió el servicio de Xantar no Fogar a aquellos mayores de 65 años que viven solos, sin límite de renta, debido al confinamiento. También acelerará el pago a los beneficiarios de las ayudas de alquiler para que tengan más liquidez.

Distintas organizaciones están colaborando con el Concello en dar cobertura social. Voluntarios de Cruz Roja están haciéndoles la compra a varios ancianos o enfermos con Covid-19. Además, la asociación de hosteleros entregó un lote de alimentos a Aliad —por mediación del Ayuntamiento— destinado a mujeres que ejercen la prostitución y víctimas de trata.

PARROQUIAS. Unas 20 familias de la parroquia de San Antonio fueron desviadas a Cáritas Diocesana paras ser atendidas y tres más acuden al comedor San Froilán. También la parroquia de A Milagrosa puso en marcha un programa para apadrinar familias con vales de alimentos por 6 euros, en el que participan ya 11 lucenses como padrinos.