"Hace 20 años nadie se giraba ante dos chicos de la mano; ahora sí"

Marcos Fernández Trigo, presidente en Lugo de Asociación por la Libertad Afectivo-Sexual, cree que hay "involución" y lo achaca a la irrupción de la ultraderecha

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photo_camera Marcos Fernández Trigo. EP

Marcos Fernández Trigo habla con conocimiento de causa cuando cita las piedras que atestan el camino del colectivo LGTB, que engloba a las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero. Su lucha por defender los derechos de estos sectores no ha pasado desapercibida en Lugo, donde preside la Asociación por la Libertad Afectivo-Sexual (Alas), en la que escucha y asesora a otros lucenses que viven situaciones complicadas por el simple hecho de no sentirse identificados con la heterosexualidad. En su opinión, la sociedad ha cambiado mucho en las dos últimas décadas, y no precisamente para mejor. 

"En este terreno ha habido una involución clara. Hace 20 años, en Lugo nadie se giraba por la calle cuando veía a dos chicos o a dos chicas de la mano, pero ahora sí. Yo en 2001 paseaba tranquilamente agarrado a mi pareja por la Praza Maior y nadie me insultaba, pero ahora los gais y las lesbianas tienen que aguantar malas miradas y palabras ofensivas. Es increíble, pero en lugar de avanzar, retrocedemos", apunta. 

Para Marcos Fernández, la situación en Lugo es un reflejo de lo que pasa en el resto del país y del mundo. "Hay una oleada de homofobia muy preocupante en todas partes, y sobre todo entre la gente joven. Aquí en Lugo se están dando cada vez más casos entre adolescentes y en la asociación ya tenemos constancia de varias agresiones físicas, consistentes en patadas o puñetazos. No fueron lesiones graves, pero este tipo de ataques, al igual que ocurre con la violencia de género, siempre empiezan con pequeñas cosas: un insulto, un empujón... pero pueden acabar muy mal, por eso hay que cortarlas de raíz". 

 

El presidente de Alas Lugo anima a las víctimas a denunciar, aunque entiende que no es fácil. "Es muy complicado presentarse en una comisaría de Policía para denunciar que alguien te ha dado un empujón por ser gay. Y hasta las propias víctimas le suelen restar importancia. Algunos piensan que no les van a hacer caso y que no servirá de nada, otros sienten vergüenza o miedo a ser cuestionados, y también hay quien lo deja pasar porque no cuenta con el apoyo de su familia. Por diferentes motivos", señala, "la realidad es que solamente se denuncian entre un 5 y un 10% de los casos". 

ORIGEN. Este incremento de la homofobia es cada vez más patente y el colectivo LGTB tiene claro su origen. "Para nosotros es obvio que esta situación tiene que ver con la irrupción de los partidos de ultraderecha, como Vox, en la escena política. Su discurso de odio ampara este tipo de conductas y hay un sector de la sociedad —que antes no se atrevía a insultar o a agredir a un gay o a un extranjero— que ahora se siente amparado por estos partidos. La gente joven ya es de por sí rebelde y es muy peligroso que cale entre ellos el discurso del odio, ya que se retroalimentan unos a otros y la violencia solo genera violencia". 

Este giro en la sociedad no pasa desapercibido en Lugo. "Cada vez nos llaman más chicos gais y chicas lesbianas para pedirnos consejo y contarnos sus preocupaciones, pero también nos llaman muchas madres que sufren por sus hijos. Nos explican que no han sido víctimas de insultos ni de agresiones, pero ellas ven como están las cosas y tienen miedo; se anticipan a los problemas", dice. 

Marcos Fernández considera que la solución a esta problemática pasaría, por un lado, por endurecer las penas para los delitos de odio e impedir cualquier discurso que pudiera incitar a estas conductas, y por otro, por educar en la diversidad. "Mientras no se les hable a los niños con naturalidad de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero, seguirá siendo un tema tabú. Queda mucho trabajo", concluye.

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