"Ya había regalado los bikinis. No me los iba a poner con la bolsa"

Cristina Rodríguez Blanco dice que cuando le palntearon la opción de hacerle una neovejiga "volvió a nacer"

Cristina Rodríguez Blanco. JORGE LÓPEZ
photo_camera Cristina Rodríguez Blanco. JORGE LÓPEZ

Cristina Rodríguez Blanco, de 47 años, creyó que le había venido la regla cuando, una tarde de principios de mayo del año pasado, fue al baño y vio sangre en la taza. Sin embargo, esa misma noche, volvió a encontrarse en idéntica situación y la compresa seguía limpia. Fue su hijo mayor el que la convenció de ir a Urgencias del Hula sin esperar. Le diagnosticaron una infección de orina y le prescribieron antibióticos. Pasados tres días dejó se sangrar. Poco después la situación volvió a repetirse y en el centro de salud le volvieron a recetar antibióticos. A mediados de mes, tuvo que volver a Urgencias donde le hicieron un lavado y la citaron para hacerle al día siguiente una citroscopia, una prueba para observar el interior de la vejiga. Tenía dos tumores.

A finales de ese mes de mayo pasó por quirófano para que se los extirparan. Semanas después llegaron los resultados de la biopsia, que confirmaron que eran malignos. Tenía un cáncer de vejiga de estadío II. "Me dijeron que no era frecuente este tipo de tumor en una mujer de mi edad, pero a cualquiera que tenga sangre en la orina le diría que acudiese a Urgencias sin esperar. Yo estuve a punto de hacerlo, convencida de que no sería nada, y podrían habérmelo diagnosticado cuando estuviera más avanzado", dice.

La paciente asegura que contar con una neovejiga en vez de una bolsa e urostomía le ha ayudado a volver a su vida normal

La quimioterapia le resultó "horrible no, lo siguiente". Pasó tres ciclos y asegura ,con rotundidad, que si le hubieran prescrito un cuarto "no lo hubiera hecho". "Lo pasé realmente mal y hubo momentos muy duros. Logré acabar el tratamiento pensando ‘a ver si consigo ver crecer a mis hijos'", explica Cristina.

A finales de agosto acudió a una cita con el urólogo Javier Casas para fijar la fecha de la operación en la que le iban a extirpar la vejiga, convencida de que saldría de quirófano con una bolsa de urostomía. "Nunca me plantearon otra cosa y yo tampoco. Ya había regalado todos los bikinis y la ropa más ajustada porque no me la iba a poner con la bolsa. Cuando me hablaron de la posibilidad de la neovejiga volví a nacer", reconoce.

En realidad, Cristina fue a la intervención en septiembre sin la certeza de que le reconstruirían la vejiga y habiendo firmado el consentimiento informado para la bolsa porque, si la primera opción no era posible, esa sería precisa. "Sabía dónde las ponen, así que en Reanimación me toqué la barriga y noté tres tubos pero ninguna bolsa", cuenta.

La recuperación ha sido compleja, según reconoce, con dolores, avances y algún retroceso. Inicialmente, tuvo que autosondarse y después ‘entrenar’ a su nueva vejiga para que fuera aumentando de capacidad. "Cuando salí del hospital la tenía de 80 mililitros. Una persona empieza a tener ganas de ir al baño cuando pasa de los 350", explica.

Inicialmente tenía cierta incontinencia diurna pero asegura que se ha reducido mucho y que, actualmente, es como "la que puede tener una mujer que ha dado a luz", explica. Va al baño cada dos o tres horas con una única diferencia a como lo hacía antes. "Tienes que hacer un poco de presión en la zona bajo el vientre, un mecanismo para ayudar a vaciar la vejiga", explica.

"Hago una vida bastante normal", asegura, y reconoce que la posibilidad de recibir una neovejiga le ha ayudado a ello. Cristina dice estar muy agradecida a los médicos y enfermeras que han estado con ella durante su tratamiento, especialmente a su urólogo. "Hay quien cree en la Virgen de la Esperanza. Yo creo en Javier Casas", señala riendo.

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