Los gorrillas denuncian que la Policía les quita el dinero y lo tira a las zarzas

Al menos dos de los aparcacoches presentaron demandas ante el juzgado de guardia. Otro fue detenido por enfrentarse a los agentes después de una discusión con una conductora
photo_camera Gorrilla en el Hula. XESÚS PONTE

La larga batalla para poner coto a los gorrillas que extorsionan a los conductores en el entorno del Hula sigue sumando capítulos, algunos realmente inesperados. Es el caso de al menos dos denuncias que se han presentado ante el juzgado de guardia, en las que son los gorrillas los que acusan a los policías, en demanda de que la Justicia les dé protección ante la acción de los policías.

Según pudo confirmar este diario, lo que querían denunciar esos dos aparcacoches ilegales es que, según ellos, varios de los policías nacionales que patrullan por el Hula han cambiado de estrategia: en lugar de identificarlos, explican, los llevan a un lugar apartado en alguna de las fincas sin urbanizar que rodean el hospital, les quitan las monedas que les han dado los conductores y las lanzan a las zarzas para que no puedan volver a cogerlas.

Las denuncias se presentaron hace días, aunque se desconoce cuál ha sido el destino de las mismas, si se ha realizado alguna práctica de prueba o si directamente se han archivado. La Policía Nacional no tiene de momento constancia de las mismas, según indicó ayer una fuente oficial, que restó cualquier tipo de credibilidad a esas denuncias.

DETENCIÓN. En cambio, lo que sí confirmó esa misma fuente fue la detención este jueves de otro de estos gorrillas. Fue en torno a las nueve y media de la mañana, en el conocido como leiraparking, la finca habilitada por el Concello para aparcamiento de los usuarios del Hula y que los gorrillas ya gestionan como si fuera propia.

La denuncia explica que el detenido, A.J.M, le exigió dinero a una conductora y que esta se negó. Por ello, el aparcacohes comenzó a insultarla y a amenazarla, por lo que ella dio aviso a una patrulla de la Policía Nacional que pasaba por allí. Cuando uno de los agentes indicó al hombre que dejara de molestar a los conductores, este se encaró con él y le gritó: «Tú no eres nadie, no eres la ley, me da igual que seas policía, voy a llamar a mi abogado», a la vez que hacía aspavientos con los brazos.

El gorrilla, según la denuncia, fue aumentando en su agresividad hasta que los agentes procedieron a detenerlo. No obstante, lejos de tranquilizarse, siguió con sus amenazas dentro del coche patrulla: «Te quedan pocos días, voy a llamar a mis primos y te vamos a buscar para darte lo tuyo». Ya en comisaría, y antes de entrar en el calabozo, le dijo a otro agente: «A ese compañero tuyo lo voy a matar, me lo voy a cargar. Me da igual que me caigan quince años», según la denuncia.

El hombre fue puesto a disposición del juzgado, acusado de amenazas y de atentado a agente de la autoridad. La jueza Pilar de Lara, en funciones de guardia, optó por su puesta en libertad.

SIN SOLUCIÓN. Son, en cualquier caso, nuevos capítulos de un problema social que Lugo arrastra desde hace muchos años y que las autoridades siguen sin saber cómo atajar. Las campañas de presión policial, como la realizada hace poco por la Policía Local, no se han demostrado eficaces si no se sostienen en el tiempo. Además, los propios agentes se enfrentan a la ausencia de una normativa municipal clara que les permita actuar con contundencia, porque en estos momentos los gorrillas se mueven en la alegalidad, que en su caso se traduce en impunidad. Poco más pueden hacer ahora mismo que identificarlos o incluso multarlos por invadir la calzada para dirigir a los coches.

También saben que la inmensa mayoría de las personas a las que extorsionan para aparcar no va a denunciarles por amenazas o por coacciones, salvo que, como sucedió ayer, la Policía esté allí mismo y a mano. Mientras, cada visita a los juzgados y cada condena se salda con multas, que ninguno de esos gorrillas va a pagar porque todos son insolventes.

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