Gonzalo Álvarez: "Usamos a los Habsburgo como laboratorio por la cantidad de matrimonios entre parientes"

En el marco del foro sobre genómica que organiza el grupo de investigación Acuigen en la facultad de Veterinaria, este profesor expuso una línea de investigación de su grupo, que utiliza las dinastías reales para comprobar los efectos en la prole de los apareamientos consanguíneos con parentesco elevado

Gonzalo Álvarez. SEBAS SENANDE
photo_camera Gonzalo Álvarez. SEBAS SENANDE

GONZALO ÁLVAREZ cerró este martes el foro, que tendrá una segunda sesión el martes próximo, con la ponencia La depresión consanguínea en el hombre: Charles Darwin y las dinastías reales.

¿Por qué plantean este estudio?

La depresión consanguínea es un fenómeno que ocurre en multitud de especies asociado a los apareamientos consanguíneos. Tiene un efecto adverso que hace que los individuos o poblaciones consanguíneos tengan una reducción en la capacidad reproductiva. En la especie humana se detecta que, de promedio, los hijos de matrimonios de primos hermanos —el tipo de matrimonio consanguíneo más frecuente— tienen un incremento de mortalidad entre el 3 y el 4% . Sería muy interesante conocer los efectos de la depresión consanguínea a niveles más elevados, por ejemplo, en matrimonios entre tío y sobrina, pero no lo sabemos. A ese nivel es donde estamos utilizando las dinastías de los Habsburgo como laboratorio humano porque hubo una gran cantidad de matrimonios entre parientes, como en otras dinastías europeas de la época, pero a un nivel más elevado. Disponemos de la genealogía durante decenas de generaciones y podemos calcular de forma milimétrica los coeficientes de consanguineidad de las personas y, por otro lado, se sabe cuántos hijos tuvo cada rey y sus datos de mortalidad y supervivencia.

¿Qué conclusiones han extraído?

Una conclusión que se extrae de los datos de los Habsburgo es que, globalmente, en la supervivencia desde el nacimiento hasta los 10 años de edad, el incremento es lineal. Como aproximación podemos decir que si a nivel global el incremento de mortalidad de hijos de primos es de 3 o 4%, a nivel de tío y sobrina sería dos veces eso y en los matrimonios incestuosos, el 16% de mortalidad.

Demostraron ustedes que esa fue la clave para que desapareciera la dinastía...

Sí, esa fue la conclusión de nuestro primer trabajo. Hicimos un análisis científico a partir de la hipótesis que habían formulado los historiadores de forma intuitiva y calculamos, a partir de los pedigrís, los coeficientes de consanguinidad de los reyes. Pudimos comprobar cómo fue incrementándose brutalmente hasta llegar a Carlos II, que murió sin descendencia y tuvo un coeficiente del 25%, equivalente al que se produce entre hermanos o padres e hijos. Además, los infantes reales tenían mayor mortalidad y el número de potenciales herederos se iba reduciendo.

Parece ser que Irán está preocupado por los matrimonios consanguíneos y busca soluciones tecnológicas para predecir cuándo pueden suponer problemas para los descendientes. ¿Son recomendables?

No conozco ese caso, pero es cierto que en países como India o Pakistán las uniones consanguíneas son más frecuentes que en Europa porque tienen ventajas de tipo social, como forma, por ejemplo, de concentrar la tierra. Los consejeros genéticos, cuando la consanguinidad no es muy elevada, como es el caso entre primos, lo que suelen recomendar es inspeccionar el árbol familiar y ver si hay alguna enfermedad genética que se ha estado transmitiendo y pudiera haber un riesgo de que ese trastorno se manifestara en los niños; en ese caso se puede recomendar alguna prueba genética como la amniocentesis.

¿Cuántas generaciones hay que remontarse?

El mejor método, si se puede, es preguntar a los abuelos, que sabrán sobre sus padres y abuelos. Un pedigrí de cinco generaciones ya captura la mayor parte de lo que se llama la consanguinidad próxima porque el efecto del resto, lo que se llama la consanguinidad remota, es pequeño.

Comentarios