Para los niños, la fiesta no para. No entienden de días laborables ni de tiempo que refresca y es justo que parte del programa se dedique a ellos, como ocurrió en la jornada de martes. Actividades como los juegos de globoflexia que realizó Enigma en el patio del Seminario tuvieron mucho éxito entre los pequeños porque pocas cosas hay más infalibles con el público infantil que los globos que adquieren diversas formas.
La música, y muy especialmente cuando incluye la posibilidad de bailar a su ritmo, también arrasa entre el público infantil, como demostró ayer el espectáculo La Granja Show Infantil. Los niños abarrotaron la carpa y siguieron todas las indicaciones de la coreografía canción tras canción.
A esa hora, el pasacalles Os Campeiros de San Xoán acompañó con su música el primer vino de los reunidos en la Rúa Nova, antes de que empezara la noche de conciertos
Como no todo espectáculo transcurre bajo carpa, la calle también concentró a niños maravillados ante los mimos que estos días muestran su asombrosa capacidad de convertirse en estatuas humanas. Un minero y un carpintero serrando madera acapararon muchas miradas, pero se llevó la palma la estatua ecuestre que, con toda solemnidad, se mostró en el fondo de la Praza Maior.
Para los mayores hubo música, de muy diferentes estilos. A media mañana, la banda municipal actuó bajo la carpa de la Praza da Soidade, con un repertorio de zarzuela. Por la tarde, hubo verbena con Acordes en la Praza Maior, para que los interesados pudieran disfrutar de diferentes estilos.
Pelúdez y los suyos hicieron su aparición a las siete de la tarde para botar un pé ante la orquesta y charlar un rato con los asistentes.
