Gitanos, camino a la integración

Unas mil personas de la etnia viven en Lugo, la mayoría con vidas plenamente normalizadas ► En O Carqueixo siguen habitadas ocho casas. El acceso al empleo, el gran reto del colectivo
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photo_camera Algunos de los últimos habitantes del Carqueixo, un poblado aún ocupado por diez familias por los problemas de acceso a la vivienda. XESÚS PONTE

O Carqueixo sigue siendo el lado feo del mundo gitano en Lugo. Pero es ya un mundo muy residual. En el poblado siguen habitadas ocho casas, en las que residen diez familias. Viven allí unas 40 personas, incluidos catorce niños, escolarizados en As Gándaras, A Ponte y Nadela.

Son muchos aún en un poblado chabolista, pero la realidad mayoritaria de los gitanos de Lugo ya no es esa. La mayoría, en torno a 270 familias, viven ya en la ciudad. "En general, la integración es buena, y más contando de donde se partió", dice Manolo Vila, que lleva toda su vida trabajando en dignificar la vida del colectivo. Destaca que la mayoría de las familias -unas mil personas en Lugo- tienen una vida plenamente normalizada. En la provincia viven de dos mil a tres mil gitanos, que han caminado también hacia la integración.

Los gitanos han dado saltos de gigante, pero aún queda y hay estigmas. El paro, por ejemplo, les sigue castigando más que al resto de la población.

El mercado, sin duda, les dio a gran parte de las familias una vida digna, pero muchos ya no están encasillados en el trabajo ambulante. Ahora hay incluso mujeres haciendo trabajos de construcción, una prueba de que ellas también han roto muchos tabués en tan solo unos pocos lustros.

Las últimas que se pusieron un mono y se incorporaron a una brigada de obras fueron ocho gitanas que participaron en las brigadas del plan Muramiñae Rehabilita del Concello, cuenta Vila, que destaca que a nadie le chocó que hicieran ese trabajo. Hace treinta años, en los años 90 del siglo pasado, la primera gitana que se incorporó a una brigada de obras recibía insultos de los suyos, rememoraba ayer el activista.

Les costó entrar en el mundo laboral, pero también tuvieron que romper otras barreras, como por ejemplo la de sacar el carné de conducir, rememoraba ayer Vila, que contaba que abrió muchas compuertas un antiguo patriarca, Castroverde, cuando decidió dejar que varias de sus hijas y nueras aprendieran a conducir.

EL PASADO QUEDA ATRÁS. "Me gustaría que la gente se olvide del gitano de hace veinte o treinta años, porque esa ya no es nuestra realidad", dice Antonio Cortiñas, de 25 años y que trabaja como mediador social en la Fundación Secretariado Gitano.

Él se formó para trabajar en integración social y quiere seguir estudiando, para ayudar a lograr la plena normalidad. Tiene una hija de seis meses, Alba, y tiene claro qué es lo que quiere para ella.

Antonio se fotografió el jueves en su casa, con toda su familia, porque decía que quiere que la gente vea que una casa gitana es como cualquier otra casa.

Él no es una excepción en su mundo. Su hermano, Álex, de 21 años, estudia márketing en el instituto de As Mercedes. Le encanta y está acabando el ciclo superior. A la vez, acaba de iniciar sus prácticas en el concesionario de Peugeot y está feliz de descubrir el mundo laboral y de la acogida que le han dado en la empresa.

Ambos posaron el jueves en casa de sus abuelos, que llegaron a Fingoi hace poco más de 30 años. Por la historia familiar, Antonio sabe muy bien que salir de un poblado chabolista es un paso decisivo.

"Mi padre empezó el colegio en O Carqueixo y la educación no era muy buena allí", dice. Agrega que cuando la familia llegó a Fingoi, su padre empezó a ir al colegio Illa Verde, pero que entonces a los niños gitanos no se les exigía lo mismo que a los demás. El resultado era que quedaban rezagados.

Dice que sus padres siempre tuvieron claro que no querían eso para sus hijos. "Nos hicieron llevar los estudios a rajatabla", cuenta. Ayudó que su padre era músico de jazz y viajaba por toda España. "Veía gitanos que estudiaban, que tenían trabajos... y quería eso para sus hijos".

Hoy esa es la realidad de la mayoría. Quedan los que aún viven en O Carqueixo y los de poblados como el de Mazoi, construido en terrenos privados. Años atrás hubo un gran impulso público a la compra de vivienda. La Xunta daba ayudas, y también alquilaba para alojar gitanos, y el Concello compró 15 casas para realojar a vecinos de O Carqueixo en varios barrios de Lugo.

Hoy, dice Vila, esas vías están más cerradas. Queda la del alquiler, pero muchos propietarios son aún reticentes a alquilar a gitanos, que además no siempre tienen una nómina que dé garantías.

Cincuenta aniversario del Día internacional del Pueblo Gitano

El Día Internacional del Pueblo Gitano, que cumple 50 años, se celebró ayer. Surgió en una concentración en Londres de gitanos de toda Europa.Allí acordaron pedir a la Onu un estatuto del pueblo gitano que reconociera su lengua, cultura, historia y derechos. La lengua, en Lugo, está perdida, como ocurre en general en España.

Bandera
Se aprobó una bandera que se cierra con una banda azul, la del cielo, y se abre con otra verde, la de la tierra, y que lleva una rueda, símbolo del nomadismo.