O Garañón, un riesgo permanente

El esqueleto abandonado es escenario de incendios, selfis, pintadas o destrucción a golpes de sus tabiques
El edificio del Garañón. SEBAS SENANDE
photo_camera El edificio del Garañón. SEBAS SENANDE

El incendio intencionado que se produjo el pasado domingo en O Garañón pone de manifiesto el riesgo que entrañan los actos vandálicos que se repiten una y otra vez en este esqueleto de hormigón y acero abandonado, que se encuentra en las inmediaciones del parque Rosalía de Castro de la capital lucense.

Mientras el Concello de Lugo da cortos pasos para demoler esta mole de cemento armado, como está obligado por una sentencia judicial, la alcaldesa Lara Méndez hacía este lunes un llamamiento a la "concienciación da sociedade" porque "poden acarrear riscos" este tipo de actos.

Lara Méndez dijo que se han tomado medidas de seguridad y que "se seguirán dando pasos" para evitar la comisión de este tipo de actos vandálicos, pero lamentó que "ás veces se vulneran".

"En tanto en canto non se produza o derribo do Garañón polo procedemento administrativo, que leva os seus tempos e os seus prazos, seguiremos insistindo nas distintas medidas de seguridade", afirmó la regidora local, que no concretó cuándo se llevará a cabo esa demolición.

La compensación económica de más de 26 millones de euros reclamada por el promotor de la urbanización puede estar influyendo en esa demora.

UN MULTIUSOS. Este esqueleto, cuyas obras llevan paralizadas desde hace casi nueve años, se está prestando a todo tipo de actos. Es desde albergue para okupas hasta foco de incendios provocados o escenario para arriesgados selfis desde la última planta, aprovechando sus majestuosas vistas.

Tanto su fachada como sus muros interiores han sido utilizados como lienzos para pintadas

Una de las últimas modas, como han denunciado vecinos de la zona y usuarios del Parque, es reventar los tabiques interiores de este inmueble abandonado con palos, barras metálicas o piedras, una práctica que recuerda a la denominada terapia destructiva.

Si las prácticas ya entrañan en sí un riesgo, el estado de abandono de este fantasmagórico edificio lo agravan. Las escaleras de acceso no disponen de barandilla, ni de ninguna medida de seguridad, que frenen una caída al vacío, como sucede también con los huecos de las ventanas y las puertas de la fachada.

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