Antón Costas: "Galicia tiene una oportunidad histórica con la transición ecológica"

El catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona ofrecerá este lunes, a las 20.00 horas en el Círculo de las Artes de Lugo, una conferencia sobre el paisaje tras la pandemia y sus cicatrices sociales y económicas, dentro del foro Encontros en El Progreso
Antón Costas Comesaña. AEP
photo_camera Antón Costas Comesaña. AEP

EL QUE ES uno de los economistas de cabecera en España, Antón Costas (San Pedro de Matamá, Vigo, 1949), comenzaba a trabajar como aprendiz a los 14 años en los astilleros navales olívicos. Cursó primero FP y después Ingeniería Técnica Industrial. Dice que esa primera etapa profesional le marcó "mucho" y por eso se declara "industrialista". En los próximos días, el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Galicia le impondrá una medalla, un reconocimiento más en su dilatada trayectoria. A los 21 años dio un giro radical a su vida. Rechazó la propuesta de poder llegar a tener una cátedra en la escuela universitaria de Vigo en donde se impartía esa titulación y emigró a Barcelona para estudiar Económicas.

¿Cómo es el paisaje pospandémico que va a describir en su conferencia de mañana en Lugo?

El paisaje es ambivalente. Un elemento positivo es la recuperación de la actividad económica y del empleo sorprendentemente rápida, que refleja cómo los gobiernos, el nuestro y la Unión Europea, respondieron a esta crisis de forma diferente a la de 2008. El otro elemento son algunas cicatrices que hay que cerrar pronto. Unas son de tipo social, la desigualdad ha aumentado, la pobreza ha aumentado de una forma que no nos podemos permitir una sociedad digna, especialmente la infantil. Esta es una herida que debemos cicatrizar pronto porque cicatrizando la pobreza de los niños, especialmente la de los de 0 a 5 años, podemos ayudar muchísimo a sus padres, en particular a sus madres. Otras son de tipo macroeconómico. No debemos perder de vista que saldremos con una deuda pública y también privada muy elevada y con déficit público. Eso no nos debe preocupar a corto plazo por el efecto beneficioso del Banco Central Europeo. A corto plazo no hay otra alternativa que la expansión del gasto público, tal como se está haciendo, y una política monetaria laxa, que ayude.

¿Es optimista?

Soy optimista, aunque espero no ser un optimista tonto, es decir tener esperanza fundada y la tengo en la economía y en la sociedad española. Los españoles tenemos que fortalecer nuestro orgullo y nuestra autoestima porque tenemos motivos políticos y económicos para hacerlo. El psicólogo Daniel Kahneman, que es premio Nobel de Economía, concluye, en su libro ‘Pensar rápido, pensar despacio’, que los optimistas se equivocan más, pero les va mejor en la vida. Sin optimismo, sin esperanza no puedes construir nada.

El Gobierno prevé un crecimiento del PIB para este año y para el próximo de entre el 6 y el 7%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo rebaja casi un punto. ¿Qué expectativas tiene?

El FMI rectifica prácticamente cada tres meses sus propias previsiones, así que tampoco es un oráculo de Delfos. Mi expectativa es que crecerá más de lo que dicen los pronósticos porque la economía española es maniacodepresiva, es bipolar. Es una economía que cuando las cosas vienen mal dadas se hunde más que las demás, pero cuando hay señales de mejora la economía española es más expansiva. Las cifras de las que estamos hablando son muy optimistas.

👉 Inscríbase para asistir a la conferencia de Antón Costas, el lunes 18, en el Círculo

Hemos oído por activa y por pasiva que de esta crisis saldremos más fuertes. ¿Es posible con la crispación política que existe?

Desde marzo de 2020 cuando vimos como se desplomaba toda la Inactividad económica yo defendí la estrategia de las tres erres. La primera era resistir como fuese, manteniendo las empresas que teníamos, aunque no tuviesen actividad, y manteniendo el vínculo laboral de los trabajadores, que estaban en Erte. La segunda era recuperarse, para lo que era fundamental que los gobiernos y los bancos centrales no hiciesen lo mismo que en 2008, la austeridad. Ahora son necesarias políticas fiscales y monetarias expansivas. La tercera R es que esta crisis nos obliga a reinventarnos en la forma en cómo producimos, en cómo distribuimos los bienes y en cómo consumimos. Si empresas, sociedad y dirigentes políticos tenemos un rumbo, los fondos europeos son un viento favorable, extraordinario.

¿Esos fondos Next Generation serán el ansiado maná?

Me da miedo esa palabra y me da miedo también el verbo que utilizamos en nuestros debates, vamos a ver cómo se van a repartir. Esto no es repartir, esto es que si usted tiene proyectos de inversión los fondos son un viento favorable. Pero la idea de deme a mí lo que me toque en el reparto que después ya veré lo que hago con ellos, eso sería tremendo. Nos llevaría a lo que hicimos mal con el Plan E. De lo contrario el riesgo sería que despilfarraremos.

¿Cómo superará Galicia las consecuencias de la pandemia, teniendo en cuenta la crisis industrial en la que está inmersa, con Alcoa y Vestas, entre otros problemas?

Galicia tiene una oportunidad histórica con la transformación digital y la transición ecológica. El 70% de la transición ecológica va a descansar sobre el mundo rural porque ahí es donde está el capital natural del que habla la Unión Europea que hay que potenciar. A mi juicio de la misma manera que el XX fue el siglo de las ciudades, el XXI lo es del mundo rural y de las pequeñas y medianas localidades. Va a haber muchas ayudas si hay proyectos adecuados para el desarrollo del mundo rural. En segundo lugar, Galicia tiene también un reto importante en el ámbito industrial porque una buena parte de su tejido está basado en tecnologías contaminantes. El gran reto es llevar a cabo esa transformación industrial manteniendo el empleo. Se necesitan proyectos de país.

"Veremos una nueva votación sobre un nuevo estatuto"

¿Por qué rechazó en su día la oferta para ser ministro con dos partidos diferentes y ahora aceptó presidir el CES?
Digamos que me habían ofrecido posiciones políticas, no me gusta ir por la vida diciendo que me han ofrecido ministerios. En algunos casos estaba en una situación de salud delicada que no me permitía aceptar esas ofertas, que siempre son muy halagadoras. En este caso he aceptado porque mis condiciones de salud son mejores y porque es una institución que me gusta mucho. Durante mi vida como catedrático he defendido que el diálogo y el consenso son la mejor estrategia de política económica para afrontar las grandes reformas. Estamos en un momento de una incertidumbre espectacular en el que necesitamos grandes reformas, que deben ir orientadas a través del diálogo y el consenso y la institución que mejor representa estos valores es el CES. Además, me apoyaron todos los grupos en el examen que me hicieron en el Congreso de los Diputados y los 60 consejeros del CES me votaron casi de forma unánime, lo que es una satisfacción.

Fue el primer no catalán ni gran empresario que presidió el influyente Círculo de Economía, ¿cómo fue posible?
Tiene dos respuestas, que son complementarias. La sociedad catalana y en concreto su burguesía industrial y económica es más abierta de mente de lo que muchas veces creemos y yo ya tenía una larga trayectoria en la casa. Y en segundo lugar, sin exagerar la humildad ni la soberbia, algún mérito debería tener.

¿Ve una solución a la crisis por el proceso soberanista?
En el 2017 con las leyes llamadas de desconexión fue un momento de pérdida de rumbo por parte del nacionalismo e independentismo. Tengo la esperanza de que eso sea corregido. Pero la demanda permanece y también hay una demanda mayor por parte del conjunto de ciudadanos de Cataluña que queremos mejorar nuestro autogobierno, en definitiva el Estatuto. El nacionalismo e independentismo catalán ha de comprender que ha de volver al constitucionalismo, no solo a la Constitución Española, sino al Estatuto. Con tiempo veremos de nuevo en Cataluña una votación sobre un nuevo Estatuto de Cataluña.

Comentarios