Las fuentes de la Praza de San Marcos, dos conjuntos de bloques de granito de desigual altura y chorros que emergen directamente del suelo, llevan apagadas más de cuatro años tras un problema de bacteria legionella en sus circuitos. Así lo confirmó la Diputación, que es la entidad encargada de su mantenimiento y que explicó que en este momento están siendo revisadas para volverlas a poner a funcionar.
Mientras tanto, las fuentes funcionan como elemento de juego para los niños en una plaza donde no existen otros divertimentos para los más pequeños, al margen de explanadas para correr, saltar o patinar.
El espacio situado frente a la Diputación y entre las plazas de Ferrol y Santo Domingo fue sometido a una reforma total hace algo más de una década y, cuando acaban de arrancar las obras que servirán para completar la peatonalización del centro, vuelve a acaparar la atención de algunos ciudadanos. Hay quien teme a que las nuevas intervenciones tengan el mismo resultado: espacios con mucho pavimento y poco verde.
Los proyectos para las Prazas de Ferrol y Santo Domingo y para las calles Montevideo y Bolaño Rivadeneira contemplan la plantación de bastantes más árboles de los que hay ahora y la colocación de parterres, pero hay vecinos del centro y colectivos como Lugo Monumental que insisten en la necesidad de mantener las no muy abundantes zonas verdes que hay actualmente en el casco histórico. También que se mantengan especies autóctonas y queridas, como los naranjos de Santo Domingo, así como la fuente de la Praza de Ferrol en su ubicación actual, como parte del antiguo camino del agua de la ciudad, del que actualmente ya solo queda esta fuente y la de la Praza do Campo.
La crítica a transformaciones de plazas y otros espacios urbanos que se han llevado a cabo en los últimos años por el exceso de pavimento y la escasez de verde es habitual en la ciudad. Fue el caso de San Marcos hace una década, cuando, al igual que en las obras que se llevan a cabo ahora, se aprovecharon fondos europeos para hacer una transformación con la que se buscaba devolver a la plaza la estética que tenía en los años cincuenta. En esa época era un espacio bastante abierto donde el protagonismo lo tenía la Diputación, un edificio histórico. La configuración posterior hacía que el lugar se percibiese como de uso exclusivo de la institución.
Para revertir la situación se talaron los tres grandes cedros, de 15 metros de alto, que habían acabado por ocultar la fachada del antiguo palacio y cuyas raíces levantaban el pavimento. Se eliminaron también las dos grandes fuentes. Se sustituyeron por conjuntos escultóricos con más piedra y menos agua y se plantaron árboles y arbustos de crecimiento más lento. El resultado ha sido una plaza con poca sombra y muy expuesta al sol y al viento, lo que hace que no sea ni de lejos uno de los espacios preferidos de los lucenses.