Francisco Javier Gómez Romero: "Quizás haya cruzado el océano Atlántico cerca de dos mil veces"

La primera vez que se sintió como un pájaro tenía 16 años. Fue el día que hizo su primer vuelo sin motor. Ahora, a los 62, el piloto lucense Francisco Javier Gómez Romero —expresidente del Sepla— acumula más de cinco mil horas de vuelo. Las últimas al frente del Boeing 787 de Air Europa con el que cruza el 'charco' todas las semanas

Por un error en la emisión del DNI recuperó todavía el nombre de Francisco, que precede al de Javier, hace solo unos años. Le costó lo suyo pero menos que las horas de vuelo —más de cinco mil— que lleva acumuladas en su carrera como piloto de aviación. Una carrera que este lucense comenzó a los 16 años —en un vuelo sin motor al que se subió en Huesca— y que continúa todavía, con 62, haciendo una ruta transoceánica semanal, cruzando el Atlántico, a bordo del Boeing 787 de la compañía Air Europa. 

Francisco Javier Gómez Romero, en la cabina de un avión. EP¿Qué rutas hace cada semana? 
Generalmente, vuelo a América. Hace unos días, estuve en Panamá y ahora iré a Miami y a Sao Paulo. También hago, de vez en cuando, otras rutas como a Holanda, Canarias o Israel. Si son vuelos más cortos, puedo hacer hasta tres a la semana. 

¿No es muy cansado estar continuamente viajando? 
Estás haciendo y deshaciendo maletas constantemente y de hotel en hotel, pero nuestra vida es así. Cada semana, en un sitio. 

Empezó con 16 años. ¿Siempre tuvo claro que quería ser piloto? 
Sí, desde niño. Mi primer vuelo fue sin motor en Huesca. En cuanto tuve oportunidad, lo hice. Lo tenía muy claro. 

¿Qué sensación tuvo? 
Hay mucho silencio. Supongo que será una sensación similar a la que puede tener un pájaro. Cuando vas pilotando un avión, no hay ese silencio porque oyes permanentemente el motor. Si el vuelo es sin motor, no oyes nada. A lo mínimo, el silbido del aire. Es una gran sensación de libertad.

Mi madre era una enfermera de Ferrol que vino a Lugo a trabajar y ahí nací yo. Vivíamos cerca de la muralla

¿Cuántas veces cruzaría el Atlántico a lo largo de su vida? 
Es más fácil calcular las horas de vuelo, que son ya más de cinco mil. Quizás haya cruzado el Atlántico cerca de dos mil veces. 

Se lo sabrá de memoria... 
[Risas]. Sí, me conozco ya todas las olas. 

¿Otros océanos no atravesó? 
Sí, pero menos veces. Hice algún vuelo cruzando los océanos Índico y Pacífico hacia Tailandia, Indonesia, Vietnam o China. 

Le queda ya poco para jubilarse. ¿Seguirá volando? 
Nos obligan a jubilarnos a los 65 y, desde entonces, no nos permiten hacer vuelos de carga ni de transporte público de pasajeros. En cambio, a nivel particular sí podemos volar. 

Usted nació en Lugo. ¿Tiene todavía familia aquí? 
No, no tengo a nadie, pero mi familia materna es gallega. Mi madre era de Ferrol. Trabajaba como enfermera y se fue a Lugo, ahí nací yo. Mi padre era extremeño. A los dos años de nacer, se trasladaron a Madrid y ahí me crie. Pero paso todas las vacaciones en A Coruña y en Lugo estuve hace unos cuatro años. Vivíamos cerca de la muralla, pero no recuerdo la calle. 

¿Sobrevuela Lugo muchas veces en sus rutas transoceánicas? 
El otro día viniendo de Panamá, sí. Siempre buscas las rutas más favorables para que el tiempo de viaje sea más corto. Y cogí la vertical de Santiago, dejando A Coruña a la izquierda y sobrevolando Lugo. Generalmente, las rutas que van de Madrid a Estados Unidos —particularmente, Nueva York o Boston—sobrevuelan Galicia y las que vienen de México o Cuba también la sobrevuelan. 

¿Hay rutas de vuelo más peligrosas que otras? 
De América a Europa, los vientos empujan y te ayudan. En cambio, si vas hacia Sudamérica te los encuentras de cara. Hay una zona próxima al ecuador que se llama de convergencia tropical, con líneas de tormentas muy elevadas que no se pueden sobrevolar, que hay que rodear y el tiempo aumenta. Las rutas hacia China suelen ser más tranquilas. Sin embargo, las del Atlántico tienen, generalmente, más turbulencias.

Nos gustaría disponer de cámaras para ver el exterior del avión porque no vemos nada"


Fue presidente del sindicato de pilotos, Sepla, de 2015 a 2017 y le tocó establecer un protocolo de asistencia a pilotos, tras el accidente de los Alpes. ¿Se mejoró mucho en seguridad? 
Sí, ahora disponemos de pilotos psicólogos, que pueden ayudar a otros pilotos con problemas evitando que cojan el avión. 

¿Queda todavía mucho camino por recorrer para mejorar la seguridad en los aviones? 
Hay que ir poniendo cada vez más medios. Nos gustaría disponer de cámaras para ver el exterior del avión porque no vemos nada: ni cuando recibes un golpe de un ave, ni si revienta un motor, ni si hay pérdidas de presurización... 

Los pilotos siempre están pidiendo más sueldo. ¿Cobran suficiente? 
¡Qué va! Están peor pagados que nunca. Un veinte por ciento son mileuristas. Tenemos que habilitarnos para cada marca y modelo de avión y eso supone, a veces, volar gratis. Hoy en día hacerse piloto cuesta 100.000 euros, que se han de pagar en dos años, y mucha gente se mete en créditos.

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