"Era una persona de buen corazón y siempre dispuesta a echar una mano"

Clara María Expósito deja dos huérfanos, un joven de 28 años y una adolescente de 14, que ya no residían habitualmente con ella
La puerta precintada del piso en el que se cometió el crimen. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera La puerta precintada del piso en el que se cometió el crimen. VICTORIA RODRÍGUEZ

Clara María Expósito, de 49 años de edad, llevaba la mitad de su vida residiendo en el piso en el que la perdió el pasado jueves, una vivienda social que se encuentra en el barrio de As Gándaras.

Esta lucense, cuyo padre fue agente de la Guardia Civil, estuvo casada hasta hace siete u ocho años. Desde entonces, su exmarido, con graves problemas de salud, se había desvinculado completamente de ella, según comentan sus vecinos.

La fallecida, que según explicó una amiga, no tenía trabajo y llegaba a fin de mes gracias a una ayuda asistencial, deja dos huérfanos, un chico de unos 28 años, y una adolescente de unos 14. Esta estuvo conviviendo con su madre hasta el pasado verano.

RELACIÓN TÓXICA. Poco después del cambio de residencia de la menor fue cuando Clara María Expósito rehizo su vida con la persona que presuntamete acabó con ella, un vecino del barrio que, cuando no estaba en prisión, residía con sus padres en una vivienda que está a apenas unos 250 metros del lugar del crimen. La familia de la víctima había mostrado recientemente su preocupación por la relación que mantenía esta con su presunto homicida.

Una amiga definía este sábado a la asesinada como una persona de "buen corazón" y "dispuesta a echar una mano".