Una familia rusa y otra ucraniana viven en Lugo como refugiadas

Llegaron este año y pidieron asilo político en España por ser perseguidos en sus países

Olecsander, de frente, y Nikolay, de espaldas. J.VÁZQUEZ
photo_camera Olecsander, de frente, y Nikolay, de espaldas. J.VÁZQUEZ

Dos familias refugiadas, procedentes de Rusia y de Ucrania, residen en Lugo desde principios de este año. Llegaron tras huir de sus respectivos países por considerarse perseguidas al ejercer la oposición a sus gobiernos. Ambas familias fueron acogidas en la capital lucense por la ONG Accem y residen en dos de los pisos que tiene este colectivo, donde comparten espacio con otros refugiados de otras nacionalidades.

La familia rusa está integrada por una joven pareja y su hija y convive con otra familia procedente de Georgia, otra exrepública soviética. Llegaron a Madrid el pasado diciembre y, desde el Ministerio del Interior, fueron enviados hace dos meses a Lugo, una ciudad que desconocían pero que cumplía con un requisito que pidieron: que estuviese en el norte del país y no tuviese mucho sol para no perjudicar su piel blanca.

"Nos encanta Lugo. Tenemos ya amigos que hicimos en el parque, donde juega la niña, y estamos a gusto. Esperamos estar aquí unos años hasta que nos sintamos seguros para volver a Rusia donde, ahora mismo, nos sentimos perseguidos por haber pertenecido a un partido político opositor al régimen de Putin, comunista, que protestaba contra la invasión de Crimea. Soy ruso y apoyaba a Ucrania en Rusia, por eso fui perseguido", explica el cabeza de familia, un ingeniero de unos 30 años, que se hace llamar Nikolay para ocultar su identidad por miedo a posibles represalias políticas que lo conduzan a prisión.

Esta familia eligió España para rehacer sus vidas tras una estancia que tuvo Nikolay en el país hace cuatro años. "España es el país más democrático de la UE y, además, podemos aprender español, que es la segunda lengua más hablada del mundo", explicó a las autoridades españolas a la hora de solicitar el asilo político.

La familia ucraniana está integrada por un jefe de ingenieros y una trabajadora social, Olecsander y su mujer —de 56 y 51 años—, que llegaron el pasado mes de enero a Lugo, en este caso procedentes de Alemania y antes, de Odesa, donde fue quemada su casa. "No temía que me metiesen en la cárcel. Pero quemaron mi casa, por problemas políticos y étnicos, y vi cómo querían matar a otra gente, así que decidimos coger los documentos y marchar", explica Olecsander.

Esta pareja también fue acogida en un piso de Accem, donde comparte espacio con otras familias procedentes de lugares tan variopintos como Ecuador y el Sahara.

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