Los extranjeros irregulares en la provincia de Lugo esperan una media de tres años por los papeles

Para subsistir, muchos de ellos se ven abocados a desempeñar trabajos en el mercado negro, sin seguro y mal retribuidos ► El alquiler de vivienda se convierte en una misión imposible para la mayoría dado que los arrendadores no se fían de que les paguen
Bereciartúa, de Rioplatenses, y Sinisterra, abogado. V. RODRÍGUEZ
photo_camera Bereciartúa, de Rioplatenses, y Sinisterra, abogado. V. RODRÍGUEZ

LAS ÚLTIMAS escenas del asalto a la valla de Melilla, que dejaron decenas de muertos, recuerdan que la migración hacia una vida mejor todavía sigue siendo la aspiración de muchas personas. A su vez, España empieza a necesitar mano de obra inmigrante ante la falta de trabajadores que sufren ciertos sectores, especialmente la hostelería y la construcción.

Ante esta situación, la web esenciales.info acaba de promover una campaña de recogida de firmas -a la que se sumó la asociación Rioplatenses, de Lugo- que pide la modificación de la Ley de Extranjería para llevar a cabo una regularización extraordinaria.

"Necesitamos 500.000 firmas para que salga adelante una iniciativa legislativa para que sean regularizados los extranjeros llegados antes del 1 de noviembre de 2021, que cubrirían la actual falta de trabajadores en algunos sectores. Es importante poner en valor la inmigración porque parece que somos una carga y no es así", explica Ana María Bereciartúa, presidenta de la asociación Rioplatenses, que convocó una charla el próximo jueves, en el centro Uxío Novoneyra, sobre esta campaña.

Esta mujer llegó a Lugo, procedente de Argentina, hace veinte años. A Ana María no le fue difícil hacerse un hueco en la sociedad española. En aquellos tiempos, además, la Ley de Extranjería era más permisiva e incluso había inmigrantes que llegaban a España con un contrato de trabajo en la mano. Ahora, son excepciones los que llegan de esta manera.

"Las contrataciones en origen solo se están haciendo con Chile y Perú, y eso que hay puestos de difícil cobertura, como el de frigorista naval, para los que no se encuentran trabajadores en España. Lo curioso es que esta lista no se actualiza porque no aparecen trabajos como los de albañil o camarero, en los que hay mucha falta de personal", afirma la presidenta de Rioplatenses.

Desde su asociación, Ana María Bereciartúa brinda apoyo a inmigrantes de Argentina y Uruguay pero también de otras nacionalidades. Las historias se repiten: llegan con mucha ilusión en busca de una vida mejor para ellos y sus hijos y se encuentran con una vida en la que carecen, muchas veces, de las necesidades más básicas para poder sobrevivir.

"Yo les digo a todos que antes que venirse hay que planificar bien lo que se hace. Aquí no es nada fácil la vida hasta que se consiguen los papeles. De repente, ya no estás en tu país, pierdes tu red de apoyo y se te mueve el suelo porque eres un indocumentado. Te encuentras en un lugar nuevo en el que hay varias administraciones y no entiendes la diferencia entre Xunta, Diputación o la trabajadora social del Concello o del Sergas. Y sin documentación, solo con tu pasaporte, no puedes ni abrir una cuenta en el banco, ni tampoco acceder a ningún tipo de subvención", afirma Ana María.

SUBSISTENCIA. Las cuestiones administrativas no dejan de ser un pequeño escollo en la nueva vida del inmigrante cuando llega a Lugo. Lo peor es la subsistencia del día a día. Empezando por conseguir comida y un techo bajo el que cobijarse.

"Es imposible alquilar un piso, principalmente porque los propietarios no se fían de los inquilinos y piensan que no les van a pagar o que les van a ocupar la casa. Entonces, se comparten viviendas y se alquilan habitaciones, sobre 200 euros al mes. La comida la suelen conseguir en el Banco de Alimentos", comenta la presidenta de Rioplatenses.

Pese a estas dificultades, los menores tienen garantizado el derecho a la educación gratuita. Padres e hijos acceden, además, a la sanidad pública después de tres meses empadronados.

Rioplatenses trabaja con el abogado colombiano Waldir Sinisterra, que asesora a varios inmigrantes sobre estos trámites. "El camino sigue siendo difícil incluso después de conseguir el permiso de residencia por arraigo porque este solo dura un año y te obligan a tener un contrato. Muchas veces se dan abusos pero a los extranjeros les conviene aguantar para no perder el permiso de residencia", apunta el abogado.

PANDEMIA. Otra de las vías para lograr la regularización es el arraigo social. Para ello, hay que estar tres años empadronado y demostrarlo. "Es conveniente hacerse socio de una biblioteca, tener justificantes de ir al médico o de coger el bus o pedir factura en el supermercado. Hace dos años, tuvimos un gran problema con la pandemia porque no se podía salir de casa y ahora no se puede demostrar que estos inmigrantes estuvieron viviendo aquí cinco meses pese a que lo pide la Administración", cuenta Sinistierra.

Otra condición para poder acceder a la regularización es que la conducta del inmigrante ha de ser impoluta ya que, para concederle el permiso de residencia, las autoridades revisarán los antecedentes penales y también los policiales. "Simplemente, el hecho de haber sido multado o una denuncia vecinal puede ser un problema para conseguir un permiso de residencia", recuerda este abogado.

Otra asociación que ayuda a los inmigrantes en los trámites para su regularización es Aliad Ultreia, a través de su programa de apoyo a las mujeres en situación de vulnerabilidad. "Mientras que el inmigrante no tiene papeles no existe para nadie. Subsisten con trabajos en el mercado negro. Ellas, en el servicio doméstico. Ellos, en el campo. Pero todos cobrando poco y a veces siendo estafados", afirma Gerardo Pardo de Vera, abogado de la asociación.

Este letrado opina que se debería abrir la mano con la Ley de Extranjería para evitar estos abusos. "Lo que está pasando ahora es que se está creando una bolsa de trabajo en la economía sumergida mientras que hay una necesidad laboral que no está cubierta", comenta Pardo de Vera.

Cinco expulsiones en lo que va de año
La Oficina de Extranjería de la Policía Nacional tramitó, en los primeros seis meses de este año, la expulsión de cinco inmigrantes que residían ilegalmente en Lugo, según información facilitada por la Subdelegación del Gobierno. La edad media de estos extranjeros que no consiguieron regularizar su documentación durante su estancia en Lugo era 38 años. Todos ellos eran hombres: un colombiano, otro dominicano, un tercero es marroquí y los otros dos son venezolanos.

341 es el número de permisos iniciales concedidos en 2021 en la provincia de Lugo, de los que 187 eran a mujeres y 154 a hombres.

191 solicitudes de asilo fueron tramitadas en lo que va del año desde la Oficina de Extranjería de Lugo.

5.094 inmigrantes sudamericanos —la mayoría de Colombia— residen en Lugo, según el Ige, Son la comunidad más numerosa.

 

"¡Las humillaciones me hicieron llorar muchísimo!"

Llegan a Europa con la mochila cargada de sueños en búsqueda de una vida mejor y se encuentran aquí con, al menos, tres años de penurias y humillaciones para, simplemente, poder llevarse algo a la boca y encontrar un techo bajo el que dormir.

Gertrudis: "No salí de España en 4 años al no tener papeles"

Gertrudis Guérez Pérez es de Cuba y ahora ya dejó de ser una sinpapeles. "Estuve cuatro años en los que no podía salir de España, precisamente por no tener documentación en regla", afirma. Gertrudis pidió el asilo político y,a los seis meses, le dieron la tarjeta roja. "La primera no me permitía trabajar pero la segunda sí. Así que me puse las pilas y trabajé en todo lo que pude", dice.

Esta inmigrante fue saliendo gracias al Banco de Alimentos y a que la acogieron unas amistades en su casa. Esperó un año por el asilo y, al final, le vino denegado. Pero volvió a hacer el trámite, esta vez pidiendo permiso de residencia por arraigo laboral.

Gertrudis Guérez Pérez. SEBAS SENANDE
Gertrudis Guérez Pérez. SEBAS SENANDE

En Cuba, Gertrudis era administrativa. Aquí no puede trabajar en su profesión por no tener convalidado el título. "Cuesta 400 euros y no puedo dejar de comer un mes para pagarlo", asegura.

Claudia: "Llevo dos años esperando la regularización"

Claudia prefiere preservar su identidad pero acepta contar su historia. Es colombiana y lleva dos años y medio en Lugo. De momento, sin papeles. "Cuando vine, me cogió aquí la pandemia. Pensaba volver a Colombia, pero no pude. Fui a la Policía y me dieron cita para el NIE pero hasta ahora no me llamaron para darme la tarjeta. Llevo dos años esperando. En este tiempo, pedí ayuda. Entre otros sitios, en Cruz Roja, que me da una tarjeta monedero de 200 euros al mes para la compra", cuenta.

Mientras tanto, ella, como los demás, sobrevive como puede. "Te ofrecen trabajos sin contrato y muy mal pagados. Pese a todo, puedo decir que nunca me acosté sin comer", apunta.

Onaida: "Llegué a dormir dos noches en la calle"

Onaida Luz Onesta Ramírez también es colombiana. Llegó hace tres años y medio y ahora ya dice, con orgullo, que está legal en España. Lo consiguió por arraigo laboral, después de casi cuatro años de trámites. "Fue un tiempo complicado. Surgen empleos cortos: de un día, de ocho días. También trabajos de interna donde te pagan entre 500 y 600 euros al mes con solo un día libre a la semana", dice.

Onaida Luz Onesta. SEBAS SENANDE
Onaida Luz Onesta. SEBAS SENANDE

Onaida tiene una niña de 10 años y su situación, sin papeles, no fue nada fácil. "Te ofrecen trabajos en los que cobras entre 5 y 7 euros la hora y eres la ‘detoíto’, como decimos en Colombia: cuidas al enfermo o mayor, lo bañas, le das la medicación, limpias la casa, haces las camas... y lo peor es que no hay derecho a quejarse. ¡Las humillaciones me hicieron llorar muchísimo!", afirma.

Onaida pensó en volver, pero no se atrevió. "Allá la economía está peor que aquí, sería difícil encontrar trabajo y, al venirte, dejas deudas que tienes que pagar. Así que no te queda otra que sobrevivir", dice. Y así lo hizo, llamando a las puertas de Cáritas, que le ayudó a pagar el alquiler, o de Cruz Roja, que le dio comida. "Llegué a dormir dos noches en la calle, en Santo Domingo, por no tener a dónde ir. Ahora yo y la niña vivimos en una habitación por la que pago entre 150 y 200 euros. No es lo que yo quisiera pero nos arreglamos", cuenta.

María: "Acogimos gratis a una familia recién llegada"

María —nombre falso— es argentina y lleva diecinueve años en Lugo, a donde se vino con la nacionalidad italiana en el bolsillo, lo que le abrió el camino. "Tanto a mí como a mi marido nos ofrecieron trabajo enseguida. No puedo decir que fuese explotada. Los fines de semana hacíamos extras en los restaurantes y así conseguimos comprar un piso y tener un coche cada uno", cuenta.

Desde marzo, acoge en su casa a una familia argentina, que no tiene ascendencia europea y espera su regularización. "Viven gratis en mi casa porque nadie les alquila, aunque podrían pagar porque tienen ahorros. Cruz Roja y el Banco de Alimentos les da comida; Cáritas, ropa, y Diaconía, productos de aseo", afirma.

María siempre estuvo legal en España pero aún no puede ir al banco a hacerse una tarjeta. "Tengo el NIE, no el DNI, y está caducado, pero ahora no lo renuevan porque desaparece para los comunitarios. Así que tuve que depender de mi marido, con DNI, para sacarla. Con mi carné italiano y el pasaporte, no hice nada. Así está la ley", se queja.