Una vigilante salvó su vida de milagro en la fábrica Ceao2 de Leche Río

El gerente, Jesús Lence, achaca el estallido a un escape de gas y dice que continúa la actividad

Caldera siniestrada. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Caldera siniestrada. VICTORIA RODRÍGUEZ

La explosión de una caldera en la fábrica Ceao 2 de Leche Río dio este viernes un buen susto a los siete trabajadores y a la vigilante del turno de mañana que se encontraban en la factoría cuando sucedieron los hechos. El estallido en la sala de calderas ocurrió sobre las ocho menos cuarto de la mañana, tres cuartos de hora después de la entrada del turno de mañana, a las siete. El estruendo fue muy grande y el alcance de la explosión hizo que reventase por completo una caldera, que se doblase el recubrimiento exterior del edificio y que, incluso, saltasen algunos trozos de este varios metros al exterior. El impacto de la explosión era evidente desde el exterior, donde se podían apreciar los daños provocados en la fachada.

A falta de un informe pericial, el gerente de la firma, Jesús Lence, achaca la explosión a un escape de gas. El ruido provocado fue tan grande que los trabajadores abandonaron rápidamente las instalaciones. Por la tarde, la factoría estaba cerrada y solo era frecuentada por los camioneros.

Afortunadamente, ningún trabajador se encontraba en aquel momento en la sala de calderas y la onda expansiva de la explosión tampoco afectó a otros departamentos de la factoría. Por lo tanto, no hubo que lamentar heridos. Sin embargo, una vigilante -que cubrió el turno de noche- salvó su vida de milagro dado que solo dos minutos antes del suceso había entrado en la sala de calderas. De estar un poco más de tiempo en el lugar, probablemente este sábado no podría ya contarlo.

"Llamas no hubo. Esas manchas negras quizá se deban a la acumulación de vapor", indica la vigilante

"Hubo un ruido grande, contundente y pasé un gran susto porque todo ocurrió a los dos minutos de salir yo de allí. La explosión me pilló fuera, que si me pilla dentro no lo cuento. Fue como un reventón. Algo totalmente inesperado pero, bueno, nos lo tomamos con la máxima tranquilidad posible, dentro de lo que cabe", comenta.

Tanto la vigilante como el resto de personal de la fábrica abandonó las instalaciones al oír el tremendo estruendo.

"Salimos tranquilos. Fue una sorpresa para todos pero logramos mantener la calma", insiste la vigilante.

En el interior de la sala de calderas se podía apreciar este viernes por la tarde todavía el suelo caliente en ciertas zonas, quizás debido a la alta temperatura alcanzada con la deflagración. El suelo de las instalaciones y también la caldera afectada estaban manchados de una sustancia negra.

"Llamas no hubo. Esas manchas negras quizá se deban a la acumulación de vapor", indica la vigilante.

La mujer se encontraba este viernes aparentemente tranquila aunque el susto fue morrocotudo. Quizás por su cabeza pasase la idea de que había vuelto a nacer. "¡No la tenía ahí! Eso está claro", dice.

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