La publicación del testimonio del lucense Ricardo López Pérez sobre los abusos que sufrió a manos de un hermano marista durante su etapa de estudiante en el colegio de esta orden en Lugo ha causado una auténtica conmoción en la ciudad, a la vez que ha hecho que otros alumnos recuerden sus experiencias y se atrevan a contarlas. Todos los testimonios señalan a Primitivo Castellanos, que ejerció como profesor, administrador del colegio y entrenador de balonmano en los años 70 y principios de los 80.
Ricardo López, de 54 años y ahora residente en A Coruña, llevaba bastante tiempo hablando públicamente en su cuenta de Facebook sobre los abusos que sufrió a manos a de este profesor hace cuarenta años, cuando era un preadolescente en el colegio de los Marista de Lugo. Incluso, contaba en su cuenta, llegó a acudir con su denuncia a la propia congregación y a la Fiscalía de Lugo, donde asegura que no le hicieron caso al haber pasado tanto tiempo, no valorar la gravedad de los abusos y no contar con testimonios que apoyaran su versión o relataran actuaciones más graves de este religioso, como violaciones.
De hecho, su principal objetivo hasta ahora era conseguir que otros compañeros rompieran su silencio, puesto que estaba convencido de que el comportamiento del hermano Primitivo, como se le conocía, era habitual, conocido y consentido. Este diario se puso en contacto en su momento con Ricardo López para hacer pública su historia, si bien declinó contarla públicamente porque se sentía poco apoyado ante la ausencia de testimonios como el suyo. Parece que esta situación cambió gracias a una investigación sobre las acusaciones de pederastia en los colegios Maristas de Galicia realizada por el diario El País, que incluía las denuncias de López.
Los testimonios coinciden en que su comportamiento era conocido por todos los alumnos y que los tocamientos, algo habitual
La publicación de su experiencia ha conseguido, de algún modo, lo que Ricardo perseguía: remover los recuerdos de otros muchos exalumnos del hermano Primitivo y conseguir que varios de ellos se atrevan a contar también sus experiencias, aunque sea de manera anónima.
"Era algo habitual, todos lo sabíamos", confirma otro lucense que hizo toda la EGB en el centro y tuvo además cuatro años a Primitivo Castellanos como preparador del equipo de balonmano. "A mí me pasó dos veces en el vestuario. Si llegabas tarde, mientras los otros calentaban se quedaba contigo y te hacía comentarios como "mira que ajustado te queda este pantalón" o "qué desgastado lo tienes" mientras te tocaba el muslo o los genitales por encima del pantalón", recuerda sin demasiado rencor, ya que "eras muy chaval, eran otros tiempos y otro ambiente y a mí no me traumatizó".
Tampoco oyó comentar nunca a ningún compañero que fuera más allá de esos tocamientos, pero sí insiste en que "lo sabíamos todos, no solo en el colegio sino en todo Lugo y en todo el ámbito del balonmano. Era algo que no comentabas en casa, pero sí entre tú grupo: "A mí me cogió en el vestuario" o "a mí me hizo quedarme en su clase después de acabar..."".
Los vestuarios era, según esta y otras víctimas que hablaron con El Progreso, su hábitat preferido. Otro alumno que estudió en Maristas en Lugo a finales de los 70 no puede olvidar la situación que se creaba en las duchas: "Entonces las duchas tenían cada una puerta con cerrojo y cada vez que entraba el hermano Primitivo en el vestuario oía como se iban cerrando uno a uno desde dentro, para que no abriese". Y es que esa, afirman los testigos, era costumbre muy habitual en este hombre, ir abriendo las puertas mientras se duchaban los chavales con disculpas como apremiarles para que salieran rápido o con recomendaciones para que se enjabonasen bien.
Una cuarta versión, la de un lucense que estuvo en el centro entre el 75 y el 78, incide en el grado de habitualidad y desfachatez con que supuestamente actuaba el hermano Primitivo: "Entonces éramos muy niños y no teníamos ni idea de lo que significaba, eran cosas que no contabas a tus padres y ni siquiera eras consciente de que era un abuso. Era algo que asumías, que a ese había que andar escapándole. Lo hacía incluso en clase, ante todos: te sacaba al encerado y medio en broma te metía la mano en el bolsillo de los pantalones y te decía "a ver qué tienes aquí", mientras te tocaba. A veces sacaba a tu compañero de pupitre a la pizarra y mientras él se sentaba en su sitio y te ponía la mano por debajo de la mesa, en plena clase".
Los testimonios similares son abundantes, ahora que se ha roto el velo de silencio. Y todos coinciden en lo mismo: actuaba a la luz del día, sin esconderse y todos los alumnos lo sabían.
Defensa | "Es todo falso, es una de las mejores personas que conozco, no es su estilo"
El hermano Primitivo no marcó de la misma manera a todas las personas que lo conocieron en Lugo. Algunas, de hecho, lo defienden a capa y espada como "una de las mejores personas que he conocido". En este caso habla un lucense que fue profesor de Maristas en la misma época que ejerció en Lugo este religioso, con quien reconoce que le unió una gran confianza y amistad.
"No me lo creo, no lo identifico en lo que cuentan", rechaza, "estoy desconcertado. Creo que es todo falso, porque yo no puedo asegurar rotundamente que no haya pasado algún malentendido, pero lo conozco y sé que ese no es su estilo". Y menos aún, insiste este profesor, "que fuera vox populi ese comportamiento o que todos lo conocieran".
Por el contrario, este lucense cuenta con nombres y apellidos los casos de alumnos y de familias lucenses a los que personalmente ayudó el hermano Primitivo, como a una madre con el marido enfermo y cuatro hijos y cuatro sobrinos a su cargo: "A todos los chicos, porque entonces en Maristas no había chicas, los metió en el colegio por su cuenta, sin cobrarles, aprovechando que era el administrador y el que cobraba los recibos. No los tenía apuntados oficialmente durante el curso para que no figuraran, pero justo antes de las reválidas les daba de alta ante Educación para que pudieran examinarse".
Otro argumento en su defensa, opina, es que "en balonmano había fácil 200 alumnos cada año, y el único que ha denunciado estas cosas, después de 40 años, es este alumno".
GERIÁTRICO. Primitivo Castellanos ejerció en Lugo más de una década, hasta que fue trasladado de centro a mediados de los 80 del pasado siglo. Ya sobrepasados los 90 años, en la actualidad está ingresado en una residencia para ancianos que los Maristas tienen en Valladolid. El religioso sufre desde hace tiempo una enfermedad mental degenerativa, pese a lo cual la orden aseguró que está realizando una investigación sobre los hechos.
Las denuncias incluyen a otro religioso que estuvo en Lugo en el curso 1956-1957, David Samartino, a quien. Arcadio Casanova acusa de abusos y violencia extrema. Según relata en el reportaje, un director de los Maristas le confesó años más tarde a su padre que Samartino había sido denunciado por varios alumnos y que orden decidió enviarlo a Sudamérica, donde habría repetido sus abusos.