Rosa Mosquera: "Es extremadamente urgente actuar y en Galicia habrá que cambiar cultivos"

La catedrática de Produción Vexetal en el campus de Lugo, que acumula una prestigiosa carrera internacional, ha sido elegida por la Organización de Naciones Unidas para formar parte de un equipo de ocho personas encargadas de definir la adaptación agrícola al cambio climático con el fin de garantizar la seguridad alimentaria en el planeta.
 
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photo_camera La catedrática Rosa Mosquera. VICTORIA RODRÍGUEZ

Rosa Mosquera fue integrada por la Onu en ‘Nairobi’, un equipo científico encargado de desarrollar una línea de prácticas agrícolas orientadas a favorecer la adaptación de los cultivos al cambio climático. El proyecto se presentará en noviembre en Egipto.

¿Cómo cree que es de urgente adaptar nuestros cultivos al cambio climático? ¿Tenemos tiempo para prepararnos o no nos quedan ya años?

Extremadamente urgente. No solo porque ya se observa movimiento de especies en sentido altitudinal,   ya que las que tienen demanda de temperaturas más frescas van a sitios más altos, sino porque la previsión de aumento de temperatura es más claro. Estamos muy al límite. En la Península ibérica la posición de las cordilleras en sentido transversal limita el movimiento latitudinal, es decir desde las latitudes más bajas a las más altas con menor temperatura.

Este verano ya hemos visto el impacto del cambio en Galicia. A riesgo de especular, ¿habrá que introducir otros cultivos y cambiar la dieta o se podrán adaptar las producciones actuales?

En Galicia empieza a observarse que las altas temperaturas y la sequía están afectando negativamente al maíz, principal alimento de nuestra cabaña ganadera, que a su vez produce mas del 30% de la carne y leche de España. Habrá que cambiar los cultivos. Aunque se pueden establecer depósitos de agua para regar, ya se está pensando en el sorgo como sustituto del maíz. Pero las propiedades organolépticas de los productos ganaderos se modifican, lo que obligará a cambios en la alimentación o a un cambio de costumbres por parte de los consumidores.

Los desafíos climáticos convergen con el reto de alimentar a una población mundial creciente. ¿Se puede superar el reto o el mundo tendrá que afrontar más hambrunas y movimientos de población?

Es acuciante que los países adopten medidas de mitigación pero también de adaptación para mantener el sistema alimentario.

En este momento coinciden las advertencias de que hay que actuar ante el cambio climático con discursos que combinan también nuevos principios ecologistas y animalistas, que instan por ejemplo a reducir o anular el consumo de carne, que es una producción importante en Lugo. ¿Será esa la senda que habrá que seguir?

La reducción del consumo de carne debe ser selectiva y asociarse a una disminución de productos generados de forma intensiva, sin pastoreo. Por contra, el pastoreo es esencial no sólo para producir alimentos de calidad y más saludables sino para mantener la biodiversidad en nuestros paisajes. El consumo de alimentos con base en el pastoreo debe promoverse.

A lo largo de la historia ha habido procesos de cambio del clima. ¿Hay lecciones que se puedan sacar de esos procesos del pasado?

Los cambios de clima en el pasado se asociaron a fenómenos bruscos, con grandes catástrofes como los cambios de las condiciones atmosféricas por un gran meteorito y la extinción de los dinosaurios, o el cambio de clima en el norte de África o Egipto que provocó abandono de grandes urbes. La solución siempre fue a consecuencia de ese impacto. Con menor intensidad, el cambio climático provocó movimiento de especies animales y vegetales, en este último caso con gran dificultad en la península ibérica por sus cordilleras en sentido transversal y con gran facilidad en EE.UU. por sus cordilleras dispuestas en sentido latitudinal.

Tras varias décadas de apuesta por las producciones intensivas para garantizar la alimentación de la población, que han podido generar excesos con impacto en el cambio climático, ahora vemos cada vez más apuestas por las producciones ecológicas y llamamientos al consumo de productos de kilómetro cero. ¿Cúal cree que será el modelo que deba imponerse en el futuro?

En el futuro se impone un consumo más responsable, ya que el precio de los carburantes favorecerá la producción en zonas próximas, sobre todo debido al transporte. También el precio de los insumos, como fertilizantes, nos obligará a emplear técnicas de mejora de la fertilidad en consonancia con la naturaleza. La unión europea así lo ha decidido, ya que un 25% del terreno agrícola actual deberá cultivarse en ecológico para el 2030.

A título más personal, tiene ya una dilatada y reconocida carrera internacional, pero personalmente será un orgullo y también un desafío estar entre los llamados por la Onu para proponer soluciones a un reto que afecta al planeta y a  la humanidad. ¿Cómo lo afronta?

Lo afronto con mucha humildad y responsabilidad y sobre todo con ganas de colaborar y contribuir con un pequeño grano de arena a solucionar los problemas que como humanos tenemos que afrontar en un mundo globalizado y que ha crecido espaldas de la naturaleza.

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