La Fiscalía pide seis años de cárcel para un sanitario lucense por hostigar a su expareja

El acusado y la denunciante trabajaron juntos en la base medicalizada del 061 de Lugo
Acusado de acoso grave a su exnovia y compañera del 061 en Lugo. DAVID FREIRE
photo_camera Acusado de acoso grave a su exnovia y compañera del 061 en Lugo. DAVID FREIRE

"Para mí fue un alivio que ella me dejara, porque no soportaba más sus problemas mentales". "Decidí cortar porque me manipulaba y se había vuelto muy agresivo".

Son las dos versiones diametralmente opuestas ofrecidas en la mañana de este martes en la Audiencia Provincial de Pontevedra por un lucense y una arousana que pasaron de una relación "de absoluto enamoramiento" (según describieron los testigos) a una crispación que en apenas dos años desembocó en la orden de alejamiento que la mujer solicitó debido a los continuos acosos de su ex novio.

Frente a este cruce de manifestaciones, la Fiscalía acabó otorgando más credibilidad a la denunciante y mantuvo su petición inicial de seis años de prisión para el hombre por dos delitos de coacciones graves, además de una indemnización de más de 11.000 euros para la mujer.

El acusado declaró que trabajaba en la base medicalizada del 061 de Lugo como técnico de emergencias cuando, en el verano de 2017, se incorporó la mujer, que es médico asistencial. Pronto congeniaron e iniciaron una apasionada relación, aunque nunca llegaron a convivir. Ella continuó residiendo en Vilagarcía y cuando le tocaba guardia en Lugo pasaba varios días en casa de su pareja. 

Pero el idilio dio un vuelco en la vispera de San Juan de 2018, cuando entre ambos se entabló una discusión en el domicilio que él tenía en la zona de vinos de Lugo. Las acusaciones sostienen que la situación se fue acalorando hasta el punto de que el hombre cerró la puerta de casa con llave, impidiendo la salida de ella, pese a sus peticiones. "Me amenazó con suicidarse y con tirarse por la ventana si me iba", declaró la víctima.

Él, en cambio, niega que hubiese tal grado de tensión, alegando que "vivo en un primero y las paredes son de papel. Estoy rodeado de 165 vecinos, por lo que si hubiera gritos o un escándalo, se habría enterado todo el mundo".

Pese a este traspiés, mantuvieron su relación durante un año más e incluso compartieron viajes a Munich, Vietnam, Asturias y varios sitios "como una pareja normal de enamorados".

Adiós definitivo

En lo que ambos coinciden es en que a principios de julio de 2019 se rompió definitivamente la relación. "Reconozco que me pilló por sorpresa, pero lo encajé", manifestó el hombre, si bien admitió que durante un tiempo llamó en varias ocasiones a su ex novia "pero solo para pedirle explicaciones de sus mentiras y para interesarme por su estado, porque sabía que estaba con depresivos y no quería que hiciese ninguna tontería".  

Los dos sanitarios prosiguieron con su relación como compañeros de trabajo durante un tiempo, pese a la incomodidad que eso suponía para ambos. De hecho, el 1 de agosto de 2019 se produjo otro episodio convulso, según las acusaciones. El acusado habría abordado a su antigua pareja a la salida de una guardia, impidiendo que se fuera en el coche para forzarla a tomar un café y conversar. Como ella se negó, le quitó el móvil y solo pudo irse del lugar cuando llegó otro compañero. En el transcurso del viaje hacia su casa en Vilagarcía recibió hasta 33 llamadas y un audio de WhatsApp. "Era solo para interesarme por ella", justificó el acusado.

La batería de testigos que aportó la defensa, todos ex compañeros de trabajo de la pareja, incidieron en lo "absolutamente enamorado" que estaba el hombre, mientras que a la víctima le atribuyeron "una actitud autoritaria, que lo tenía controlado y que llevaba la voz cantante en la relación". Uno de ellos agregó que, tras la ruptura, acompañó a su amigo al médico "porque estaba muy triste y apenas comía", y este le diagnosticó "síndrome del hombre maltratado".

La víctima, en su declaración, insistió en el carácter obsesivo y controlador de su ex novio, llegando a sufrir auténtico pavor ante sus reacciones violentas, lo que explicaría que no hubiese llamado a la Policía ni pedido ayuda cuando el hombre la dejó encerrada en su casa y salió a buscar tabaco, o cuando ambos discutieron a las puertas de la base medicalizada.

Destacó que en varias ocasiones él se metió sin su consentimiento en la habitación privada que la doctora tenía en la base medicalizada, con la insistencia de querer hablar pese a que ella lo rechazaba, actitud que fue recogida en varias grabaciones que hizo con el móvil. Él, en cambio, apuntó que todos los despachos tienen llave y pestillo -detalle corroborado por el resto de sanitarios que declararon-, por lo que si ella hubiese querido, habría podido evitar esos encuentros.  

También le acusó de perseguirla hasta su casa en Vilagarcía y hacerle la espera en la calle, y de abordarla un día cuando corría por la playa, lo que la obligó a refugiarse en el despacho de su amiga, la letrada que ejerce la acusación particular.

A raíz de estos hechos, la víctima sufrió un trastorno ansioso-depresivo que fue corroborado en sala por las psiquiatras que la atendieron, lo que la obligó incluso a solicitar una baja laboral.