La supersemilla del desarrollo

Empresarias colombianas negocian introducir en el mercado gallego derivados de sacha inchi
Juan Manuel López Labrada, Sofía Gaviria y Eliana Bejarano. XESÚS PONTE
photo_camera Juan Manuel López Labrada, Sofía Gaviria y Eliana Bejarano. XESÚS PONTE

Los estudios científicos señalan el sacha inchi como un superalimento pletórico de proteína, de varios tipos de omega y usos potenciales tanto en alimentación como en cosmética. Pero esos estudios no incluyen la propiedad más importante de esta semilla: su potencial para crear un nuevo sector económico que desplace a la hoja de coca como cultivo, genere empleo masivo en su entorno y ayude, además, a reparar a las víctimas de la violencia en Colombia.

Este es el proyecto que estos días presentan en Lugo y en el resto de Galicia la exsenadora colombiana Sofía Gaviria Correa y su compatriota Eliana Bejarano, abogada y exembajadora. Pero no vienen en busca de financiación de algún programa de solidaridad, sino en busca de socios inversores e industriales y de clientes para su conglomerado de firmas creadas en torno al sacha inchi. De la mano del empresario lucese Juan Manuel López Labrada, están manteniendo contactos con empresarios de toda la comunidad, donde ya han firmado acuerdos.

El sacha inchi, palabra quechua que se traduce como cacahuete salvaje, es una semilla de origen inca y amazónico cuyo cultivo se había ido abandonando. Según explica Sofía Gaviria, "se cultiva como una vid en parra, es una planta trepadora. Es productiva a los ocho meses de plantarse y hay tres cosechas cada dos años. La semilla está cubierta por una vaina con forma de estrella, y dentro está la semilla, que es como una almendra. Se puede comer cruda, pero se tuesta. Produce aceite con altos contenidos de omega 3, 6 y 9 y lo que queda del sedimento es pura harina con un 60% de proteína. De tres toneladas de semilla sacas una tonelada de aceite y una de harina. Todo es comestible". Además, puede usarse en la fabricación de cosméticos y en alimentación animal.

Su compañera, Eliana Bejarano, detalla el proyecto económico: "Estamos desarrollando una empresa con productos de la biodiversidad colombiana para aportar valor a una nueva economía en toda Latinoamérica. Creemos que Galicia es un aliado importante por su tradición agrícola para hacer estrategias de desarrollo e innovación en los productos. Buscamos alianzas estratégicas con empresas, alianzas industriales para un proyecto que tiene un impacto social".

Este impacto deriva de su carácter colaborativo. La empresa ha alquilado tierras para las plantaciones, pero a su vez ha conseguido incluir en el proyecto a centenares de cultivadores de la zona, Antioquía. Aspiran a tener 160.000 hectáreas cultivadas en diez años, gran parte de ellas en sustitución a la coca.

El Foro Internacional de Davos ha dado su apoyo a este desafío que quiere ofrecer a sus participantes "garantías laborales y queremos asegurar la compra de toda la producción", dice Gaviria, que argumenta que es "un negocio inclusivo en el que el agricultor llega hasta en final de la cadena como socio de la empresa".

Además, la idea nace ligada a la fundación de víctimas de la violencia colombiana, "un colectivo de 225.000 personas que merece  una reparación real. Queremos generar empleo masivo".

Reuniones con empresarios
Eliana Bejarano y Sofía Gaviria mantienen una intensa agenda de contactos en Galicia. Este miércoles, entre otras citas, fueron recibidas en la sede de la Confederación de Empresarios de Lugo por su secretario general, Jaime López, y el empresario Anxo Hermida.

Entre sus interlocutores, según Labrada, se encuentran también la firma de pan Europastry, con la que ya han firmado un acuerdo, el Puerto de A Coruña, Megaro Foods, Coluga o Farmadis.

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