LUCENSES DEL AÑO

Julio Reboredo, historiador: "Empecé Medicina, pero perseguir enfermedades no era para mí"

Sabe que la Historia está en cualquier sitio, incluso en su casa  y en su calle, San Marcos; también en alcaldes notorios. Son asuntos que ha investigado con profusión y que ha divulgado en libros amenos. Ese esfuerzo ha llevado a El Progreso a nombrarlo Lucense del Año.
Julio Reboredo. AEP
photo_camera Julio Reboredo. AEP

Cuando se le pregunta por un lugar para hacer la entrevista, Julio Reboredo (Lugo, 1953) salta sin dudar: "¡En San Marcos, por supuesto!". La cita es en su casa —en la que su familia lleva cinco generaciones— en un calle que transpira siglo XIX.

¿Cómo recibió la noticia de que era Lucense del Año?
Abrumado. Lo digo con el corazón. No sé qué me hace merecedor de esta distinción.

¿Qué diría si se lo preguntase tomando un café?
Deberían decirlo los que me nombraron. Soy un actor. Como profesor tienes que ser quien no eres, debes poner cara seria cuando te estás riendo por dentro.

Ha investigado y divulgado la Historia de Lugo.
Soy divulgador de la Historia, sin adjetivos; la historia en Lugo y a Lugo en la historia. Hago microhistoria en libros como el que escribí sobre la calle San Marcos o sobre el alcalde Ángel López Pérez. Lo primero que es la Historia es un ejercicio literario. Tienes que atraer con la escritura. La Historia es un análisis, no es factual.

Hablemos de San Marcos. ¿Cuánto mide?
Hum... la medí una vez. Algo menos de 150 metros.

¿Cuántos años vivió el alcalde Ángel López Pérez?
Entre 1873 y 1964.

Algo menos de 150 metros y 91 años le han dado para dos libros largos de microhistoria.
Sí. En el de López Pérez me pregunto quién era.

¿Quién era?
Un cirujano de hierro que tuvimos en Lugo. Era un regeracionista.  Cogió una aldea e hizo una ciudad. Tampoco es que nos gustase todo lo que hizo, ¿eh? Tirar la muralla y el Arco del Palacio no estuvo bien.

Pero hizo parques, como el de Rosalía, en una ciudad que nos los tenía.
Había jardines, pero estaban cerrados. Él quiere que los lucenses se aireen y estén lejos de las miasmas. Pero la idea no fue suya, no trabajaba con ideas propias.

Colaboraba con los médicos para hacer obras a favor de la higiene.
Los médicos eran burguesía culta y frecuentaban el Círculo de las Artes, era normal que se relacionasen. Antes de que López Pérez llegase al Ayuntamiento había habido una comisión para preguntarse qué le faltaba a Lugo. Él tiraba de las aportaciones que había hecho esa comisión. Era muy trabajador y llevaba a cabo lo que se proponía.

Los burgueses, que  no eran de aquí,  creyeron que esto era jauja y compraron todos los solares a la venta


López Pérez escuchaba a los médicos. Eso permitió mayor higiene y un aumento de población. Permítame entrar en su ámbito personal. Focaliza muchas de sus investigaciones en la salud. ¿Tuvo usted vocación de médico?
Estuve matriculado en Medicina en la USC porque me gustaba estudiar el cuerpo humano, pensar en un brazo como una palanca; pero no quise pasar la vida detrás de la enfermedad y de la muerte, así que me cambié a Historia. En la carrera me dio clase Antonio Eiras, que era de la Escuela Numerista: hay que saber cuánta población tenemos para poder estudiarla.

Volvamos a López Pérez. ¿Inventó Lugo como ciudad?
Lugo había empezado a asomar la cabeza en 1833, cuando se convierte en capital de una provincia muy grande. Mire, aquí tenemos ese vaivén entre lo local y lo general que es la microhistoria. Ser capital de provincia comporta crear servicios administrativos y potenciarse como centro económico.

La burguesía lo aprovechó.
Una burguesía que no es de Lugo. Los Pozzi eran de Lombardía, había un sombrerero sueco,... Los Pozzi están en Lugo, y también en A Coruña y Londres. Los Pla son barceloneses, están en Lugo y Ferrol. Los burgueses creyeron que esto era Jauja, compraron todos los solares que salieron a la venta, lo parcelaron y lo revendieron. Se  tiraron a comprar toda la calle de la Reina en 1836 y la primera casa se construyó en 1855.

19 años sin construirse nada.
Esa calle se acabó en 1913. Se tardó desde 1855 a 1913. Pero piense en la calle del Teatro, se hace para unir el núcleo con la estación de ferrocarril. Se frotaban las manos  por el negocio que iban a hacer. Se abre en 1875 y no se acabó hasta entrado el siglo XX.

La Historia es un ejercicio literario. Tienes que atraer con la escritura. La Historia es un análisis, no es factual

Sigamos con San Marcos.
Es el único boom inmobiliario del Lugo intramuros. Fue gracias al palacio de San Marcos. El hospital de San Bartolomé estaba en la Praza de Ferrol. Quienes iban al hospital eran los pobres porque entonces la medicina no curaba.  Si la enfermedad estaba localizada  amputaban y si era mortal llamaban al cura. Se hizo un proyecto de hospital en San Marcos. Tenía 400 camas para una población de 6.000 personas. Esa proporción se explica por eso que le digo de que los enfermos pasaban mucho tiempo en el hospital. Era muy grande y no se pudo financiar, pero se hizo uno más pequeño en  1873. La burguesía lucense dijo que era mejor dedicar el edificio a instituto y después se instaló la Diputación. Llegaron médicos, profesores, militares,... y en 1877 mi familia vino a esta casa en San Marcos. La compró mi bisabuelo, el Rey Chiquito. Era de Silvarrei, en Outeiro.

¿Quién era el Rey Chiquito?
No sé por qué lo llamaban rey, lo de chiquito es evidente por su estatura. Fue a la mili contra el general Prim; después participó en otro conflicto y la reina Isabel II lo condecoró. Se marchó a la guerra de Cuba en 1873, hizo dinero y volvió. Al nacer su primer hijo, Maximino, se vino a Lugo e instaló un negocio en el bajo de la casa. Vendía pólvora y langostas en Navidad, de todo. Le fue bien y se compró la casa.


Fotografía

"Supimos que Maximino Reboredo hacía fotos por unas obras en el desván de la casa"

Su colección de fotografías antiguas de Lugo es importante. La aumentó cuando descubrió las placas de su tío abuelo Maximino Reboredo, uno de los fotógrafos más elogiados de la ciudad, que falleció en la veintena.

Descubrió fotos de Maximino por casualidad en el desván de su casa. ¿Estaba investigando sobre él?
No teníamos ni idea. Sabíamos que era pintor. Estabamos reformando los tejados de la casa. Vine a ver la obra. Los obreros me contaron que estaba cayendo cristalitos del cielo raso, entre el suelo del desván y el techo de abajo. Los critales eran placas de fotografía. Había cuatrocientas.

¿Era profesional?
Creo que sí. Era fotógrafo de menesterosos.

No ganaba mucho.
No mucho. Hacía retratos. Las otras fotos eran experimentales, sobre actos sociales.

Comentarios