El derribo del Gran Teatro, una herida sin cicatrizar

Se cumplen 25 años de la demolición del céntrico cine de Lugo, construido en la década de los 40 del siglo XX
Imagen del Gran Teatro. AEP
photo_camera Imagen del Gran Teatro. AEP

Hace 25 años se dramatizaba un aciago episodio de la historia reciente de la capital lucense, el Gran Teatro bajaba definitivamente su telón. Una triste efeméride. Lugo perdía así su escenario cultural de referencia en el centro de la ciudad.

El 6 de marzo de 1996 el Ayuntamiento concedía la licencia para demoler ese espacio cultural, que fue reemplazado por una urbanización de viviendas. Unas semanas después, el 25 de abril, las palas comenzaban el derribo. Era un edificio singular, muestra de la arquitectura racionalista, que un cuarto de siglo después los lucenses aún siguen echando de menos. La herida no ha cicatrizado.

La crónica de esa muerte anunuciada ya se comenzaba a escribir dos años antes. El 20 de marzo de 1994 se proyectaba la última película en este cine, Atrapado por su pasado, dirigida por Brian de Palma y con Al Pacino, Sean Penn y Penelope Ann Miller, entre su elenco de actores.

Lugo no se quedó de brazos cruzados ante esa despedida. La sociedad se agitó, aunque sin éxito, para evitar el adiós de esa infraestructura cultural, la única con capacidad para acoger grandes eventos que existía en el centro de la ciudad.

Se organizaron desde un multitudinario festival en la Praza de Santa María hasta manifestaciones, vigilias nocturnas a la luz de las velas a las puertas del histórico edificio, una recogida masiva de firmas, iniciativas parlamentarias o un simbólico encierro en la casa consistorial de ediles de la oposición (PSdeG-PSOE, BNG y Esquerda Unida).

Los colectivos culturales aunaron fuerzas para intentar frenar lo inevitable. A esa movilización social se sumaron, entre otros, el director de cine Jorge Coira y el actor Luis Tosar, que, junto a un grupo de amigos, participaron en la recogida de más de 10.000 firmas y redactaron un manifiesto, que fue suscrito por casi un centenar de figuras de la cultura gallega, en apoyo a que este histórico edificio se mantuviese en pie.

JORGE COIRA

"Foi unha traxedia, que 25 anos despois aínda se está pagando. Cada vez que paso por aí dáme mágoa"

"UNHA MÁGOA". "Foi unha traxedia, que 25 anos despois aínda se está pagando. Cada vez que paso por aí dáme mágoa. Foi doloroso. Entusiasmábame ese edificio, afirma Jorge Coira.

"Lugo mellorou moito como cidade desde aquilo, pero se chega a ter un teatro histórico sería unha maravilla, agrega el director de la serie Hierro y de películas como Eroski Paraíso, 18 comidas o El año de la garrapata.

Él y Luis Tosar eran entonces unos veinteañeros. "Eramos moi noviños e non fumos quen de presionar para que os poderes públicos deran marcha atrás. Foi unha locura", tiene presente con nostalgia el cineasta natural de Rábade.

Jorge Coira recuerda que cuando el humorista Moncho Borrajo actuó en este escenario, meses antes del cierre, le visitaron para recabar su apoyo. "Puxo carteis nas portas en contra de que o tirasen e chamoulle terroristas culturais aos políticos que derrubaban teatros", explica.

Un cuarto de siglo después, cuando aún no ha abierto sus puertas el nuevo auditorio de Lugo, no solo se echa de menos al Gran Teatro por su relevancia arquitectónica o por su utilidad, pues era un céntrico contenedor de cultura en el que se proyectaban películas, se representaban obras de teatro e incluso se celebraban conciertos —por su escenario pasaron ídolos de masas de la época como Manolo Escobar o Antonio Machín—. También guarda un gran valor sentimental para muchos lucenses.

Coira cae en la cuenta de que esta sala fue a la que acudió por primera vez solo a ver una película, E.T., el extraterrestre de Steven Spielberg, cuando tenía 11 años. "Era un templo do cine, un lugar sacro do cine", afirma el director lucense, que recuerda que se pasaba todo el año esperando a que, en septiembre, se celebrase en el Gran Teatro la Semana Internacional de Cine de Lugo. "Era ver tres películas ao día, unha detrás doutra", señala.


SANTIAGO CATALÁN
► "Lo que perdimos entonces"

El Gran Teatro fue la sede oficial durante sus primeras quince ediciones de este festival organizado por el grupo fotocinematográfico Fonmiñá, que este año alcanzará la 43ª, que está previsto que se celebre entre los días 20 y 26 de septiembre y que incluirá proyecciones en streaming debido a la pandemia.

El director de la Semana de Cine, Manuel Curiel, recuerda que la primera película que se proyectó en el festival fue en 1979 El amigo americano de Wim Wenders y la última que se exhibió, en 1993, Used people de Beeban Kidron.

MANUEL CURIEL

"Es fundamental para una ciudad tener un cine en el centro, pocas lo tienen y las que lo tienen lo conservan"

"Era mi segunda casa. Era un asiduo todas las semanas. Me pasé allí muchas horas de mi vida", dice Manuel Curiel, que considera que es "fundamental para una ciudad tener un cine en el centro, pocas lo tienen y las que lo tienen lo conservan".

Cuando echa la vista atrás, el director de la Semana de Cine recuerda que "toda la cultura de Lugo estaba en contra, pero las administraciones no pusieron mucho de su parte para que continuase abierto".

"DECEPCIÓN". Uno de los colectivos culturales de Lugo que fue activo en las movilizaciones contra el derribo del Gran Teatro fue el Club Valle-Inclán, fundado precisamente un mes de marzo de hace 55 años. "Recordo momentos de decepción e tristeza na despedida, velas alumeando a carón do lugar no que vivimos horas de lecer e ilusión", afirma su presidenta, Tonina Gay.

TONINA GAY

"Recordo momentos de decepción e tristeza na despedida, candeas alumeando onde vivimos horas de lecer"

Esta locutora radiofónica jubilada recuerda que desde que se anunció el ocaso del Gran Teatro este fue un tema recurrente en los programas del Club de Opinión que dirigía en Radio Lugo. "Nin un só dos contertulios aprobou a idea do | Una triste efeméride derrubo", precisa.

Además de colaborar en la organización de actos reivindicativos, como el multitudinario festival celebrado en la Praza de Santa María, el Club Cultural Valle- Inclán, que entonces presidía Gerardo Pardo de Vera, se reunió con el alcalde de Lugo, el popular Joaquín García Díez, en busca de soluciones. "Prometeunos loitar pola pervivencia do Gran Teatro. Hai sinais de que o intentou", recuerda su actual presidenta.

La que fue el año pasado pregonera de las fiestas de San Froilán considera un error que no se impidiese esa pérdida. "Cando noutras cidades e vilas de Galicia se restauraban teatros, Lugo derrubaba a historia de cen anos borrando ademáis unha testemuña do Art Déco", afirma.

El cine es precisamente el motor de este club cultural, que el próximo 7 de abril retomará sus actividades. Primero hasta junio y después de septiembre a diciembre todos los miércoles proyectará en la Casa do Saber películas de los fondos del Centro Galego de Artes da Imaxe (Cgai), gracias al convenio que está a punto de renovar con la Axencia Galega das Industrias Culturais (Agadic).

FERNANDO ARRIBAS

"Esnaquizouse un patrimonio cultural. É como se nos dedicásemos a tirar monumentos para edificar casas"

‘CINEMA PARADISO’. Al etnógrafo e investigador Fernando Arribas la historia del Gran Teatro le recuerda a esta oscarizada película dirigida por Giuseppe Tornatore y musicada por Ennio Morricone. "Síntome moi identificado co personaxe de Totó porque o meu pai era operador de cine no Kursal e téñolle botado unha man cando eu tiña 18 ou 19 anos", explica.

El Gran Teatro ya parecía condenado de antemano a pasar por la piqueta. Este investigador recuerda que siguió los pasos de los demás cines tradicionales de la ciudad, como Central Cinema, Cine España, Kursal, Victoria o Paz. "Lugo perdeu toda a arquitectura cinematográfica, que noutras cidades se conserva, en aras da especulación para construir edificios que non supuxeron ningún avance para a historia da arquitectura", lamenta.

"Esnaquizouse un patrimonio cultural. É como se nos dedicásemos a tirar monumentos para edificar casas", precisa el autor del libro O cine en Lugo. Notas para unha historia cinematográfica, que va incluso más allá en sus críticas a la gestión urbanística que, a su juicio, ha caracterizado durante décadas a la ciudad, que perdió este edificio "emblemático" como sucedió con otros, "o de Barras Eléctricas, o Sanatorio Pimentel ou o chamado Mesón de Aguiar", apunta.

Cuando Lugo aún sigue esperando a que abra sus puertas el de la Avenida de Magoi, cuyas obras se finalizaron hace casi cinco años, este investigador considera que con el derribo del Gran Teatro se perdió «unha gran oportunidade », si se llega a rehabilitar, de contar con un auditorio en el centro de la ciudad, que, según dice, "tiña máis aforo" que el del que está pendiente de que se ponga en funcionamiento —1.112 localidades frente a 900—.

Un voraz incendio en vísperas de su demolición

Cuando el Gran Teatro daba sus estertores, en febrero de 1996 se registraba un gran incendio en este inmueble racionalista, sito al lado de la Porta da Estación. Como se puede apreciar en las fotografías de la época, las llamas devoraron el patio de butacas del céntrico cine, que ya estaba condenado a la piqueta.

UN GRAN COMPLEJO. El que entonces era alcalde de Lugo, Joaquín García Díez del PP, asegura que intentó "dilatar" la concesión de la licencia urbanística con "maniobras legales" para "buscar alguna alternativa". Pero sus negociaciones con la propiedad no prosperaron y tampoco tuvo la complicidad precisa con otras administraciones, Xunta y Diputación Provincial.

García Díez reconoce que sintió "frustración" porque era "muy partidario de su conservación", ya que defiende que "se deben preservar en el casco histórico aquellos edificios que representan algo para Lugo". De hecho considera que con esta y otras construcciones desaparecidas la capital lucense "ha perdido mucho al no mantener sus señas de identidad".

Incluso recuerda que llegó a consultar a un arquitecto gallego de reconocido prestigio para estudiar cómo se podía acondicionar esa parcela, rehabilitando el Gran Teatro y aprovechando el antiguo pabellón de la Oje y otro inmueble público anexo. Este profesional le presentó el borrador de un ambicioso complejo cultural y deportivo, en pleno centro de la ciudad, que también cayó en saco roto, debido a que no obtuvo el respaldo de las administraciones provincial y autonómica.

Llegaba así el crepúsculo del Gran Teatro, cuyo bautismo cinematográfico había sido en 1940 con La última falla de Benito Perojo, en un día cargado de simbolismo para el mundo de la cultura, el 17 de mayo. Fue el heredero de otro histórico cine. Se irguió en el solar que ocupó el Teatro Circo, inaugurado en 1896. Arribas recuerda que "aínda se conservan algúns elementos" de ese edificio de finales del siglo XIX, que, según precisa, "pasan desapercibidos".

Un solar de 3,6 millones de euros

El céntrico solar del Gran Teatro, al lado de la Porta da Estación, estaba valorado entonces en 600 millones de pesetas —3,6 millones de euros—, lo que equivalía al 60% de la partida que destinaba anualmente el Ayuntamiento de Lugo a inversiones.

Oferta
El Concello, que no contó con la ayuda de la Xunta y la Diputación —del mismo color político—, ofreció alrededor de 300 milones de pesetas, que rechazaron los dueños.

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